15O – Jornada de lucha a favor de Palestina: buena respuesta por abajo, pésima dirección por arriba
Este 15 de Octubre, vivimos otra jornada de lucha por Palestina en todo el Estado español. A pesar del alto el fuego y la falsa sensación de que la campaña genocida de Israel ha terminado, varios cientos de miles de personas salieron a las calles en todo el Estado español en protesta contra el genocidio, el régimen sionista de Israel y la complicidad criminal de los gobiernos imperialistas.
La clase trabajadora, empezando por los jóvenes y estudiantes, ha vuelto a demostrar su voluntad de lucha; contrariamente, las direcciones del movimiento obrero, en primer lugar CCOO y UGT, pero también del movimiento por palestina, han mostrado una vez más no estar a la altura de las circunstancias.
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Jornada de lucha
Alrededor de 350.000 personas salieron a la calle en los puntos principales del país, además de en muchas otras ciudades; destacando Euskadi, con 100.000 en las manifestaciones. Más allá de las manifestaciones, a nivel estatal había convocados paros parciales de dos horas por CCOO y UGT que, según ellos, contaron con la participación de unos 1000 comités de empresa y secciones sindicales. En lo que respecta a la huelga general de 24 horas convocada por CGT y otros sindicatos minoritarios, tuvo un seguimiento muy reducido. En realidad, las acciones de UGT y CCOO se limitaron en muchos casos a delegados sindicales haciéndose una foto en la puerta de sus empresas, sin promover paro alguno. Diferente fue el caso de Euskadi y Galicia, donde las centrales sindicales mayoritarias, ELA, LAB y CIG sí programaron paros de 4 horas con un amplio seguimiento. Donde sí hubo un mayor seguimiento en la huelga fue en el sector educativo, tanto en educación secundaria como Universidad. Esto demuestra que si UGT y CCOO se lo hubieran propuesto, pese al tramposo “acuerdo de paz” y el fin temporal de los bombardeos sobre Gaza, el paro hubiera sido mucho más masivo.
El movimiento buscó bloquear la normalidad con cortes de carreteras y estaciones de tren, causando problemas en la circulación. En Catalunya por ejemplo se bloquearon la Zona Franca (principal zona industrial en Barcelona), el acceso al puerto, varias vías de tren como en Girona, tramos de la AP7; en Madrid también se cortaron calles en el centro, dificultando mucho la circulación durante la mañana.
En Manresa y Valencia, un millar de personas respectivamente buscó a través de la acción directa de masas boicotear y suspender los partidos de baloncesto que los equipos de la ciudad iban a disputar contra equipos israelíes. El objetivo no se consiguió, principalmente por el despliegue policial y la dura represión, sobre todo en el caso de Valencia, con varios heridos entre los manifestantes por la indiscriminada represión de la policía y varios detenidos, entre ellos dos militantes del Sindicato de Estudiantes.
Pero la mano dura de la policía no acabó aquí. En Barcelona usaron gas lacrimógeno, gas pimienta y cargas, y detuvieron a unas 15 personas.
Sánchez y su gobierno muestran así una vez más de qué lado están. Apoyando con entusiasmo el pacto imperialista de Trump, Sánchez quiere desarticular el movimiento; sobre todo quiere asegurar que las masas que luchan no tomen conciencia de su poder real; dicho de otra manera, quiere demostrar a sus amos imperialistas que es un político responsable que defiende el “orden” burgués. Si el movimiento buscaba en parte bloquearlo todo, Sánchez y su gobierno buscaba evitar a toda costa que cumpliera sus objetivos.
La huelga general y el papel de la dirección
Los dirigentes de CCOO y UGT, fieles escuderos del gobierno, buscaron ayudarle a salir del paso bajo la presión del movimiento con una convocatoria de “movilizaciones”, anunciada el 19 de septiembre, ¡para el 15 de octubre! Es decir, 11 días después de que millones de personas salieran a la calle por todo el Estado español. Su única intención fue lavar su cara pero sin una lucha decidida contra el genocidio ni crítica alguna al rearme militar de los gobiernos imperialistas, incluido el español. De esta manera expresaron nítidamente su papel social, de contener la indignación social y preservar la estabilidad del sistema. Pero nada de esto es nuevo, ya que los dirigentes y las burocracias de CCOO y UGT están integradas al régimen, y son fieles defensores del mismo.
