El capitalismo mata al planeta ¡Hace falta una revolución! – Parte VIII (final): El socialismo y el medio ambiente

Una sociedad socialista, liberada del dominio del beneficio privado, podría avanzar rápidamente en contener y mitigar el cambio climático. Por supuesto, se necesita un período de transición hasta desarrollar una alternativa energética global a los combustibles fósiles y a la energía de fisión nuclear. Por un tiempo sería inevitable seguir utilizando estas energías para evitar un colapso de nuestras sociedades, pero desde el primer momento su uso se iría reduciendo progresivamente. Lo que sí podemos afirmar es que la transición hacia un sistema energético global no contaminante  avanzaría con rapidez. Ya en la sociedades actuales nos maravilla la enorme rapidez con que se extienden y homogeneizan a nivel mundial la técnica, los descubrimientos científicos, y los nuevos inventos y objetos de consumo, gracias al avance tecnológico, el desarrollo industrial, las telecomunicaciones y el transporte ¡Cuánto más sería posible avanzar en una economía planificada a nivel mundial, liberada de la propiedad privada, con la participación de toda la sociedad, y atendiendo solamente los intereses humanos y medioambientales!

Hoy día la inmensa mayoría de los científicos del mundo se encuentran divididos y aislados entre sí por una multitud de corporaciones egoístas, de Estados nacionales y universidades públicas y privadas, que compiten entre sí, que se obstaculizan y boicotean unos a otros, y se ocultan sus investigaciones, a fin de adelantarse en la obtención o consecución de tal o cual descubrimiento o alcance científico ¡Qué despilfarro de millones de horas  de trabajo, de conocimientos, del esfuerzo de cientos de miles de científicos! ¡Y cuántos inventos o proyectos científicos viables que podrían mejorar la vida de la gente, incluidas alternativas energéticas no contaminantes, pero que no son rentables desde el punto de vista del interés capitalista, permanecen guardados en los cajones de los despachos de todas estas instituciones! Recientemente, saltó a las páginas de los diarios el caso de un ingeniero catalán, Benito Muros, quien inventó una bombilla inagotable de duración indeterminada, pero no encuentra quien comercialice su invento al no ofrecer una rentabilidad prolongada ¡Cuánto no ahorraría la sociedad con bombillas inagotables, en materiales, desechos y en el propio consumo energético! Pero bajo el capitalismo estos inventos son “inviables”.

Si todos los ingenieros, investigadores y científicos trabajaran conjuntamente, de manera solidaria, para servir exclusivamente al avance del ser humano y no al interés privado o egoísta de una corporación, una universidad o un Estado, ¡cuánto no podría avanzar la especie humana en transformar completamente la faz de la Tierra en un plazo relativamente breve de años!

El desarrollo actual limitado que, en muchos aspectos, aún tienen las energías renovables y no contaminantes en materia de eficiencia, coste, etc. por la desatención que sufren en este sistema –debido al boicot del “lobby” petrolero y al carácter secundario y complementario con que es tratada esta energía– podría ser rápidamente superado para alcanzar y superar en poco tiempo la eficiencia y productividad de las energías convencionales.

Con el desarrollo del riego por goteo, aprovechando cada gota de agua, se ha conseguido convertir áreas desérticas de Israel en oasis y vergeles ¡Lo mismo podríamos hacer en el Sáhara o en las zonas semiáridas y semidesérticas del sureste peninsular, de Aragón y otras zonas de la península y Canarias!

Recientemente, dos estudiantes de ingeniería en Barcelona consiguieron cargar su móvil con los desechos de una simple maceta, sin contaminación. Pueden parecer ideas extravagantes, pero eso simplemente muestra el potencial creativo del ser humano que sólo ha podido avanzar con “ideas extravagantes” o experiencias casuales similares. Ahora, toda esta creatividad está amordazada y contenida por el interés privado capitalista ¡Hay que liberarla para ponerla a disposición de toda la humanidad y del futuro de la vida en el planeta!

Con el desarrollo tecnológico actual sería posible reducir las horas de trabajo a 4 ó 5 horas al día, y así disponer de más tiempo para el ocio creativo y para participar en el control y la gestión de la sociedad, lo que incluye la cuestión energética y medioambiental.

