Convocatoria del proceso “Andalucía no se rinde”
El pasado 14 de diciembre quedó convocado un proceso de debate para el lanzamiento de una nueva fuerza política en Andalucía que deberá culminar el mes de mayo. El proceso se enmarca en la ruptura de Anticapitalistas con la dirección estatal de Podemos, detonada hace un año.
Nuestra posición sobre la ruptura se encuentra recogida en artículos anteriores (La expulsión de Anticapitalistas del grupo parlamentario Adelante Andalucía y la necesidad de recomponer la izquierda), pero una vez que el proceso tuvo lugar, ahora la cuestión es cómo avanzar. Es constatable que el sector encabezado por Teresa Rodríguez mantuvo siempre diferencias con Pablo Iglesias y que estas se intensificaron con la entrada en el gobierno con el PSOE a nivel estatal. Se adujo hace un año que este era el motivo para la ruptura, señalando que tal decisión ataría a Unidas Podemos a la política neoliberal del PSOE. Esta idea tiene un peso significativo para las capas más activistas, quedando por ganar a los sectores descontentos de las bases de UP, donde se percibe insatisfacción con el ablandamiento sistemático del programa de UP, tal como explicamos en este artículo: Los acontecimientos políticos en Andalucía…
Contenido
Con qué programa y ejes
Teresa Rodríguez ha declarado que el proceso tendrá como uno de sus ejes la defensa de los intereses de la clase trabajadora andaluza desde una posición netamente de izquierdas. Para nosotros, como marxistas, este es un buen punto de partida. Este aspecto debe ser concretado en una serie de reivindicaciones orientadas a la superación real de las condiciones de atraso en que vive nuestra clase, partiendo de las causas de las mismas.
Ya antes de la crisis del COVID-19, el 38%, la población andaluza se encontraba en riesgo de exclusión, lo cual sitúa a Andalucía, junto a Extremadura, a la cabeza del desastre económico, con unos servicios de protección social claramente deficitarios. Esta situación guarda una relación directa con una estructura económica históricamente ligada a la ausencia de desarrollo industrial, apuntalado por la propiedad latifundista de la tierra (50% de la tierra en manos del 2% de los propietarios), aspecto al que nunca se dio solución.
Esta realidad ha condenado a Andalucía a ser una zona centrada en sectores económicos altamente dependientes del turismo, que representa el 13% del PIB de Andalucía. Por su parte, la hostelería, un sector con una altísima precariedad laboral, ocupa al 63% de los trabajadores del sector turístico. Estos son los sectores económicos que actualmente se están afianzando en Andalucía. De igual forma, el sector primario fue desplazado en el proceso de la mundialización de la economía, en favor de países en que las condiciones de la clase trabajadora se sitúa en niveles propios de la esclavitud. Por ello, todos los parámetros de desarrollo humano en Andalucía se sitúan por debajo de la media estatal.
La clase trabajadora es la única que puede llevar a cabo una transformación radical de esta realidad. Para ganar su apoyo es necesario dotarse de un programa que ponga por delante sus intereses. Una vez ha quedado probado que el atraso económico no encontró ningún remedio en la conquista de la autonomía, las cuestiones centrales siguen siendo la cuestión del desempleo crónico, la educación, la sanidad, las infraestructuras. Para ello no basta con enunciar en abstracto las reivindicaciones, sino que es necesario plantear las reivindicaciones inmediatas que activen la lucha de las masas, tales como:
• Intervención de las grandes empresas que no respetan los derechos laborales y la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
• Impago de las deudas generadas por políticos corruptos en favor de sus socios banqueros.
• Expropiación de grandes tenedores de viviendas.
• Plan urgente de construcción de viviendas para garantizar la emancipación de jóvenes mayores de 18 años.
• Subsidio indefinido igual al SMI mientras no se garantice un puesto de trabajo.
• Renacionalización sin indemnización de las infraestructuras energéticas.
• Nacionalización de la banca para garantizar créditos a bajo interés para la pequeña industria y agricultores.
