El imperio que no cesa: la constante injerencia española en América Latina

Las relaciones entre el Estado español y América Latina han vuelto a la actualidad de forma dramática este mes de septiembre. A la ya larga injerencia española en Venezuela, se une ahora una crisis abierta con México que apenas empieza a desplegarse.

Esta permanente injerencia del Estado español en los asuntos latinoamericanos se debe a la gran penetración del capital español en el continente, especialmente en los sectores de banca, energía y telecomunicaciones. Se trata de una política imperialista clásica para proteger los intereses de las multinacionales españolas en América Latina. Por supuesto, la clase dominante, el gobierno y la academia revisten a esta política de saqueo de una cobertura ideológica basada en la idea de la “Hispanidad”, con la corona española como centro aglutinador, encontrando para ello un curioso aliado en algunos discípulos del chovinista Gustavo Bueno que, por alguna extraña razón, se hacen llamar comunistas.

Como en los tiempos de la colonia, las élites criollas se benefician del saqueo imperialista de las multinacionales extranjeras. El Informe anual de inversión española en Iberoamérica, elaborado por IE University, Auxadi e Iberia, en colaboración con Casa de América, revela que el 76% de las empresas españolas aumentará sus inversiones en el continente en 2024. América Latina es un gran mercado para la banca y las telecomunicaciones españolas y una fuente importante de materia prima para las energéticas. Salvo episodios como la nacionalización en 2012 por parte del gobierno argentino de la parte que Repsol tenía en la petrolera argentina YPF, por lo general los intereses españoles son cuidados por los gobiernos latinoamericanos, de izquierdas y de derechas, incluyendo también a los gobiernos de Maduro y de López Obrador, cuyo antiimperialismo no va más allá de los límites de la retórica en este caso.

Venezuela: cuestión de Estado

En lo que a Venezuela se refiere, el Estado español ha combatido desde el principio la Revolución Bolivariana, consciente del peligro que para sus intereses dentro y fuera de Venezuela suponía este proceso revolucionario. El gobierno de José María Aznar llegó particularmente lejos en el enfrentamiento con el gobierno y las masas bolivarianas. El gobierno español fue uno de los principales instigadores y patrocinadores del golpe de Estado que desplazó temporalmente a Hugo Chávez en abril de 2002, golpe que fue derrotado por la movilización general de las masas revolucionarias.

La presencia de Edmundo González en Madrid ofrece una excelente plataforma tanto a la derecha venezolana como a la propia derecha española / Uso legítimo

Desde entonces, especialmente con los gobiernos del PSOE, la política del Estado español hacia Venezuela se ha movido en un equilibrio precario, sumándose con entusiasmo a las condenas contra la “dictadura” venezolana y procurando a la vez salvaguardar los intereses de los capitalistas españoles en el país a través de la negociación y el acuerdo con el gobierno bolivariano. José Luís Rodríguez Zapatero, primero como presidente y más tarde como asesor y mediador, ha sido el principal representante de esta política de “conciliación”. Esta posición es la que le ha permitido negociar directamente con el gobierno venezolano la salida de Edmundo González y su acogida en España en calidad de refugiado político.

De nuevo, el gobierno español administra el derecho de asilo con una exquisita y desvergonzada hipocresía. Mientras que no dudan en acoger a reaccionarios, golpistas y ladrones de la oposición derechista venezolana, niegan ese mismo derecho a perseguidos políticos saharauis, a los que entregan sin rubor a las manos sangrientas del dictador Mohamed VI de Marruecos. Tal es el caso de los 40 saharahuis varados actualmente en el aeropuerto de Barajas de Madrid, de los que ya han entregado a 10 al verdugo de Rabat.

La acogida de Edmundo González es una decisión perfectamente coherente con la política defendida por Zapatero y apoyada en la práctica por los reformistas de izquierdas que en algún momento se declararon partidarios de la Revolución Bolivariana. Ahora bien, la presencia del candidato opositor en Madrid, arropado por el núcleo duro de la emigración venezolana más reaccionaria, ofrece una excelente plataforma tanto a la derecha venezolana como a la propia derecha española, que no ha dudado en volver a utilizar una vez más, como ya es tradición en los últimos veinte años, a Venezuela como un argumento de oposición contra el gobierno del PSOE.

El PP y Vox apuestan por el enfrentamiento abierto con el gobierno venezolano, independientemente de que la caída de este último pueda provocar una mayor inestabilidad e incluso un enfrentamiento civil. Con Edmundo González ya en Madrid, la derecha ha aprovechado la oportunidad que le ha servido en bandeja el propio gobierno y ha logrado que el Congreso de los Diputados aprobara una resolución en la que declara a Edmundo González presidente legítimo de Venezuela.

Junto al PP y a Vox, votaron a favor Coalición Canaria y el PNV, dos partidos con sus propios intereses en el conflicto venezolano en la defensa de los intereses de la burguesía vasca y de la pequeña burguesía de origen canario. Lo que tal vez no esperaban los representantes de los empresarios es que Alberto Núñez Feijóo se permitiera regañar a las empresas que operan en Venezuela, acusándolas de colaborar con una dictadura. Por supuesto, el gobierno progresista acudió raudo en defensa de los empresarios españoles, la defensa de cuyos intereses es la absoluta prioridad de su política hacia Venezuela.