Dejando clara la responsabilidad principal de las direcciones de UGT y CCOO en el alcance limitado de esta jornada de lucha, también debemos analizar críticamente la actuación de la central sindical que sí mostró más disposición a la lucha y convocó formalmente la jornada de huelga general de 24 horas; esto es, la CGT. Esta organización sindical, pese a que tiene un peso muy reducido en relación a UGT y CCOO, ha destacado como una de las más comprometidas con la lucha por la liberación del pueblo palestino, poniéndose a la cabeza del movimiento este 15 de octubre.
Sin embargo, esta nueva experiencia confirma de nuevo dos errores principales de sus dirigentes. Su carencia de una política acertada hacia los grandes sindicatos de CCOO y UGT, y su falta de confianza en la clase obrera.
En nuestra opinión, fue un grave error convocar la huelga general para el día 15, tantos días después de la explosión social; porque estaba ya escrito que la huelga general no sería un éxito, tanto por el hecho de que se podía disipar el ambiente explosivo que existía a comienzos de octubre en el momento culminante de la movilización social como en el hecho de que ya estaba sobrevolando un “acuerdo trampa” del imperialismo de EEUU para cortar el ascenso de las movilizaciones de masas contra el genocidio en Gaza que estaba dándose en Europa. El contraste con la lucha de nuestros hermanos y hermanas de clase en Italia evidencia incluso más la importancia de este error. Su posición equivocada ante CCOO y UGT, tras la maniobra de estos de retrasar una respuesta organizada de la clase obrera española al genocidio en Gaza, y el vacío en la situación, se volvió en su contrario, con un seguidismo a las direcciones de UGT y CCOO que provocó que los dirigentes de CGT se sumaran a la fecha del 15/10 para convocar la huelga general.
Lo que se debería haber hecho, y lo hemos manifestado en comunicaciones anteriores, era convocar una huelga general lo más próximamente posible al asalto de la flotilla (1 de octubre) y las movilizaciones masivas de esos días, cuando la situación estaba claramente en auge. Al igual que hizo el sindicato minoritario italiano USB el 22 de septiembre, convocando por su propia cuenta una huelga general, cuyo impacto obligó a la central sindical italiana mayoritaria, la CGIL a organizar una huelga general exitosa el viernes 3 de octubre, tras el asalto a la Flotilla; CGT debía haber tomado la iniciativa por esas mismas fechas y convocado dicha huelga general con audacia. Ante el ambiente que se habría creado eso habría puesto en una situación muy incómoda a los burócratas de CCOO y UGT. Esto habría sido incluso más el caso si la CGT, en su agitación para la huelga, se hubiera dirigido directamente a las bases de CCOO y UGT, animándolas a sumarse a la convocatoria y que presionaran a sus direcciones, y a organizar comités propalestinos de trabajadores para discutir y organizar la huelga democráticamente. En Italia, la CGIL, el sindicato más grande, acabó por sumarse a la huelga debido a la presión de sus militantes. Y la misma crítica hacemos a los sindicatos nacionalistas de Euskadi y Galicia (ELA, LAB y CIG), formalmente más combativos que UGT y CCOO, que podían haber tomado una iniciativa similar por esas fechas.
El resultado en Italia es claro para todos. Sin caer en exageraciones, la huelga política del día 3 de octubre fue un acontecimiento de primer orden en la lucha de clases mundial, inspirando a millones a seguir este camino, además de imbuir de confianza a la clase obrera y la juventud italianas en su fuerza real.
No se puede decir lo mismo de la jornada de ayer en el Estado español. Las masas nuevamente salieron a las calles, y en algunos casos, intentaron bloquear y se enfrentaron a la policía. Pero el número de manifestantes fue considerablemente menor que el 4 de octubre, y la huelga general tuvo un seguimiento mínimo, con excepción de Euskadi y Galicia, si bien aquí solo se trató de un paro laboral de 4 horas.
