Elecciones generales en Holanda: Inestabilidad es el nombre del juego

En tiempos normales, las elecciones generales holandesas no serían noticia de primera plana en todo el mundo. Pero no estamos en tiempos normales. Holanda, durante décadas fue considerada uno de los países sólidos y estables del norte de Europa. Ese ya no es el caso, conforme la crisis del capitalismo mundial ha impactado en este pequeño país.

En tiempos normales, las elecciones generales holandesas no serían noticia de primera plana en todo el mundo. Pero no estamos en tiempos normales. Holanda, durante décadas fue considerada uno de los países sólidos y estables del norte de Europa. Ese ya no es el caso, conforme la crisis del capitalismo mundial ha impactado en este pequeño país.

Antes de que se conocieran los resultados de las elecciones holandesas, la clase dominante europea se preguntaba si el el PVV de Geert Wilders, se convertiría en el mayor partido del país. Esta fue también la pregunta que hacían los muchos periodistas extranjeros que inundaron el país. Después de todo, con el Brexit del Reino Unido y Trump convertido en Presidente de los Estados Unidos, cualquier cosa podría suceder. Esto era lo que temían y era palpable en todas sus declaraciones, artículos y comentarios. Del mismo modo fue palpable su alivio cuando el partido de derechas del primer ministro Rutte, VVD, quedó en primer lugar.

Cuando se hizo evidente que el partido VVD de Rutte había ganado con 33 de los 150 escaños (21,3%), los gobernantes europeos se llenaron de alegría. El ex presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, tuiteó que estaba encantado con el resultado de las elecciones. Jean-Claude Juncker felicitó a Rutte, pidiéndole «construir juntos una Europa fuerte». Ahora se espera que Macron gane las elecciones presidenciales francesas y Schulz / Merkel ganen en Alemania. Esperan que tales victorias pongan fin a la ola de populismos de derechas que se ha difundido por toda Europa y más allá.

El partido de Geert Wilders, el PVV, quedó en segundo lugar con 20 escaños y el 13,1% de los votos. Esto mejora su resultado de 2012 cuando consiguió 15 escaños y el 10,1%, pero no superó su resultado histórico de 2010, cuando el partido obtuvo 24 escaños y el 15,4% de los votos.

Para la clase dominante europea esto es visto como una buena noticia, ya que ahora habrá una amplia coalición de gobierno con un carácter más pro-UE, algo que necesita con urgencia en estos tiempos de condiciones económicas mundiales inciertas.

Wilders se ha hecho un lugar en la política holandesa con su postura anti-islámica y anti-refugiados, pidiendo la prohibición del Corán, el cierre de mezquitas y escuelas islámicas, y que se detenga la entrada de todos los refugiados. Él ha utilizado demagógicamente los recortes en el gasto sanitario para afirmar que «los extranjeros obtienen dinero gratis, mientras que nuestra gente tiene que sufrir». Pero parece que esta propaganda reaccionaria ha comenzado a agotarse, y después de presentarse a sí mismo durante muchos años como el líder «anti-sistema», no alcanzó las expectativas  electorales que había esperado.

Muchos votantes potenciales del PVV decidieron votar por Rutte. El elemento principal que contribuyó a esto se encuentra en la economía. Durante los últimos dos años ha habido una especie de recuperación. En marzo del año pasado el desempleo se situaba en el 6,4%, mientras que ahora se ha reducido a alrededor del 5%. Después de dos años de recesión en 2012-13, la economía logró alcanzar un crecimiento del PIB superior al 2% en los últimos dos años. Rutte se ha atribuido el mérito de esto. Sus votantes también temían – especialmente a la luz del Brexit británico- que un voto significativo hacia el PVV podría desestabilizar el país y poner en riesgo la recuperación económica.

En los últimos días antes de las elecciones, el «alboroto con Turquía» también desempeñó un papel. El gobierno holandés quiso restringir y regular la visita del ministro de Asuntos Exteriores de Erdogan que hacía campaña entre los emigrados turcos por un voto afirmativo en el referéndum constitucional reaccionario de ese país que persigue incrementar los poderes presidenciales. Después de una dura disputa pública, ninguna de las partes aceptó someterse a la otra y los dos gobiernos se enfrentaron cara a cara. Al ministro turco se le impidió ingresar en el consulado turco en Rotterdam y la policía se enfrentó con manifestantes turcos de derechas.

Los medios de comunicación de derechas holandeses jalearon todo esto, ya que «por fin demostramos quién manda en nuestras calles». Este asunto fortaleció a la reacción en ambos lados, tanto en el lado de Rutte como en el de Erdogan. Si bien este no fue el único factor, sin duda dio un último impulso a la campaña de Rutte.

Otros acontecimientos importantes fueron: el retroceso histórico del PvdA (Partido socialdemócrata holandés), los avances del CDA (Demócrata Cristiano) y del D66 (liberal), una gran avance del GroenLinks (la Izquierda Verde) y el estancamiento del Partido Socialista.

Revés para la coalición gobernante y el colapso de la socialdemocracia

A pesar de todo lo dicho sobre la recuperación económica, sin embargo, el gobierno de coalición anterior VVD-PvdA, de Mark Rutte, no ha sido popular. Los partidos de la coalición vieron caer su número combinado de escaños de 79 a 42. La mayor parte de este retroceso se debió a la pérdida masiva del PvdA, en la que fue su mayor derrota electoral, al pasar de 38 escaños (24,8%) a 9 (5,7%).

El derechista VVD declaró claramente en 2012 que introduciría medidas de austeridad para conseguir que Holanda saliera de la crisis. El PvdA socialdemócrata, sin embargo, se opuso a eso en su campaña electoral, solamente para hacer un giro de 180 grados el día después de las elecciones y unirse al gobierno como socio menor, compartiendo así la responsabilidad de toda la austeridad, los recortes en el gasto sanitario y la introducción de los préstamos para estudiantes para el pago de las tasas universitarias.

El VVD afirma que la pequeña mejora en la economía se ha debido al mal necesario de las políticas de austeridad y que debido a esto el crecimiento «de las próximas décadas» está a la vuelta de la esquina. Ningún otro partido cuestiona la suposición de que el retorno del crecimiento se ha debido a las medidas de austeridad y el VVD hace alarde de esto como un logro suyo.

El PvdA, por otro lado estuvo diciendo que «ya que finalmente el crecimiento ha llegado de nuevo, esta vez vamos a realmente a aplicar nuestro programa de 2012». A excepción de algunas reformas menores, no tienen ningún logro del que alardear en esta época de crisis y contra-reformas.

Esto explica la crisis del PvdA. Es parte de un panorama más amplio, la crisis más general del reformismo, que hemos visto en otros países, como en Grecia con el PASOK, España (PSOE) y Francia (PS). A medida que los partidos reformistas ya no pueden poner en práctica un programa de reformas, en esta época de crisis capitalista, se enfrentan a un dilema histórico.

No consiguieron ganar un solo ayuntamiento en todo el país. En las grandes ciudades perdieron sus votos de la clase media y de la juventud a manos de los partidos de  la izquierda liberal, el GroenLinks y el D66. Su antigua base entre los turcos y marroquíes de segunda generación fue disminuyendo a causa del giro del PvdA hacia la derecha en materia de inmigración. Ellos adoptaron una postura «dura» y más chovinista contra los inmigrantes, creyendo que esto les permitiría recuperar votos que habían ido al PVV. En el proceso, dos miembros turco-holandeses del Parlamento abandonaron el partido con el fin de establecer uno nuevo, el Denk (Creer), un partido multiculturalista que ha llegado a ser muy importante en las grandes ciudades y que consiguió 3 escaños en el parlamento. A pesar de su plataforma de lucha contra la discriminación, de hecho, es un partido conservador con vínculos con organizaciones turcas reaccionarias.

Incluso en el norte de la provincia de Groningen, que tiene una fuerte tradición socialista y comunista, y que siempre votó PvdA en el pasado, el partido perdió frente al  PVV y al PS. El hecho de estar en el gobierno no ayudó al PvdA, mientras que un movimiento de masas había entrado en erupción en contra de las perforaciones de gas en Groningen, que en los últimos años han dado lugar a terremotos y dañado algunos edificios. El gobierno de Rutte puso los intereses de NAM, compañía de petróleo y gas propiedad de Shell y ExxonMobil, antes que la seguridad de la población de Groningen. El papel del PvdA como socio menor del gobierno, por lo tanto llevó a una caída en votos, incluso en este bastión tradicional del partido.

Esta es la mayor derrota del partido que nunca ha sufrido en su historia. Los electores que permanecieron leales al partido son principalmente personas de edad avanzada. De los que votaron al PvdA en estas elecciones, el 44% eran mayores de 65 años. Este es el precio que el partido ha pagado por no ofrecer ninguna alternativa real a la austeridad propuesta por Rutte.

¿Perdió el populismo?

Después de que se hizo evidente que Wilders no había conseguido el gran avance que algunos temían, hubo felicitaciones al constatarse que «el populismo ha perdido», tanto dentro como fuera de Holanda. La marcha imparable del populismo de derechas parece haberse detenido en las costas del continente europeo, y la UE ahora parece estar a salvo, al menos por el momento.

Esta, sin embargo, no es toda la historia. Es cierto que Wilders no pudo ganar, pero sus políticas, lejos de ser rechazadas, han sido aceptadas por otros partidos. Mark Rutte pidió a la gente «que no respeta los valores holandeses» que se vaya del país. Otro destacado miembro de su partido, Halbe Zijlstra, dijo que «muchos refugiados llegan a Holanda porque la cirugía plástica es gratis». Rutte fue uno de los arquitectos del acuerdo UE-Turquía para que contuviera a los refugiados fuera de la UE, y busca más acuerdos de este tipo con los países del norte de África.

La conservadora CDA realizó una campaña de derechas para conseguir los votos de los electores potenciales del PVV en pequeños pueblos y distritos rurales. En el pasado eran el principal partido burgués con un ala conservadora y otro ala más «social», vinculada a la central sindical cristiana. Después de años de declive, su ala social se ha evaporado y ahora se centran en el populismo de derechas, copiando muchas de las posiciones del PVV y pidiendo medidas de seguridad de largo alcance contra «la amenaza del Islam radical».

Esto significa que los tres partidos más grandes, al menos en parte, han adoptado la retórica de la derecha populista. Luego está el nuevo partido populista de derechas, el Foro para la Democracia, que está diseñado para las capas “intelectuales” más conservadoras. En conjunto, estos partidos tienen ahora 64 escaños, alrededor del 40% del parlamento. Si bien esto es, por supuesto, diferente de una gran victoria del PVV, significa que en los próximos años estos partidos tratarán de establecer la agenda ruidosa e histérica sobre las medidas de seguridad, el Islam radical, la amenaza de ciudadanos desleales con pasaportes dobles y la «amenaza a la identidad holandesa».

La izquierda liberal

Esos partidos opuestos de forma explícita a este populismo de derechas, la D66 y GroenLinks, también crecieron. Estos partidos son en su mayoría un fenómeno urbano, fuerte entre la clase media urbana. Muchos jóvenes también votan a estos partidos, especialmente los estudiantes.

D66 es un supuesto partido liberal «progresista», pero en realidad es una élite urbana que quiere aplicar la desregulación del mercado de trabajo y quiere reducir poco a poco los contratos de trabajo fijos conseguidos por la clase obrera holandesa en años de lucha. Para ello, dicen que tenemos que volver a definir lo que significa «fijos». Esta es la naturaleza de la izquierda liberal; se opone al nacionalismo de Wilders con un cosmopolitismo de libre mercado urbano, que se opone igualmente a los intereses de la clase obrera.

GroenLinks, por el contrario, ha atraído a muchos nuevos votantes jóvenes. El partido ha tratado de «radicalizar» su imagen con la nueva figura de su líder Jesse Klaver, que habla de una nueva esperanza y copia la imagen y la retórica de Obama y de Trudeau. En ese sentido, su «radicalismo» es falso, pero su crecimiento electoral no lo es.

