Canadá arde: socialismo o catástrofe climática
El segundo incendio forestal más grande en la historia de la Columbia Británica. La ciudad de Chibougamau, Quebec, evacuada en medio de la noche. Un suburbio de Halifax incendiado. Toronto y Montreal cubiertos de humo. Todo esto está ocurriendo en los meses de mayo y junio.
Los incendios forestales que están asolando Canadá son una ilustración gráfica de las devastaciones que el capitalismo provoca en el planeta. Debemos luchar por una revolución socialista para acabar con esta pesadilla.
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De costa a costa, un país en llamas
En los últimos años, las escenas apocalípticas de cielos anaranjados y ciudades cubiertas de humo han comenzado a convertirse en la norma en el oeste de Canadá, un hecho que ya es bastante deplorable. Esta temporada de incendios forestales ya está demostrando ser cualitativamente diferente, los incendios se suceden en una provincia tras otra, alcanzando escalas históricas.
Nueva Escocia ha vivido los incendios forestales más grandes de su historia, los peores, los cuales todavía están fuera de control. El año pasado el fuego quemó 3.390 hectáreas en esa región, marcando un récord; este año , ya se ha llegado a las 22.000.
En Quebec, donde hay más de 150 incendios activos, el gobierno provincial admitió que no tiene los recursos para combatir los incendios, dejando 110 focos fuera de control. El humo de los incendios de Quebec y Ontario se desplaza hacia el sur, haciendo de las ciudades de Nueva York y Toronto los lugares con los peores niveles de calidad del aire en el mundo.
Ontario ya ha sufrido el doble de incendios forestales que en 2022. En la Columbia Británica, el segundo incendio forestal más grande de su historia está ardiendo actualmente. Los incendios también están afectando a New Brunswick y los Territorios del Noroeste. Si bien Alberta levantó el estado de emergencia que impuso en mayo , todavía hay más de 70 incendios forestales en el momento de escribir este artículo, 22 de ellos fuera de control.
El impacto de los incendios ha sido devastador para las comunidades de todo el país, ya que han provocado numerosas evacuaciones y destrucción de viviendas. En Nueva Escocia, los incendios alcanzaron los suburbios de Halifax , quemando 151 casas y dejando a 4.000 de los 16.000 evacuados iniciales sin casa. En Alberta, las comunidades indígenas más remotas se han visto muy afectadas, con un efecto no menos devastador. Raymond Supernault, presidente de una de las comunidades -East Prairie Métis Settlement- declaró : “El fuego se llevó todo a su paso. Mucha gente está en estado de shock en este momento al ver el estado de nuestra comunidad; las casas que se quemaron y que ya no están. Son muchos vecinos, amigos, familiares, quienes perdieron sus casas”.
En total hasta el momento, 120.000 personas en todo el país se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Se ha quemado un área de aproximadamente 13 veces el promedio de 10 años, alcanzando 3,3 millones de hectáreas.
Y es sólo el comienzo del verano.
Incompetencia de los gobiernos capitalistas
Como ya escribimos en mayo a raíz de los incendios forestales en Alberta, «los incendios forestales pueden ser naturales, pero la falta de preparación fue provocada por el hombre». El Partido Conservador (UCP) ha estado recortando los recursos de extinción de incendios durante años, cerrando torres de vigilancia; despidiendo guardabosques y oficiales de información, y reduciendo la duración de la temporada durante la cual se emplea al personal de incendios forestales. Estas parecen las acciones de un gobierno cuanto menos imprudente, pero se han tomado medidas similares en todo el país.
Desde sus inicios como jefe de Bomberos y Emergencias Regionales de Halifax en 2017, Ken Stuebing ha advertido una y otra vez del escaso presupuesto de extinción de incendios y de la escasez de material de formación, así como de la falta de bomberos. El jefe Stuebing estaba particularmente preocupado por los incendios forestales hasta el punto, según sus declaraciones, de que en 2022, el miedo lo mantenía despierto por la noche ya que el municipio regional de Halifax no tenía los recursos necesarios para combatir incendios forestales graves.
