Adiós a Samuel Ruiz García, obispo de los pobres
Si nosotros asumimos que la actividad de una persona es progresista e incluso revolucionaria si genera más organización entre los explotados, les ayuda a tomar confianza de sus propias fuerzas y a lanzarse a luchar por construir sus propios destinos aún a pesar y aún luchando contra el régimen establecido, podemos decir que Samuel Ruiz cumple con todas esas condiciones. Desde que se afilió a lo que se conoce como Teología de la Liberación a principios de los setentas, desempeñó una labor titánica por la organización de los campesinos pobres en Chiapas. Frente a la tradicional resignación que pregona el catolicismo oficial, opuso una visión de organización y lucha, cuyos principales conductores fueron un ejército de diáconos y catequistas que se distribuyeron a lo largo y ancho de su diócesis, promoviendo un proceso de politización pocas veces visto.
Una tarea como la de Samuel Ruiz No era fácil, la estructura social de la zona de San Cristóbal está dominada por terratenientes blancos, que empleaban la fe como un vil instrumento de sometimiento de los campesinos pobres, especialmente de los indígenas.
Gracias a la labor de Samuel Ruiz fue posible la proliferación de organizaciones de carácter social e incluso político revolucionario como lo fue en su momento el EZLN.
Fueron muchos los intentos del poder local y federal para hacerlo a un lado, pudo hacerles frente a todos ellos gracias a la respuesta enérgica de sus feligreses. No obstante la jerarquía católica nunca cesó en su intento de desarticular la organización de la diócesis, incluso para finales de su periodo como obispo activo, cuando le asignaron como obispo coadjunto a Raúl Vera, conocido en ese momento por sus posiciones conservadoras. No cabe duda que una de las conversiones más radicales que se han dado en los últimos años en el catolicismo es la que Ruiz gesto en Raúl Vera, el cual se ha convertido en la figura más emblemática de entre los católicos comprometidos con la causa de los pobres, en ese caso también el tiro le salió por la culata al Estado.
Tuvieron que esperar hasta su retiro en 1999 para iniciar una operación de desmantelamiento de su legado dirigida por Felipe Arizmendi, el cual a la par que alaba una y otra vez al Tatic, hace a un lado tanto su métodos como su orientación. No es la primera vez, también cuando Sergio Méndez Arceo se retiró del Obispado de Cuernavaca la jerarquía católica se enfrascó como principal tarea el destruir sus comunidades eclesiales de base.
Hoy en día las labores destructivas de Felipe Arizmendi están muy avanzadas cuestión, que ha influido en los funerales del propio Samuel Ruiz, Hermann Bellinghausen, vocero no oficial del neozapatismo señala con cierta amargura«no se dio la multitudinaria concentración indígena que muchos esperaban. No llegaron las comunidades, sólo grupos parroquiales; eso sí, de todas partes. Hoy en la plaza estuvieron los mismos de ayer, no más. En el pasado, cuantas veces al sólo llamado de Tatic las calles se San Cristóbal se llenaban de indígenas…” (La Jornada 27 de enero del 2011).
Un factor de importancia en la baja asistencia de indígenas que señala Bellinghausen puede ser la distancia que fue tomando el propio EZLN de frente a Samuel Ruiz. En el comunicado del 26 de enero además de exaltar las virtudes del Tatic la dirigencia zapatista aclara “… no fueron pocas ni superficiales las diferencias, desacuerdos y distancias…” alusión que no deja de sonar extraña en el marco del pésame que Marcos y Moisés le expresan a los dolientes por esta desaparición.
Una perdida con distintos significados
La jerarquía católica, protagonista de un profundo proceso de descomposición y descredito puede respirar con alivio frente al deceso de Samuel Ruiz, un hombre que quiso construir una iglesia útil a los explotados y sobre todo a sus luchas de emancipación. No se da cuenta que en realidad quien pierde más es el propio catolicismo. Combatiendo a Gustavo Gutiérrez, Arnulfo Romero, Samuel Ruiz o Leonardo Boff, lo que hace es anular las pocas posibilidades que tiene de reforma y se sume en un anacronismo insalvable. La teología de la Liberación no surgió como una respuesta de la iglesia a las necesidades de las masas sino como una necesidad espiritual de las masas oprimidas por expresar sus ánimos de transformación. El espacio que se abrió en el seno de la iglesia católica se hizo a pesar de la jerarquía pero se dio con tanta fuerza que incluso algunos de sus miembros asimilaron y asumieron sinceramente la opción por los pobres, esto fue lo que sucedió con Oscar Arnulfo Romero en El Salvador y con Samuel Ruiz en México, obispos inicialmente de corte conservador que al vincularse con los trabajadores, asumieron a la teología de liberación como una especie de instrumento de comunicación y al mismo tiempo se fueron transformando en un proceso dialectico.
Al mismo tiempo fue la correlación de fuerzas entre las clases y acontecimientos de carácter general los que les marcaron limites, no obstante sin duda, en el marco de un proceso revolucionario triunfante la teología de la liberación hubiera sido la base teórica para la transformación de la iglesia al menos a nivel local. De caulquier modo a la larga una ruptura con el Vaticano era inevitable.
En nuestra opinión la iglesia católica, particularmente la alta jerarquía está vinculada por fuego y hierro al régimen capitalista y se hundirá con él, hoy celebran el fin de un hombre quiso construir una fe para la lucha y organización de los pobres, mientras que se sumen hasta el cuello en escándalos de pederastia y corrupción, no saben que su triunfo momentáneo les significa una derrota histórica. La teología de la liberación pese a la muerte o retiro de la gran mayoría de sus representantes principales es una alternativa de futuro, la alta jerarquía católica por el contrario es un símbolo de hipocresía y oportunismo, de un pasado que aún no culmina pero que la humanidad deberá superar en el camino por transformarse.
Para el poder político de la burguesía, Samuel Ruiz es un referente menos de los explotados, todavía hasta meses antes de su muerte el Obispo emérito trató de a coadyuvar en la presentación con vida de dos militantes del EPR desaparecidos en Oaxaca. Harán, como suele suceder, muchos homenajes y su aniversario se recordara pero tratara de borrar todo vestigio de su obra.
Para los trabajadores y especialmente los campesinos significa una gran pérdida en lo inmediato, no obstante se sumará, como muchos otros dirigentes populares, en la conciencia colectiva. Su ejemplo de vida será una guía de acción y fuente de inspiración para seguir luchando. En el marco de su campo de acción Samuel Ruiz hizo lo que tenía que hacer e incluso mucho más. La vida del ser humano es a veces insuficiente para ver completada una obra y más aún cuando esta es incompatible con el régimen social vigente, no obstante esa siembra de futuro que fue la vida del Tatic será una buena base para una sociedad más solidaria y más humana, ese es su legado y tocará a las futuras generaciones luchar por él.
En el siglo XIX, un joven reflexionando sobre el destino de las actividades del ser humano afirmó:
“Cuando un hombre sólo se preocupa de sí mismo, puede llegar a ser, sin duda, un famoso erudito, un gran sabio, un excelente poeta pero nunca llegará a ser un hombre perfecto, un hombre verdaderamente grande”
“Quien elija aquella clase de actividades en que más bien pueda hacer a la humanidad, jamás flaqueará ante las cargas que pueda imponerle, ya que estas no serán otra cosa que sacrificios asumidos en interés de todos; quien obre así, no se contentará con goces egoístas, pequeños y mezquinos, sino que su dicha será patrimonio de millones de seres, sus hechos vivirán calladamente, pero por toda una eternidad, y sus cenizas se verán regadas por las ardientes lagrimas de todos los hombres nobles” ( C. Marx. Reflexiones de un joven al elegir profesión)
Nos hacemos participes de las palabras de Marx en la despedida de un gran hombre: Samuel Ruiz.
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