Esta situación no es el producto de la falta de “conciencia” o “militancia” de las masas, ni mucho menos, sino de sus direcciones: ¡millones de personas salieron los días 2, 4 y 5 de octubre a las calles! La verdad es que, quienes afirman que el bajo seguimiento de la huelga es responsabilidad de la clase obrera y los jóvenes, no confían en el potencial de lucha de nuestra clase ni en su capacidad para dirigir.
Este es el caso de la dirección de la CGT, que convocó la huelga general pero no hizo un trabajo realmente serio para inspirar y arrastrar al mayor número de trabajadores posible. Como ejemplo de esto, en la asamblea de la Universitat de Barcelona del campus de El Raval, compañeros de la CGT se comprometieron a agitar en los centros de trabajo, acompañados de cientos de estudiantes universitarios, para echarse totalmente atrás un par de días después.
Somos conscientes que en las filas de la CGT se ha discutido sobre la huelga general, con dos campos principales: por un lado, los que defienden la necesidad de convocar huelgas generales como herramienta organizativa, y los que defienden la huelga general políticamente. La experiencia del 15O muestra que son los primeros quienes se han impuesto, ya que la CGT se ha limitado simplemente a anunciar la convocatoria de las huelgas y poca cosa más.
Sin embargo, una huelga general es un tema serio, que debe ser tratado como tal; es una de las principales y más poderosas herramientas de lucha de nuestra clase. No se puede simplemente lanzar la convocatoria, agitar en redes y algo en las calles con carteles y pegatinas. Debe abordarse con el objetivo de convencer al máximo número de trabajadores mediante piquetes informativos en centros de trabajo, estudio, y barrios obreros, presionando a las bases de los grandes sindicatos, agitando la creación de comités de huelga, todo sobre la base de un programa de clase que conecte las diferentes luchas a la lucha contra la clase dominante, el imperialismo y el capitalismo. Nada de esto se ha hecho.
En el manifiesto de la CGT hay reivindicaciones muy positivas, como acabar con el presupuesto militar para destinarlo a presupuesto social, aumento de las pensiones, etc. pero se plantean todas sin ninguna crítica al capitalismo, a la clase dominante y al imperialismo. Esto es, un programa de mínimos. En el contexto actual, de descrédito masivo del imperialismo y de sus gobiernos ante el genocidio, de creciente barbarie capitalista, ¿cómo pretendían los compañeros inspirar y movilizar a la clase con reivindicaciones que no van más allá de algunas reformas? ¿Cómo se diferencia sustancialmente de lo que plantearon CCOO y UGT?
Así las cosas, por errores tácticos y políticos la huelga general no lo ha sido; más bien ha sido otra jornada de lucha
La necesidad de construir urgentemente el partido comunista revolucionario
Los comunistas revolucionarios pensamos que, lo ocurrido en las últimas dos semanas, ha sido una ocasión perdida para seguir el ejemplo italiano. A diferencia de los escépticos, pesimistas y reformistas, nosotros tenemos plena confianza en el potencial de lucha de nuestra clase. Los acontecimientos a escala mundial cada día nos dan más la razón.
Como ya hemos dicho, es falso que la clase obrera y la juventud no estén dispuestas a luchar. El principal problema en todo el mundo, también aquí en casa, es la falta de una dirección que conecte con el deseo de millones de personas de transformar el mundo con un programa, táctica y estrategia revolucionarias; es la falta de una dirección que confíe en sí misma y en la clase trabajadora en un momento como este, donde se puede sentir la rabia ardiente que bulle en la sociedad; es la falta de una dirección que cumpla realmente con el contenido de esta palabra, de ir un paso más allá de las masas para canalizar sus deseos, frustraciones y anhelos hacia la única vía posible, la lucha de clases y la revolución socialista.
Esta es la principal lección del 15O, la necesidad urgente de construir un partido revolucionario lo suficientemente grande, con las ideas claras y un programa de clase para el combate efectivo contra los capitalistas. La corriente de la historia ha girado a favor de la revolución, de lo que se trata es hacer real lo que hay de potencialmente revolucionario en la situación.
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