Un primer balance de las elecciones en Ecuador
Lenin Moreno, sucesor nombrado por el propio Rafael Correa, ha ganado las elecciones ecuatorianas con un amplio margen de ventaja sobre el segundo candidato más votado, el banquero Guillermo Lasso. Sin embargo hasta el momento no está claro si este triunfo será suficiente para evitar una segunda vuelta para la cual los principales partidos de la oposición excluidos del «ballotage» ya anunciaron su apoyo a Lasso.
Cuando faltan al escrutinio poco más del 10% de los electores, es decir 1,3 millones, las posibilidades de que Lenin Moreno evite una segunda vuelta que se le anuncia ya muy difícil están todavía formalmente abiertas. Moreno necesita superar el 40% manteniendo una ventaja de 10 puntos sobre el segundo candidato más votado. En el momento de escribir esto, Moreno le gana a Guillermo Lasso con un 39,13% y 3.317.788 votos contra los 2.400.620 votos equivalentes al 28,31% del segundo.
Sin embargo las últimas declaraciones de Lasso asegurando una segunda vuelta, y las de otros opositores ofreciéndole apoyo, podrían no ser simplemente una táctica para preparar el no reconocimiento del resultado y/o presionar un gobierno que, en la mejor hipótesis, nacería debilitado y sin la mayoría absoluta parlamentaria.
Con niveles de abstención de aproximadamente el 20%, en la media de los comicios ecuatorianos, y con un 9% de anulación de voto, porcentaje en aumento con relación al 2013, los votos en juego se reducen a menos de un millón. Moreno debería conquistar por lo menos 400 mil de estos votos, concentrados en el exterior, en ciudades como Guayaquil y en aquellas provincias y zonas rurales donde el correísmo hasta ahora ganó por la mínima o perdió, incluso en su contundente victoria de 2013. De hecho mientras cerramos esta nota y el conteo oficial de votos avanza lentamente, el porcentaje de Moreno se reduce levemente al 39,09%. Esto explica porque, a pesar de la victoria, la euforia está más del lado de la oposición.
El valor de estas elecciones traspasa los confines ecuatorianos. América Latina esperaba ver confirmada o revertida la inversión de la tendencia inaugurada con la victoria de la derechista MUD en las elecciones legislativas de Venezuela en diciembre de 2015, la de Macri en la Argentina, la de Kuczynski en unos comicios peruanos que vieron el estrepitoso retorno del fujimorismo, y el exitoso proceso de destitución de Dilma en Brasil. Que haya o no segunda vuelta en los comicios de Ecuador ya dice bastante al respecto.
Lenin Moreno ha perdido casi 1,5 millones de los votos que en 2013 le entregaron la victoria a Correa, con un padrón electoral que este año contaba con 1,1 millones de electores más. Su resultado sin embargo es similar al que obtuvo Correa en 2009, con un padrón de 2,8 millones de electores menos. Esto quiere decir que el núcleo duro de la “Revolución Ciudadana” ha quedado más o menos intacto, haciendo inútil explicar el resultado atribuyéndolo a mal digeridos cambios de liderazgo. La razón del estancamiento debe buscarse en otro lugar.
A diferencia de Evo Morales en Bolivia, a su vez derrotado en el intento, Correa no buscó una reforma constitucional para habilitarse otro mandato para evitar polarizar el país en un momento en que la economía empezaba a frenar. Los últimos años de gestión de Correa fueron de marcada ralentización económica agravada por la dolarización que resta posibilidades de intervención y de gasto públicos. El documento de análisis del Banco Mundial sobre Ecuador resume de una manera suficientemente clara la situación y vale la pena citarlo de manera extendida:
“Entre 2006 y 2014, el PIB [de Ecuador] promedió un crecimiento del 4,3% impulsado por los altos precios del petróleo y por importantes flujos de financiamiento externo. Este avance permitió un mayor gasto social e inversiones destacadas… Según datos nacionales, la pobreza disminuyó del 37,6% al 22,5% en ese periodo. El coeficiente de desigualdad de Gini se redujo de 0.54 a 0.47, puesto que el crecimiento benefició en mayor medida a los más pobres…
Sin embargo, estos logros están en riesgo debido a la desaceleración y, más recientemente, a la contracción económica que experimenta el país como consecuencia de la caída del precio del petróleo desde fines de 2014 y la apreciación del dólar. De hecho, la pobreza subió ligeramente del 22,5% en 2014 a un 23,3% en 2015 debido a un incremento de la pobreza rural que pasó del 35,3% al 39,3%…
En ausencia de una moneda local, y dado los escasos colchones fiscales y externos, el país no ha podido utilizar la política macroeconómica para afrontar la compleja situación económica. Por ende, el nuevo contexto internacional ha generado una importante contracción de la demanda doméstica, principalmente pública. En efecto, el Gobierno se ha visto en la necesidad de reducir significativamente la inversión pública y acortar el gasto corriente – que se ha podido suavizar en los últimos meses gracias a una importante movilización de financiamiento externo.”
El resultado de Lenin Moreno, inferior a los de Correa y que, en caso de segunda vuelta, podría significar el retorno de la derecha neoliberal al poder en Ecuador, se debe a estos cambios en el panorama mundial o, dicho de manera más clara, a la incapacidad de la “revolución ciudadana” de afrontar la situación adversa con un decidido giro a la izquierda, movilizando a la clase obrera y al pueblo pobre contra las compatibilidades impuestas por la dolarización de la economía y el capitalismo.
Los votos a Lasso y Viteri, exponente del Partido Social Cristiano que en los anteriores comicios sostuvo al empresario de Creando Oportunidades, ya ahora triplican el resultado que obtuvieron en alianza en 2013. En este sentido, la oposición ya ganó. El programa de Lasso es de un liberalismo clásico: eliminación de las leyes tributarias de Correa, particularmente aquellas sobre herencia y plusvalía, que Correa promulgó logrando descontentar tanto a una clase media asustada por el alza impositiva como al sector popular decepcionado por el ínfimo efecto recaudatorio y redistributivo; recortes del gasto social y la creación de un millón de empleos sin protección social.
Sin contrarrestar eficazmente las leyes del mercado, éstas logran imponerse en su síntesis política representada por la derecha liberal. Hasta cuando los vientos a favor del panorama económico mundial soplaban vigorosamente era relativamente más fácil tener políticas redistributivas y reformistas. La inversión de tendencia en América Latina es producto del cambio de la situación objetiva que los gobiernos llamados progresistas no supieron afrontar de otra manera que buscando acuerdos y conciliación con la burguesía saboteadora, como en Venezuela y Bolivia, los partidos golpistas, en Brasil, y los organismos financieros internacionales como en Ecuador. Con el consecuente efecto desmovilizador sobre las masas del que se ven las consecuencias en el terreno electoral.
En caso de una segunda vuelta en Ecuador votaríamos contra Guillermo Lasso y su programa de masacre social, pero poniendo el mayor énfasis en la necesidad de levantar una dirección alternativa y un programa revolucionario para la nueva fase, ante la incapacidad de la Revolución Ciudadana de superar sus propios límites.
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