Catalunya: ¿Hacia dónde va el Procés?
Quien haya seguido atentamente los juicios del Tribunal Supremo y del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya contra los cargos del anterior gobierno de la Generalitat, imputados por poner urnas en la consulta del 9N del 2014, habrá podido apreciar dos verdades que emergen claramente: por un lado queda cada vez más evidente el carácter reaccionario del régimen del 78 –que no desaprovecha ninguna ocasión para mostrar su (débil) músculo contra cualquier clamor de autodeterminación del pueblo de Catalunya– y por el otro, la más que clara falta de voluntad de la dirección convergente de el llamado «Procés» de romper con el régimen.
Esta constatación es la que marca la política que debemos seguir los revolucionarios: condenar claramente y sin rodeos el régimen del 78, oponernos a cualquier criminalización de los derechos democráticos por parte del Estado y, al mismo tiempo, denunciar el carácter falso y cobarde de los representantes políticos de la burguesía catalana y llamar a las fuerzas de izquierda a romper con él.
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Artur Mas y el PDECAT se quitan la máscara ante el poder
Escuchar en boca del propio Artur Mas que «el ánimo de desobedecer no era la voluntad del Gobierno» o que «El 9N no tenía ningún valor legal» y que «no fue organizado por el gobierno» tuvo un punto casi grotesco. Parecía un niño que decía a los padres que él no había hecho nada malo.
En artículos precedentes ya pudimos avisar a la falta de voluntad de la derecha catalana de enfrentarse al régimen del 78 y de la no existencia, en el año 2017, de una supuesta «burguesía nacional progresista» pero, como dice Marx, la historia pasa como tragedia y se repite como farsa.
Las palabras y la actitud del que estuvo al frente de la Generalitat y del “procés” evidenciaron la realidad del apoyo oportunista al procés por parte del PDECAT: estirar la cuestión nacional y el procés al infinito para tapar los recortes del pasado y los que siguen en los presupuestos del govern de Junts pel Sí (JxS) y quedarse al frente de la Generalitat. Esta situación de bloqueo pero no se puede extender al infinito, ya que las fuerzas vivas de la sociedad catalana y del Estado presionan para que se llegue a una conclusión. Es una cuestión de dialéctica: tarde o temprano, la realidad del conflicto entre las clases encuentra una manera de romper la niebla densa de mentiras.
Se acerca el día de la verdad
Escuchando estas declaraciones se hace imposible creer que el gobierno de la Generalitat tenga ninguna intención de organizar un referéndum desobediente. La promesa de convocatoria de un supuesto referéndum responde a la necesidad del PDECAT de mantener unos complicados equilibrios en el parlamento. La CUP está rodeada en sus contradicciones, por haber sacrificado su programa político en nombre del llamado «bloque nacional» –invistiendo primero a un cargo de CDC como presidente de la Generalitat, Puigdemont, y después aprobando unos presupuestos que continúan con los recortes del anterior gobierno– y pedir algunos pasos concretos hacia la independencia. La tensión se puede tocar con la mano y es fácil entender que las exigencias de la CUP no tardarán en verse frustradas, provocando una nueva crisis de gobierno. El procés está llegando a los 5 años de vida y sin pasos concretos. El teatro acabará sin aplausos de su público y con una ducha de agua fría para muchas personas.
La formación de Un País en Comú
En los últimos meses se ha hecho la presentación oficial del documento cero del futuro partido unitario de la izquierda no independentista catalana. Consideramos que es un paso importante para fortalecer la representación política de la clase trabajadora del país y para marcar el paso en el resto del Estado en dirección a la transformación del espacio de Unidos Podemos en un espacio político orgánico. En este sentido, Catalunya está un paso más adelante que el resto del Estado. Sin embargo, no podemos evitar señalar que hasta ahora el proceso de formación de esta fuerza tiene muy poco que ver con el proceso participativo que llevó a la formación de Barcelona en Comú y que generó tanto entusiasmo. La formación del grupo promotor ha sido totalmente verticalista y se destaca la falta casi total de sindicalistas y luchadores obreros. Además el documento cero se queda corto desde el punto de vista político: ninguna mención a la clase trabajadora, y un programa aguado que no desafía el sistema ni a la clase dominante. No es el programa combativo y de clase que necesitan las fuerzas del cambio. Es necesario que los marxistas participen activamente en la formación del nuevo partido defendiendo con contundencia la necesidad de un programa revolucionario y de una estrategia combativa. Esto no se puede separar de la reivindicación de una estructura realmente democrática, donde las bases sean quien discute y elige el programa y la estrategia.
Soberanía para decidir todo
En la medida en que la burguesía nacionalista catalana no tiene ningún interés en desobedecer al Estado y por lo tanto va a entregar, tarde o temprano, la reivindicación de la autoderminación del pueblo de Catalunya, cabe preguntarse, ¿cuáles son las fuerzas que pueden garantizar el ejercicio de este derecho democrático, y en base a qué programa?
En realidad la lucha por la autodeterminación pasa en primer lugar por romper con los representantes políticos de la burguesía catalana. Además, para conseguir que la mayoría del pueblo trabajador en Catalunya apoye un referéndum, la cuestión de la autodeterminación debe ir vinculada a la lucha contra la austeridad, los recortes, los desahucios, la represión, etc. Es más, si se plantea de este modo, será más posible ganar el apoyo de la clase trabajadora del resto del Estado. De hecho es la única manera.
Romper JxS en líneas de clase. Por la unidad de la izquierda transformadora
Hemos visto que la verdad de la lucha de clases es la única que puede llevar claridad al proceso. Es la única que puede dejar bien claros los intereses reales que se juegan en el mismo. También hemos demostrado que el capitalismo español nunca ofrecerá la posibilidad de poner las urnas. Para dar una traducción política a lo que hemos explicado es necesario que «Los Comunes» hagan un llamamiento a ERC a romper con el PDECAT y constituir con la CUP un bloque de izquierdas que sí pueda llevar adelante un referéndum desobediente. Pero esto pasa, por parte de los Comunes, por abandonar la ilusión de que sea posible un referéndum pactado en el marco legal de la Constitución del 78 y por dotarse de un programa socialista que rompa definitivamente con el sistema que ahoga la soberanía de la mayoría trabajadora, en Catalunya y en el conjunto del Estado español.
Artículo original en catalán: Catalunya: Cap a on va el Procés?
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