A las dificultades que enfrenta la provincia se suma el hecho de que, particularmente en las áreas rurales, gran parte de la extinción de incendios se realiza con bomberos voluntarios que lo hacen para servir a su comunidad. Esto se ha convertido en una preocupación cada vez mayor, ya que muchos bomberos voluntarios están envejeciendo y no hay suficiente dinero para formar a los nuevos. Además, a medida que la economía continúa tambaleándose, más y más personas se ven obligadas al pluriempleo, lo que les deja sin tiempo ni energía para ayudar a sus comunidades. Como dijo el jefe Stuebing, “las generaciones más jóvenes están trabajando en dos o tres trabajos solo para apenas mantenerse al día con los gastos de manutención; incluso aunque quisieran, ¿podrían permitirse el tiempo para ser voluntarios? ¿Especialmente sabiendo que algunas de las llamadas serían muy traumáticas?
El sindicato de guardabosques de Ontario, OPSEU, emitió un comunicado en el que afirma que los recortes dificultan la lucha contra los incendios. En un intento por parte del gobierno de Ontario para ahorrarse algunos centavos, a los bomberos del norte de Ontario ya no se les ofrecen contratos permanentes, sino contratos de tres o seis meses. Esto ha hecho que sea increíblemente difícil contratar personal, ya que los trabajadores buscan la estabilidad de un empleo más permanente. En el pasado, cuando los bomberos del norte de Ontario recibían contratos permanentes, los bomberos pasaban la temporada baja limpiando la maleza y realizando otras actividades para reducir el riesgo de incendios. En la actualidad, según el sindicato, les faltan 50 cuadrillas para proteger adecuadamente a la provincia de los incendios forestales.
Quebec también está terriblemente mal preparado. La provincia se está quedando sin aviones y pilotos para combatir los incendios y, en general, no tiene los recursos para controlar ni la mitad de los incendios forestales. En cambio, el gobierno de Quebec se ve obligado a esperar refuerzos del ejército canadiense y de voluntarios internacionales de Estados Unidos, Portugal y Francia.
Como dice el refrán, «una vez es un accidente, dos veces es una coincidencia, tres veces es un patrón». La consistencia del fracaso de estos gobiernos para prepararse, mitigar y combatir los incendios forestales es un fracaso de todo el sistema capitalista. Es sintomático de la decadencia del capitalismo que la clase dominante sea incapaz de anticipar problemas que son recurrentes cada año, incluso a riesgo de pérdida de propiedad y ganancias.
En mayo, el PIB de Canadá experimentó su mayor caída en ese mes en los últimos siete años debido a los incendios forestales de Alberta. A primera vista, esto parecería ir en contra de los intereses del capital. Pero a estas alturas, no debería sorprender que la clase dominante no considere los costos a largo plazo de los desastres que recaen sobre la clase trabajadora, cuando se pueden obtener ganancias insignificantes a corto plazo recortando servicios, regulaciones, salarios, y condiciones de trabajo. Vimos esto en Turquía cuando su gobierno permitió la construcción de edificios que no podían resistir los terremotos, y en Pakistán cuando se construyeron vecindarios en llanuras aluviales, decisiones que costaron decenas de miles de vidas. A escala global, vimos esto con el manejo de la pandemia de COVID-19, con negativas a compartir patentes o cooperar internacionalmente, y recortes en la atención médica incluso cuando la gente moría en hospitales colapsados. En un sistema en declive terminal, la clase dominante no puede pensar más allá del próximo trimestre fiscal. Cualquier consecuencia que quede fuera de esa línea de tiempo parece no existir, particularmente porque inevitablemente será la clase trabajadora la que pague los desastres con austeridad, recortes salariales y nuestras propias vidas.
Socialismo o desastre
El infierno que actualmente envuelve a Canadá no estalló sin previo aviso. Todos los pronósticos apuntan a que la situación seguirá degenerando. Según Natural Resources Canada, el costo nacional anual de la protección contra incendios superó los mil millones de dólares durante seis de los últimos 10 años y, en promedio, los costos han aumentado alrededor de $150 millones por década desde que comenzaron a recolectar este tipo dedatos en 1970. Un estudio de Public Safety Canada también encontró que desde 1970, el área quemada por incendios forestales se ha duplicado, y predicen que se duplicará nuevamente antes del finalde siglo. A medida que el cambio climático continúa afectando las temperaturas y los patrones climáticos, la “temporada” de incendios forestales está desapareciendo y está dejando de ser un problema estacional. El jefe Stuebing señaló: “Solíamos tener una temporada de incendios. Ya no existe tal cosa. Tenemos incendios forestales en algunos inviernos en los que no hay mucha nieve ni precipitaciones, incluso en pleno invierno”.