Liberada del beneficio privado, los ingentes recursos que ahora se atesoran en las cuentas de resultados de las grandes multinacionales y bancos serían movilizados para solucionar los acuciantes problemas que asolan a la humanidad.

Sólo a gastos armamentísticos en 2018 se destinó la friolera cantidad de 1,6 billones de euros en todo el mundo. Según el FMI, el mundo gasta anualmente 4,8 billones de euros en subvenciones a la energía, sobre todo a los combustibles fósiles, eso incluye los costes de todos los daños ambientales causados por los combustibles fósiles. Así, tenemos un despilfarro de gastos y recursos de billones de euros cada año, para armas y energías contaminantes, que podrían emplearse en investigar, inventar y desarrollar nuevas tecnologías y combustibles que reduzcan al mínimo la contaminación medioambiental y para revertir todas las calamidades que nos asolan: el cambio climático, los desplazados por conflictos bélicos y desastres medioambientales, inundaciones, sequías, desforestación, etc.

Una reforestación a gran escala prepararía las condiciones para revertir a medio plazo muchos de los efectos actuales del cambio climático.

Se podría introducir una revolución en el hábitat y en la construcción de edificios e instalaciones con materiales aislantes de frío-calor, con aprovechamiento del sol y de la lluvia, para reducir drásticamente el uso de energía para uso residencial, frente al despilfarro de las grandes empresas constructoras sólo interesadas en construir rápido y barato con materiales de baja calidad térmica y acústica.

Una planificación racional del transporte público, incrementando su extensión y calidad, haría innecesario abarrotar las calles con automóviles privados.

La reutilización y reciclaje de todos los objetos cuya vida útil haya terminado, sumado a la reversión de la obsolescencia programada establecida por la industria capitalista para incrementar sus ventas, permitiría eliminar el despilfarro y reducir drásticamente el consumo innecesario de esfuerzos, recursos, materiales y energía. El problema no es el “exceso” de consumo y de bienestar social, sino la producción capitalista y su sed de ganancias a cualquier costo.

Hay estudios avanzados, ya hoy, sobre la utilización de bacterias tanto en mar como en tierra para degradar naturalmente los plásticos y aguas ácidas, que podrían ser utilizadas a gran escala bajo un estricto control científico.

En una sociedad socialista altamente desarrollada no sería ciencia-ficción imaginar la posibilidad de construir artefactos que succionaran el CO2 acumulado en la atmósfera para expulsarlos al espacio exterior.

La imaginación, la creatividad y la inventiva humana para reducir y eliminar la contaminación no tiene límites. Ideas, inventos u objetos útiles que hace 50, 100 o 500 años podrían parecer cosas irrealizables son hoy una realidad.

Una economía socialista, planificada de manera armónica y democrática para beneficio de todos, coordinada a nivel mundial, introduciría una revolución completa en la vida corriente de miles de millones de personas y en el medioambiente de nuestro planeta. No habría escasez, ni calamidades evitables, ni miseria ni sufrimiento, ni guerras, ni destrucción, ni violencia ni barbarie perpetradas por seres humanos contra otros seres humanos. Cada persona alcanzaría el nivel de desarrollo más elevado posible. La solidaridad y la fraternidad, como asoma en cada lucha obrera y estudiantil, sería la norma de conducta básica de todos los seres humanos. El egoísmo individual sería desterrado por innecesario. La lucha humillante por el pan diario, el techo y el trabajo, quedaría completamente atrás. Todos ocuparían una labor productiva ¡la humanidad no puede permitirse brazos ni cerebros ociosos! El trabajo sería creativo, alegre y edificante, y no una tortura como ahora; la gente viajaría por todo el planeta a placer sin preocupaciones de dónde alojarse, comer o vestirse; cada individuo hablaría fluidamente 3, 4 o 5 idiomas. La gente común y corriente no tendría necesidad de buscar el paraíso en el más allá ni después de la muerte, o en las ideas nebulosas y enajenantes del misticismo religioso, ese paraíso sería real, y estaría en la Tierra, para ser disfrutado en una vida completa y feliz. En palabras de Federico Engels, el ser humano pasará del reino de la necesidad, al reino de la auténtica libertad.