¿Espías españoles en Venezuela?

La declaración del Congreso no ha sido el último, ni siquiera el peor, de los episodios de la larga injerencia española en los asuntos de Venezuela. El gobierno de Maduro ya bastante enfadado por dicha declaración, anunció poco después la detención de dos ciudadanos españoles a los que acusa de formar parte de una conspiración terrorista contra el gobierno venezolano, en la que estaría implicado  el CNI español.

El gobierno español se apresuró a negar cualquier vínculo entre los detenidos y el CNI. Esto, por supuesto, no demuestra absolutamente nada; cualquiera que esté mínimamente familiarizado con el modus operandi de los servicios secretos sabe que ningún gobierno ni  agencia de inteligencia van a admitir que les han pillado in fraganti y siempre van a negar cualquier vínculo con los agentes caídos.

A día de hoy, a la espera de las revelaciones anunciadas por el gobierno venezolano, no tenemos pruebas ni elementos de juicio suficientes para determinar si estos dos individuos son en efecto agentes del CNI. Pero lo cierto es que los movimientos de estos dos ciudadanos españoles en una región cercana a la frontera colombiana pueden resultar muy sospechosos para cualquiera. Sea como fuere, no sería sorprendente que la injerencia española en Venezuela se condujera también por los procelosos caminos del espionaje y la conspiración imperialistas.

México: la monarquía y la “Hispanidad”

Con la crisis venezolana aparentemente sorteada, por el momento, el Estado español debe ahora encarar otra crisis de parecida magnitud con México. En esta ocasión, el estallido de la crisis tiene menos que ver con una amenaza directa a los intereses económicos de España y más con una cuestión ideológica, y no por ello menos importante para el Estado español.

En marzo de 2019 el presidente López Obrador envió al rey de España y al Papa Francisco una carta en la que pedía de España, y de la Iglesia Católica, un acto de contrición por los abusos cometidos durante la conquista de América. Mientras que el rey Felipe dio la callada por respuesta y el astuto jesuita Bergoglio reconoció los “pecados” cometidos durante la conquista, la respuesta del gobierno español fue un vergonzoso intento de echar tierra al asunto, usando el argumento filisteo de “no juzgar el pasado con los ojos del presente” y apelando a la idea de la Hispanidad como la raíz que une a España con sus antiguas colonias.

Por supuesto, una legión de periodistas mercenarios, escritorzuelos y académicos seniles salió a hacer coro al gobierno y a denunciar histéricamente la insolencia del presidente mexicano, con la ayuda, una vez más, de los nacionalistas españoles, como Bernabé o Armensilla, disfrazados de comunistas o de gentes de izquierdas en general. Independientemente de lo que opinen estas damas y caballeros, de todo cuanto puedan retorcer su relato falso de la historia, el carácter genocida de la conquista, episodio clave en el proceso de acumulación primitiva que se halla en la raíz del capitalismo, es perfectamente fehaciente y comprobable con sólo echar un vistazo a los datos.

la Hispanidad es la cobertura ideológica del imperialismo español en América Latina y de la injerencia española en los asuntos políticos de los países latinoamericanos / Uso legítimo

No es descabellado, pues, que el Reino de España, en tanto que sucesor de la Corona de Castilla, reconozca los hechos y emita una disculpa pública. Pero, en lugar de ello, el rey y toda su corte se escudan en la idea de la Hispanidad para eludir toda responsabilidad y toda disculpa, por un hecho muy sencillo: la Hispanidad es la cobertura ideológica del imperialismo español en América Latina y de la injerencia española en los asuntos políticos de los países latinoamericanos. Es, no sólo un mito fundacional del nacionalismo español, sino la idea de que, doscientos años después de la independencia de las antiguas colonias, España todavía tiene algún derecho sobre ellas y el rey de España, el gran comisionista del gran capital español, está por encima todos los mandatarios electos latinoamericanos.

Es por esto que el gobierno mexicano se ha negado a invitar a “Su majestad” a la toma de posesión de la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Desairado, el gobierno de Sánchez anuncia que ningún ministro ni diplomático español acudirá a la toma de posesión. La decisión del gobierno mexicano ataca justo al centro de la ideología imperialista de la Hispanidad, y por ello la reacción del gobierno, acompañado una vez más de toda la antedicha corte, adquiere una especial acritud.

En esta ocasión, sí tenemos que reconocer la dignidad de algunos sectores de la izquierda estatal y de las nacionalidades, que comparten con el gobierno mexicano la caracterización de la conquista, que no están dispuestos en salir en defensa de la monarquía y que van a acudir por su cuenta a la toma de posesión de Sheinbaum. Los comunistas en el Estado español debemos ir un paso más allá y denunciar la explotación y la injerencia imperialistas del Estado español en América Latina, apoyar los movimientos revolucionarios que contra ella se alcen allá y luchar por la revolución socialista en el Estado español, en Europa y a nivel mundial que termine de una vez por todas con las raíces del imperialismo y la opresión.

Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]

Para conocer más de la OCR, entra en este enlace

Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí