Edificio se derrumba en Madrid, expone la negligencia capitalista
Recientemente, se derrumbó en Madrid un edificio en el centro de la ciudad, causando la muerte de cuatro personas: tres de ellas eran trabajadores y una arquitecta, todos ellos trabajaban en la rehabilitación del edificio. El edificio, ubicado cerca de la Plaza Mayor, sufrió un derrumbe parcial a la 13h del 7 de octubre, enterrando a los trabajadores bajo los escombros. El sitio había sido adquirido por un inversor europeo con sede en Arabia Saudí que buscaba convertirlo en un hotel de lujo. Si bien los detalles aún son algo vagos, los hechos indican claramente que este «accidente» es un reflejo de la mala gestión y la explotación capitalistas. En primer lugar, el hecho de que el edificio se esté convirtiendo en un hotel de lujo ya alimenta los crecientes abusos de los capitalistas que compran edificios que podrían servir como viviendas potenciales para la gente, montando estas viles creaciones que solo sirven para obtener ganancias ingentes para un puñado de ricos individuos.
Si miramos más de cerca, podemos ver algunos indicios notables que muestran que existían condiciones potencialmente peligrosas para los trabajadores. Se ha aclarado que el edificio en el que se estaban realizando las obras recibió una evaluación de seguridad desfavorable por parte del Ayuntamiento de Madrid. Esto demostró que el edificio ya era un lugar peligroso donde trabajar. La empresa que supervisaba las obras es Rehabilita, una constructora madrileña que no es segura ni de alta calidad, ha recibido innumerables quejas sobre la mala calidad de sus obras y proyectos de rehabilitación. Además, contrata a un gran número de trabajadores migrantes, quienes son explotados despiadadamente. Tres de los cuatro trabajadores fallecidos en el derrumbe eran migrantes, lo que demuestra la realidad y los peligros que enfrentan muchas de estas personas para subsistir. Es muy común que un migrante que llega al Estado español y no tiene papeles trabaja en este tipo de obras, sin contrato, sin protección legal y muy a menudo sin experiencia en el sector, porque el trabajo manual es la única oportunidad que pueden encontrar para ganar lo justo para sobrevivir.
La clase trabajadora sufre la explotación constantemente, que también conlleva daños físicos. En 2023, se registraron 721 muertes en centros de trabajo en el Estado español, una cifra extremadamente alta. Esto ni siquiera incluye el desgaste mental y físico que sufren los trabajadores por las brutales condiciones laborales, que incluye el aumento del trabajo precario, consistiendo en jornadas más largas, salarios más bajos y condiciones más peligrosas. A los capitalistas no les importan en absoluto las condiciones en las que operan sus trabajadores; de hecho, si se les proporciona un entorno más seguro, mejores horarios, mejores salarios, etc., esto reducirá sus ganancias, por lo que siempre se recortarán costes para protegerlas.
Estos trabajadores que murieron el 7 de octubre son el resultado de la explotación y la mala gestión, y no serán los últimos. Mientras este sistema bárbaro exista, los trabajadores seguirán siendo puestos en peligro para generar ganancias rápidas para la clase dominante. Habrá más muertes, más sufrimiento, más lucha para la clase trabajadora, más familias perderán a sus seres queridos y se infligirá más dolor a la clase trabajadora. Por eso debemos luchar por una economía socialista planificada, para garantizar que los trabajadores estén protegidos del peligro y tengan vidas y condiciones cómodas y dignas, y para poner fin al sufrimiento continuo de la mayoría de la sociedad.
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