GroenLinks pasó de 4 escaños (2,3%) a 14 (8,9%), su mejor resultado de todos los tiempos. En Amsterdam se convirtió en el partido más grande. Su «antipopulismo», a favor de los refugiados y de la política verde resuena en una nueva capa de la juventud. En el pasado, Jesse Klaver apoyó contra-reformas, como la introducción de préstamos estudiantiles y la «flexibilidad» del mercado de trabajo. Los nuevos votantes jóvenes tienen poco o ningún recuerdo de esto. Por lo tanto, tendrán que aprender cuál es la verdadera naturaleza de Klaver.

Con el estancamiento del Partido Socialista y la destrucción del PvdA, la arena se ha preparado en los próximos años para una «batalla» entre la izquierda liberal y el populismo de derechas. Habrá debates similares a las discusiones del Brexit en Gran Bretaña y a las del mal menor de los Clinton contra Trump. Así, los problemas socioeconómicos reales serán puestos a un lado mientras que los ataques contra la clase trabajadora estarán en el orden del día, especialmente cuando encalle la «nueva era de crecimiento».

El estancamiento del Partido Socialista

El Partido Socialista, de carácter reformista de izquierdas, debería haber estado en teoría  en una posición de avanzar mucho, ya que había una enorme desilusión con el gobierno de Rutte y sobre todo con el PvdA. Esto no se materializó, sin embargo. Partiendo de 15 escaños (9,6%) perdió uno y bajó a 14 escaños (9,2%). Esto es mucho menos de lo que consiguió en su histórica elección de 2006, cuando se convirtió en el tercer partido con 25 escaños (16,6%).

Cuando no se le permitió entrar en el gobierno después de las elecciones de 2006, la dirección declaró que el problema era que el partido había sido «demasiado radical» y por lo tanto el programa fue atenuado. El partido ha dirigido desde entonces muchos ayuntamientos, a menudo en coalición con partidos de derechas. En el proceso, el partido perdió miembros y nunca ha conseguido lograr el mismo resultado electoral de nuevo.

Así, el partido se ha estancado, a pesar de sus muchos buenos activistas y sus campañas por un Servicio Nacional de Salud, a favor de las rentas más bajas y por un salario mínimo y beneficios sociales más altos, etc. Sin duda, hizo una buena campaña, pero el centrarse principalmente en los temas del pan y la mantequilla no fue suficiente.

Entre los jóvenes, el voto para el PS estuvo por debajo de la media nacional para los demás partidos. Se ve como un partido para los ancianos, los pobres y los enfermos entre muchos votantes más jóvenes a pesar, por ejemplo, de su lucha por la abolición del sistema de préstamos estudiantiles.

El partido trató de congraciarse con los votantes del PVV al adoptar una postura firme «a favor de los migrantes» y mantenerse «neutral» en muchas cuestiones. El partido está a favor de poner fin a la libre circulación de mano de obra de los trabajadores inmigrantes de Europa del Este. Su posición sobre la UE es vaga, una mezcla de reformismo-izquierda con elementos chovinistas. El PS hace hincapié en la necesidad de más policías en las calles y apoya acríticamente todo lo que defienden los sindicatos policiales, si bien hay muchos problemas de violencia policial que afectan a la juventud migrante.

Sólo hacia el final incluyó el partido en su campaña electoral la cuestión de la discriminación. Mientras tanto, muchos activistas de la juventud inmigrante y anti-racista se unieron a Denk o a su escisión “Artículo 1”, por no sentirse en casa con el PS.

Con el fin de revertir el estancamiento del partido lo que se requiere es una posición socialista e internacionalista clara. Congraciarse con el votante del PVV no ayuda en absoluto. Sólo sirve para fortalecer a los partidos de derecha en general. Los votantes obreros del PVV tienen que ser ganados con políticas socialistas, no a través de  políticas nacionalistas.