Para combatir estas tendencias aterradoras, el gobierno federal ha prometido $346 millones para formar a 1,000 bomberos y apoyar a las provincias y territorios para que adquieran nuevos equipos de extinción de incendios. También han hecho planes para lanzar un sistema satelital que monitoreará los incendios forestales desde la órbita, pero el sistema satelital no se lanzará hasta2029. Sin embargo, la mitigación y la prevención son factores críticos para detener los incendios forestales. El gobierno federal no ha mencionado qué medidas preventivas planea tomar, si es que las hay.
Además, los gobiernos federales y provinciales continúan dando largas al abordaje de la principal causa de la intensificación de las temporadas de incendios forestales: el cambio climático. A medida que aumentan las temperaturas, el suelo y el follaje se secan, y las condiciones de sequía crean las condiciones perfectas para los incendios forestales. Un estudio reciente de Environmental Research relacionó la desecación del medio ambiente en el oeste de Canadá y EE. UU. con las 88 principales empresas productoras de carbono del mundo, la mayoría de las cuales son empresas de combustibles fósiles. El estudio encontró una relación directa entre su mayor producción y un aumento en el número y la gravedad de los incendios forestales en el oeste . La clase dominante no tiene ningún problema en obtener ganancias mientras la clase trabajadora arde, y por más obvio que parezca, los representantes de la clase dominante están decididos a negar los hechos.
Cuando se le pidió en la legislatura provincial que estableciera la conexión entre el cambio climático y los incendios forestales, el primer ministro de Ontario, Doug Ford, se negó y dijo : “Estoy realmente sorprendido de que el líder de la oposición esté politizando los incendios forestales. Es asombroso, de verdad. Pero nada me sorprende con la oposición”. En lugar de comprometerse a tomar medidas, pidió a los habitantes de Ontario que no encendieran fogatas.
Parecidas declariones hizo el alcalde de Halifax, Mike Savage: “Esta es una clara violación de la política de la no estupidez, si es que existe. Creo que todo el mundo puede entender eso. No lo hagas No solo te afecta a ti; afecta a tus vecinos y afecta al personal de bomberos que combate estos incendios”. El gobierno ha seguido recordando a los habitantes de Nueva Escocia sobre la prohibición de hacer fogatas y advirtiendo de las multas que pueden alcanzar los $25,000. Si bien la actividad humana suele ser la causa del 50 por ciento de los incendios forestales, el 85 por ciento de la destrucción en la temporada de incendios es causada por incendios provocados por rayos. Culpar a los campistas es un intento descarado de pasarle la responsabilidad a la clase trabajadora canadiense.
Para el trabajador canadiense promedio que actualmente se ahoga con el humo, la respuesta de los gobiernos es claramente inadecuada. Entonces, ¿qué debemos hacer además de rezar para que llueva?
Necesitamos una inversión masiva no solo en la extinción de incendios, sino también en la prevención, mediante la gestión de los ecosistemas y el mantenimiento. Necesitamos reestructurar completamente la industria para operar de la manera más limpia posible, mientras desarrollamos y cambiamos a fuentes de energía renovable . Necesitamos pensar en términos de generaciones, no de trimestres fiscales, y debemos hacerlo a nivel internacional . Pero nada de esto sucederá bajo el sistema capitalista.
Un gobierno socialista tomaría los bancos, las grandes empresas y los servicios, e implementaría un plan económico racional bajo el control de los trabajadores. Esto garantizaría que los servicios de extinción de incendios y de emergencia estén bien financiados. El dinero que se desperdicia actualmente en la guerra imperialista , los rescates para los ricos y el bienestar corporativo podría usarse para invertir masivamente en la infraestructura necesaria para proteger a las personas contra los desastres relacionados con el clima, como incendios forestales e inundaciones, y acelerar la transición a la energía renovable. En lugar de políticas ambientalmente destructivas como la tala de bosques antiguos y la construcción de tuberías que aceleran la crisis climática, una sociedad socialista orientada en torno a las necesidades humanas invertiría en proteger los ecosistemas y gestionarlos de manera sostenible.
Los capitalistas que dirigen la sociedad están demostrando que prefieren dejar que el mundo se queme antes que emprender cualquier acción necesaria; por lo tanto, es tarea de la clase obrera relevarlos de su cargo. Esta es una lucha de clases, y los capitalistas tienen una política de tierra arrasada. Para sobrevivir, los trabajadores necesitan una revolución.
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