El movimiento por la vivienda ha de pasar a la ofensiva
El problema de la vivienda es una constante en el capitalismo ¿Quiénes son los propietarios de las viviendas? Los bancos, fondos de inversión, el Estado, los medianos y grandes propietarios y, en menor medida, trabajadores y pequeños propietarios. Como todos los mercados, está sujeto a especulación. En el contexto actual, de subida generalizada del precio de venta, así como de aumento de los precios del alquiler, se ve con más claridad el papel de los grandes propietarios en la “regulación” de los precios.
La situación actual ha llegado a un nivel lo suficientemente preocupante como para poder hablar de una verdadera crisis de la vivienda. Los vaivenes constantes de la economía capitalista afectan en mayor o menor medida las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad, los trabajadores. En este momento, sin embargo, no solo sufrimos un resentimiento de nuestro consumo o nuestras expectativas de vida: al aumento de precios de todas las necesidades básicas se suma el de la vivienda, que está volviéndose inaccesible en condiciones dignas para capas cada vez más amplias de la clase trabajadora. No es ya que las cosas vayan mal, o vayan a peor: tener un techo bajo el que refugiarnos se está convirtiendo en toda una cruzada.
En el Estado español, gran parte de las viviendas están en manos de pequeños propietarios -quienes poseen menos de cuatro viviendas-, pero no son ellos quienes determinan el precio. El mercado se deja llevar por tendencias que alguien pone en marcha. Esto es responsabilidad de los grandes propietarios, especialmente los llamados fondos buitre, y de plataformas como AirBnB que, agrupando a pequeños y grandes propietarios, actúa como un oligopolio de facto.
Pero, ¿cómo consiguen regular el mercado a su antojo y que parezca que no se puede hacer nada para frenar la subida de precios? Aprovechándose de una constante en todos los mercados en la economía capitalista: la opacidad. Ahora mismo, la única forma que tenemos de saber la situación del precio de la vivienda en cada zona es consultando los precios de las viviendas en alquiler que se encuentran ofertadas en los diferentes portales inmobiliarios. Mientras tanto, ignoramos el precio de aquellas que ya están en uso. Sin considerar esta situación, sería imposible entender cómo, en un mismo barrio, habitaciones o viviendas similares tienen precios muy distintos: quienes alquilaron cuatro años atrás disfrutan de precios más bajos que quienes lo hacen ahora.
En una ciudad universitaria como València, los precios de una habitación en un piso de estudiantes de entre tres y cuatro habitaciones, hace no mucho tiempo, se situaba entre los 150 y 200 euros. La mayoría de estas viviendas están en manos de pequeños propietarios. Al mismo tiempo, tenemos el impacto de los pisos turísticos con precios superiores a los de los hoteles. Mientras el engranaje funciona, muchos propietarios convierten sus pisos de estudiantes en viviendas de uso turístico, y quienes no lo hacen aumentan los precios por la coyuntura favorable.
El resultado: aumenta la demanda de habitaciones a la vez que se reduce la oferta -por la mina de oro que son los Airbnb para los propietarios- y el precio de las habitaciones de estudiantes aumenta considerablemente. Las nuevas habitaciones que se ofertan ya parten de un precio de 350-400 euros, en la misma zona. Algunos estudiantes siguen en habitaciones de 150 euros hasta que, con el cambio de curso, los propietarios reforman las viviendas y aprovechan para subir los precios hasta su nuevo precio de mercado. Lo que empezó con la proliferación de pisos turísticos ha creado una reacción en cadena que ha provocado que un estudiante de familia trabajadora, que podía permitirse una habitación de 150 euros, ya no pueda permanecer de alquiler y tenga que perder dos horas o más al día en trayectos en transporte público, para llegar desde su casa hasta la universidad.
Solo una salida: la gestión obrera de la vivienda
Para solventar definitivamente el problema de la vivienda -y no simplemente mitigar sus efectos más perjudiciales-, nuestra perspectiva sólo puede ser una: que la mayoría de la sociedad, los trabajadores, seamos quienes marquemos el precio de la vivienda, expropiando a los medianos y grandes propietarios y gestionando el acceso desde nuestras propias asociaciones vecinales y sindicatos de inquilinos. Pero ¿cómo acercamos ese horizonte?
Desde la OCR pensamos que es imprescindible la elaboración de un inventario público de viviendas vacías, en alquiler, de pisos turísticos y en manos de fondos buitre, para determinar la verdadera situación del mercado en la actualidad. En Madrid, el Sindicato de Inquilinos ha desarrollado un inventario para pisos turísticos, y nosotros pensamos que esa gran idea hay que llevarla más allá.
La creación de un inventario público implica, por su envergadura, la intervención directa de la población trabajadora, que somos la mayoría de la sociedad y quienes sufrimos los efectos de la subida de precios. Además, para realizarlo de una forma manejable sería necesario llevarlo a cabo por barrios, con la implicación directa de los sindicatos de vivienda, asociaciones vecinales y sindicatos, para su dirección y coordinación.
Un trabajo como este, combinando mesas en los barrios por parte de asociaciones y sindicatos con una amplia campaña online, debe tener como primer objetivo la participación de cada vez más gente en las asambleas regulares, la extensión de los sindicatos de inquilinos hacia las zonas donde aún no tienen presencia, y la implicación de la población trabajadora en todas las tareas necesarias para su realización. La elección de comités que coordinen tanto la campaña como las acciones ofensivas posteriores, y la reelección regular de sus miembros, sujetos a revocabilidad permanente, para garantizar la máxima transparencia y democracia real, obrera. Estamos convencidos de que sólo así podrá desarrollarse una auténtica ofensiva del movimiento por una vivienda digna para las familias trabajadoras.
Los sindicatos de vivienda
En este contexto, se vuelve necesaria la organización de nuestra clase no solo como autodefensa: es el momento de lanzar una ofensiva en el frente de la vivienda. La lucha por el acceso a la vivienda es una necesidad. Para ello, necesitamos las herramientas apropiadas, que en este caso están encarnadas por los sindicatos de vivienda y las organizaciones vecinales.
La ofensiva ha de ser concreta. No podemos derrotar a un enemigo abstracto; necesitamos destapar la basura, hacerla visible por todo el mundo, si queremos que sean efectivas acciones como las huelgas de alquileres y otras que señalen a los verdaderos responsables y que vayan destinadas a interrumpir el normal funcionamiento del mercado capitalista.
Pero, fundamentalmente, es imprescindible el desarrollo de una organización marxista revolucionaria, que comprenda las tareas generales del movimiento y sea capaz de llevarlo a la victoria, a nivel estatal, pero sobre todo internacionalmente. En la OCR, parte de la Internacional Comunista Revolucionaria, estamos construyendo esa herramienta. ¡Únete a nosotros!
Foto de portada: Juan Fernández
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