Otros partidos

Algunos otros partidos más pequeños también crecieron. El Partij voor de Dieren (Partido de los Derechos de los Animales) combina política de derechos de los animales con una pose radical en política económica de «no crecimiento» y una crítica del «modo de producción». Su crecimiento de 2 a 5 escaños es un signo de la radicalización de los votantes ecologistas, que están hartos del liberalismo verde de GroenLinks.

50PLUS, una partido demagógico para «personas de + de 50» consiguió el apoyo de algunas personas mayores y creció de 2 a 4 escaños. Anteriormente mencionamos a los recién llegados Denk y el Foro para la Democracia que obtuvieron, respectivamente, 3 y 2 escaños. Una de las pocas constantes en la elección es el voto de los pequeños partidos cristianos, que en conjunto recibieron 8 escaños.

Artículo 1, una escisión más a la izquierda del Denk, no consiguió escaños, a pesar del apoyo de muchos activistas antirracistas. Los militantes de este partido deben entender la necesidad de conectar la lucha contra la discriminación con un claro programa socialista de transformación de la sociedad, y explicar que la discriminación tiene sus raíces en la sociedad de clases.

Perspectivas

Mark Rutte ahora tendrá que formar un gobierno de cuatro o cinco partidos. Wilders no ganó, pero el próximo gobierno no será estable por mucho tiempo. Será una coalición amplia, incluyendo probablemente al CDA y al D66, para luego atraer también a GroenLinks o a la pequeña Unión Cristiana.

Una vez que el gobierno inicie la aplicación de sus políticas, su aparente estabilidad comenzará a ser socavada. Una de las primeras medidas que se introducirán serán las llamadas «reformas del mercado laboral». Y cuando la «gran recuperación» termine, vamos a ver recortes aún más drásticos. Eso marcará el final del período de luna de miel con este gobierno y también el fin de la credibilidad del propio Mark Rutte, cuando quede claro para todos que la reciente recuperación económica no se debió a él en absoluto.

Para el PS habrá oportunidades, pero debe cambiar de rumbo. En lugar de mostrar  que es un partido «pragmático», tiene que luchar por un programa socialista. Si no gira a la izquierda, la oposición tomará forma en líneas «culturales» con el GroenLinks en un lado, y el PVV en el otro.

En cuanto a la central sindical FNV, también se verá afectada por el derrumbe electoral del PvdA. Con el PvdA en el gobierno, la burocracia sindical siempre sentía que tenía un punto de apoyo y utilizaba esto como una excusa para no movilizar. Con este punto de apoyo evaporándose, puede verse obligada a movilizar contra su voluntad cuando los patrones comienzan a atacar a la clase obrera.

Se desprende de todo esto que, si bien el resultado puede ofrecer «estabilidad» en el corto plazo, a largo plazo no se va a mantener. Ya no vivimos en «condiciones normales». Las contradicciones fundamentales que se derivan de la crisis del capitalismo mundial no se han eliminado. A través de la experiencia, en los próximos años, más trabajadores y jóvenes llegarán a comprender que el problema no es el crecimiento del «populismo», que tiene un asidero en ciertas capas de la población, sino que es el propio sistema el que está podrido hasta la médula y que lo que hace falta es deshacerse de él.

Holanda ha entrado en un período de inestabilidad creciente. La recuperación económica reciente ha dado un respiro a la clase dominante. Pero Holanda no puede escapar a las consecuencias de la crisis más general del capitalismo que afecta a Europa y el mundo. Esto obligará al gobierno a ir en una ofensiva contra la clase obrera, conforme trate de cuadrar el círculo económico. Al hacerlo, se agravará el desequilibrio político y social ya inestable.

En el pasado, la clase obrera holandesa consiguió muchas concesiones por parte de los capitalistas, la consecución de uno de los estándares de vida más altos del mundo. Esto se ha convertido en un gran dolor de cabeza para la burguesía holandesa, que está tratando de desmontar esas reformas, y veremos a los trabajadores regresar a sus tradiciones históricas de la lucha de clases. En esta situación, una corriente marxista con raíces entre la juventud y la clase obrera puede convertirse en un poderoso polo de atracción para las capas radicalizadas.

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