Abengoa, parar el desmantelamiento con la nacionalización de la empresa
La compañía sevillana Abengoa, con 75 años de trayectoria y tras meses de incertidumbre después del anuncio de preconcurso de acreedores de noviembre pasado, sigue en el ojo del huracán. De su destino pende una parte del débil tejido industrial andaluz y directamente unos 25.000 puestos de trabajo a nivel internacional, 7.000 de ellos en el estado español (más unos 8.000 indirectos). En la actualidad sigue estando presente en 17 países con el 84% del negocio fuera de España y con una facturación de unos 7.000 millones anuales.
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Los inicios
La compañía se desarrolló como una industria tecnológica a lo largo de la segunda mitad del siglo XX al amparo de negocios garantizados por los sucesivos gobiernos franquistas, a cuyo régimen estaba unida la familia Benjumea (cofundadora de Abengoa) por diversos lazos políticos e institucionales. Fueron hitos clave en sus inicios su implicación en proyectos como la señalización de las vías de Renfe y construcción de catenarias, en planes de regadío, puesta en marcha de la central nuclear de Zorita, etc… Estas obras constituyeron los pilares iniciales sobre la que se fue levantando un entramado empresarial conformado hoy por 44 filiales que ha llegado a ser un referente internacional en ingeniería energética, especialmente en torno a las energías renovables. La expansión internacional fue iniciada a mediados de los 60 con el fin de la política autárquica del régimen.
Fue en 1996, tras el cambio de ciclo que siguió a la crisis económica de 1993, cuando la segunda generación de la noble familia propietaria, decide sacar el 30% de su capital a bolsa. En 1999 se hace con Telvent, especializada en el control del transporte de energía. En el año 2000 adquiere el 90,52% de las acciones de Befesa, dedicada a la gestión de residuos industriales. Esta evolución sitúa a la compañía en un nivel de facturación de 815 millones en los albores del siglo XXI con una proyección internacional muy fuerte, y bien arropada por las instituciones públicas (se calcula que durante los 19 años de Chaves a la cabeza de la Junta de Andalucia se destinaron unos 170 millones de euros).
En manos de los bancos
En el 2005 la compañía mantiene abiertas tres líneas de negocio: ingeniería y construcción de grandes instalaciones industriales, energías limpias y otras iniciativas vinculadas al área de innovación y desarrollo. El problema es que las dos últimas áreas exigen unos esfuerzos financieros que el núcleo productivo tradicional (ingeniería) no logra compensar, lo cual sitúa a la compañía en manos de los bancos. El nivel de endeudamiento pasa de los 1.100 millones en 2006 a unos 11.500 millones en la actualidad, es decir, unas 9-10 veces el resultado bruto de explotación. Esta situación se alcanzó a pesar de la venta de sus importantes filiales Telvent y Befesa en 2011 en un primer intento desesperado de conseguir liquidez (unos 1.300 millones) ante un acceso cada vez más difícil a las fuentes de financiación.
Preconcurso de acreedores
A finales de noviembre del año pasado, con un horizonte económico marcado por una nueva y más profunda recesión mundial y con los precios del petróleo en caída libre, es cuando la compañía presenta el preconcurso de acreedores encarando su salida del selectivo Ibex-35. Con esta medida la empresa esperaba ganar tiempo -hasta el 28 de marzo- para renegociar la deuda con el denominado G7 (Santander, Caixabank, Bankia, Banco Popular, Crédit Agricole, HSBC y Sabadell) o encontrar un socio con el que compartir la carga. En estos meses la empresa ha logrado mantener los pagos corrientes (nóminas fundamentalmente) gracias a nuevos créditos por valor de 125, 106 y 138 millones en condiciones muy desfavorables (Euribor +14.5), lo que evidencia la desesperada situación.