• Expropiación sin indemnización de los latifundios de Andalucía para pasar a ser explotados y gestionados por colectividades de jornaleros. Creación de industrias públicas de procesado y manipulación de productos agrícolas, bajo el control de los trabajadores.
Es necesario explicar que sólo es posible realizar estas transformaciones en alianza con el resto de la clase trabajadora de los demás pueblos del Estado, con la cual es necesario aunar esfuerzos para derrocar la estructura política del Régimen del 78. El programa de la nueva fuerza política debe entroncar con el rechazo cada vez más sólido hacia todas las instituciones del estado, empezando por la propia corona, poniendo en primer plano la lucha por la Federación de Repúblicas Ibéricas, dejando claro que esta nueva forma de estado sólo podría funcionar en favor de la mayoría de población con un contenido socialista, es decir, con la expropiación de las grandes palancas económicas para el posterior control obrero.
La cuestión de la identidad andaluza
Somos conscientes de que en el seno del núcleo impulsor de la nueva fuerza existen organizaciones cuyo eje central son consignas de corte nacionalista o soberanista. Como marxistas no negamos que cada pueblo tiene sus señas culturales propias, y desde luego no negamos particularmente las de Andalucía. Por supuesto estamos en primera línea en la lucha contra el atraso andaluz específicamente. Lo que sí rechazamos es la idea de que una fuerza que se propone una transformación profunda vertebre su acción en torno a cuántos representantes logra colocar en el parlamento estatal para hacer oír “la voz de Andalucía como nación”. En primer lugar, entre las preocupaciones inmediatas de las masas empobrecidas de Andalucía figura la cuestión del paro, la vivienda y los servicios públicos, pero no existe una preocupación por la cuestión específicamente “territorial”. Como internacionalistas, entendemos que la propaganda “andalucista”, en todo caso, es un punto de apoyo que ayuda en la lucha contra la causa del atraso de Andalucía, la lucha contra el capitalismo. Su superación tiene como premisa de solución alcanzar la máxima unidad con la clase obrera de otras zonas del Estado. Los intentos voluntaristas por hacer de la cuestión cultural o “nacional” el centro de los mensajes lograrían, en el mejor de los casos, desdibujar las líneas que separan los intereses de las clases sociales, así como difuminar las causas del propio atraso. No se trata de luchar por otra forma de capitalismo específicamente andaluz, sino de superarlo mediante un programa de líneas socialistas.
Evitar el sectarismo
Por otro lado, defendemos la distinción entre las bases de apoyo de UP y PSOE, fundamentalmente de clase trabajadora, y sus direcciones. Estas fuerzas gobiernan porque representan aún, parcialmente, las aspiraciones políticas de los trabajadores, frente a una derecha cada vez más radicalizada ante las crisis irresolubles de su propio sistema económico y de sus estructuras estatales. El callejón sin salida que representa la socialdemocracia sin posibilidades de ofrecer reformas de calado, pone en primer plano la necesidad de levantar un programa revolucionario que vuelva a conectar con aquellas aspiraciones que cada día aparecen más frustradas. Pero la condición para esta conexión es la explicación paciente y no sectaria hacia las propias bases de la izquierda. En este sentido, será necesario desarrollar una crítica fraternal y la unidad de acción en la calle, frente a la derecha.
El camino está abierto
La profunda crisis del sistema capitalista a nivel global apunta al recrudecimiento de la lucha de clases a escala mundial. Las contradicciones cada vez son más profundas en todos los terrenos y el malestar social va en aumento en cada país y región. El establecimiento de una fuerza política que se dote de un programa y unos métodos democráticos de funcionamiento que permitan permear en la organización de la movilización social, adquiere cada día un carácter más imprescindible. Hacerlo antes de que los procesos sociales se desaten tiene la enorme ventaja de poder estar preparados para dotar a estos de una perspectiva elaborada en correspondencia con las lecciones históricas de la lucha de la clase obrera por su liberación.
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