Pongámonos en marcha y hagamos realidad un mundo socialista, verdaderamente humano y fraterno, no para un futuro nebuloso e indeterminado, sino ahora, en nuestra vida. Nuestro planeta y el futuro de la especie humana están en entredicho, no pueden esperar.

UN PROGRAMA DE TRANSICIÓN PARA EL MEDIO AMBIENTE

Frecuentemente, se nos acusa a los marxistas, a los socialistas revolucionarios, de que nuestro programa se reduce a pronunciar la palabra: Socialismo, sin aportar propuestas concretas para el aquí y ahora.

Esto es una completa vulgarización del marxismo y refleja la profunda ignorancia de quienes emiten estas opiniones.

Los marxistas somos los luchadores más consecuentes por las reformas del aquí y ahora, por eso participamos cotidianamente en las luchas obreras, estudiantiles, vecinales, etc. Las reformas son imprescindibles para mejorar las condiciones de vida y sociales, y además proporcionan la confianza necesaria a la clase trabajadora y a la juventud para ampliar sus reivindicaciones. La lucha cotidiana por reformas o para defender las condiciones de vida y laborales existentes, por tanto, es una preparación necesaria para la lucha por el socialismo.

Lo que nos distingue a nosotros de los “reformistas”; es decir, de quienes luchan por “reformas” como un fin en sí mismo y dentro de los límites del sistema capitalista, es que sabemos que las reformas son coyunturales, que lo que hoy conseguimos el sistema capitalista nos lo quitará mañana, y que por tanto ninguna mejora ni avance están garantizados, en la medida que subsista el sistema capitalista mismo, y el beneficio privado de las grandes empresas y bancos estén por encima de la vida de los millones de trabajadores y otras capas explotadas de la sociedad, que la hacen funcionar cada día. 

Por otro lado, hay reivindicaciones y necesidades que el capitalismo puede conceder con más o menos presión desde abajo o a través de una mayoría parlamentaria, y hay otras que sólo podrá conceder en base a una lucha dura y prolongada; pero hay también otras medidas necesarias que son imposibles de conseguir en este sistema porque contradicen completamente la propiedad privada de los grandes capitalistas, que es la base del sistema actual. Por eso, debemos ligar la lucha por las reformas más inmediatas y necesarias con la lucha más amplia por transformar completamente la sociedad en líneas socialistas, planteando un programa de medidas de transición al socialismo que incorpore todas las demandas necesarias, sean posibles de conseguir o no bajo el sistema capitalista.

De lo que se trata es de poner en pie un movimiento de millones que haga propio un programa de transición hacia el socialismo, para transformar la lucha contra el cambio climático en una lucha general contra el capitalismo mundial, y por el socialismo internacional.

Este programa, aunque contenga reivindicaciones comunes, debe elaborarse país por país para incorporar sus demandas específicas. El programa que proponemos aquí, para el caso del Estado español, son las medidas que consideramos más relevantes y que podría completarse con otras no especificadas, y sería el siguiente:

• Expropiación y nacionalización sin indemnización salvo a pequeños accionistas, y bajo el control  e trabajadores, de las grandes compañías energéticas (Repsol, Endesa, Iberdrola, Naturgys-Gas  Natural, etc.), para acometer las transformaciones energéticas necesarias contra el cambio climático.

• Los subsidios estatales a los combustibles fósiles deben invertirse en la investigación de energías alternativas (solar, fotovoltaica, geotérmica, mareas, fusión nuclear, eólica, hidrógeno, etc.) y en un plan nacional de adaptación al cambio climático.

• Expropiación, nacionalización y conversión industrial de fábricas y minas contaminantes, sin indemnización salvo casos de necesidad comprobada, y bajo el control de comités elegidos por los trabajadores y los habitantes de los territorios.

• Expropiación y nacionalización sin indemnización salvo a pequeños accionistas, bajo el control de trabajadores, de la industria automotriz, para comenzar la producción en masa de vehículos ecológicos a precios asequibles.

• Plan nacional para la reorganización hidrogeológica del territorio.

• Programa Estatal, a 5, 10 y 20 años de protección del entorno natural, con una repoblación forestal basada en criterios científicos, y la regeneración total de las aguas de los ríos, arroyos, acuíferos, etc.

 

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