Tras unas negociaciones fallidas con el grupo vasco Gonvarri (entre otros intentos frustrados), finalmente el “caballero blanco” (el nuevo socio) no apareció. No obstante la empresa ha presentado ante el juez in extremis el 28 de marzo un documento que recoge el compromiso del 75% de los acreedores bancarios y bonistas de no reclamar la deuda en los próximos 7 meses. La ley exige un mínimo del 60%. Previamente los dueños de Abengoa se han comprometido a reducir su participación al 5%, ampliable al 10% bajo determinadas condiciones, en favor de las entidades bancarias a las que supuestamente se les pedirá invertir a cambio, según un plan presentado por los actuales gestores a mediados de marzo, entre 1.500 y 1.800 millones en un plazo máximo de 5 años.
Los bancos, al estilo Procusto
Esto significa que en estos momentos la multinacional andaluza se encuentra en un nuevo plazo de negociaciones para evitar la quiebra definitiva, lo cual seguiría la senda de Pescanova pero con un pasivo multiplicado por 4 y una plantilla 10 veces superior.
La demanda de los bancos, que tienen la sartén por el mango, es una aceleración de un “plan urgente de desinversiones” y una reducción drástica de todos los gastos a todos los niveles.
El mencionado plan recoge ingresar en este año unos 1.000 millones por ventas de activos, principalmente relacionados con la bioenergía (2% de los beneficios). La traducción es el desbaratamiento de las inversiones de miles de millones de euros en los últimos años para levantar una deuda de unos 3.000 millones. Ya se está negociando la venta de las seis plantas europeas de bioetanol , el parque eólico de Uruguay y una termosolar en los Emiratos Árabes. En resumen nos encontramos ante la exigencia del capital financiero de trocear y destruir tejido productivo en pos de salvaguardar sus intereses. En este sentido esto recuerda en la mitología griega a Procusto, quien recortaba los miembros que sobresalían de la cama que ofrecía a los viajeros que decidían tomar descanso en su posada.
Nacionalizar bajo control obrero
Por lo pronto se han perdido 500 puestos de trabajo temporales directos solamente en Sevilla. En paralelo se está imponiendo a las subcontratas una quita de entre el 30 y el 50% de un montante total de total más de 4.300 millones, lo que se traduce en una pérdida mayor de empleos indirectos.
El desarrollo tecnológico requiere inevitablemente grandes inversiones a medios y largo plazo, y sólo es posible ejecutarlo eficazmente en corporaciones con capacidad para coordinar miles de trabajadores a escala nacional e internacional. Este hecho choca con los intereses privados de los dueños del capital, los cuales no dudan frenar las inversiones de la manera más rápida posible en cuanto aquellas no tienen un retorno asegurado a corto plazo.
En un escenario en el que el desempleo estructural no baja a pesar de que la tan anunciada recuperación y en el que la destrucción de empresas es un hecho constatado, la expropiación de la multinacional sin idemnización a la gran banca y bajo control de los trabajadores es una medida cuanto menos razonable. Es lo único que puede frenar lo que acabará de otro modo con la destrucción de miles de puestos de trabajo. Ahora los propietarios no tienen otro objetivo que minimizar sus pérdidas tras un período anterior parecido a una orgía de beneficios.
Sin esta consigna, los sindicatos y partidos de la izquierda están condenados a permanecer en calidad de oyentes ante la ejecución de los movimientos empresariales que preparan el terreno para que cuando se quiera emprender la lucha sindical ésta se enfrente a un organismo ya desmantelado.
Es el momento de levantar esta bandera en un frente común de lucha, sindical y político (CCOO,UGT,PODEMOS,IU), que pase por la movilización de los miles de trabajadores afectados, que son los únicos interesados objetivamente en salvar la empresa en estos momentos. Los antiguos propietarios nominales ya salieron con la bolsa bien llena. El anterior presidente en estos momentos incluso tiene el pasaporte retirado por estar siendo investigado por movimientos sospechosos de capitales. Los bancos ahora preparan la liquidación al menor coste posible.
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