Elecciones Portugal 2024: la inestabilidad política se ha convertido en la “nueva normalidad” del régimen

«Se cierra un ciclo de medio siglo de nuestra historia, y se abre otro (…) Porque los tiempos son muy difíciles fuera y, por eso, dentro.» Marcelo Rebelo de Sousa, presidente de Portugal.

En 2015, en medio de la lucha contra la austeridad y la Troika, la izquierda situada a la izquierda del Partido Socialista (la CDU, coalición que dirige el PC, y el Bloque de Izquierda) obtuvo 1 millón de votos. En 2024 fue el turno de la extrema derecha, Chega, que recogió más de 1 millón de votos en las elecciones más participativas de los últimos 30 años. Y si en 2019 la derecha tuvo su peor resultado electoral desde las elecciones a la Constituyente en 1975, ayer el campo político de la izquierda (incluyendo al PS) obtuvo un 39,68% –sin contar el Partido Animalista, PAN– un mal resultado, pero aún por encima de los puntajes electorales obtenidos durante las mayorías absolutas de Cavaco Silva, el líder de la derecha en aquellos momentos.

Y aquí tenemos dos diferencias en contraste con las mayorías absolutas de Cavaco: la derecha está dividida en 3 partidos y no tendrá como primer ministro un líder indiscutido. Sin embargo, el elemento clave es más bien este: a diferencia de Cavaco, que gobernó durante todo un período de estabilidad y crecimiento del sistema capitalista, Luís Montenegro, el nuevo dirigente de la derecha portuguesa (con o sin una coalición con Chega) se verá obligado a gobernar en un período de crisis sistémica del capitalismo: ¡y sobre esto, volvamos atrás y releamos las palabras de Marcelo, el presidente de todos los burgueses!

Chega

Estas elecciones fueron sin duda marcadas por un enorme aumento en la participación electoral que alimentó el aumento de los votos para Chega, un fenómeno que repitió, en una escala aún más dramática, lo que ya había ocurrido en las elecciones regionales de Azores. En 2024 votaron 750 mil electores más… ¡y Chega obtuvo 723 mil votos más! Obviamente, estas son cuentas simplistas, pero independientemente de otras fluctuaciones de votos, claramente Chega logró capitalizar el descontento, hasta ahora electoralmente apático, de un sector de la pequeña burguesía que, debido a la crisis económica y social, se ha ido radicalizando, así como de sectores políticamente más rezagados de la clase trabajadora. Chega logra elegir diputados en todos los distritos del país, excepto Braganza. Es el partido más votado en el Algarve y el segundo en los distritos de Portalegre, Beja y Setúbal.

Haciendo uso de una campaña totalmente manipuladora, prometiendo (casi) todo a todos, y con una conveniente cobertura de los medios de comunicación, Chega tuvo la habilidad de (en la práctica) presentarse como el único partido antisistema capaz de llevar a cabo «una limpieza de Portugal». Sabemos que esta es una postura totalmente demagógica proveniente de un partido financiado por grandes intereses y que reúne a todo tipo de oportunistas sin escrúpulos, muchos de los cuales se desviaron de antiguos partidos de la derecha, como el PSD y CDS. Pero, aunque esta lección deba ser aprendida por muchos de aquellos que, en contra de sus intereses de clase, votaron por Chega, el partido de extrema derecha, junto con los prejuicios que difunde, aunque de manera totalmente distorsionada, canalizó un sentimiento de desprecio por el régimen burgués inaugurado el 25 de noviembre de 1975. En fin, la sucesión de casos y escándalos que marcaron los dos años de gobierno de mayoría absoluta del PS y que lo hicieron caer solo reforzaron el mensaje de aquellos que prometían «encarcelar a todos los corruptos».

El PCP y el Bloco

tanto el Bloco de Esquerda como el PCP continuaron siendo penalizados por la experiencia de la Geringonça / Electomanía

Estos dos partidos, que en 2015 materializaron en votos la revuelta contra los años de plomo de la troika, sufrieron nuevamente una derrota que, en el caso del Partido Comunista (PCP), resultó ser pesada.

Aunque el Bloco de Esquerda obtuvo 30 mil votos más (en unas elecciones con 750 mil votantes más…), se mantuvo en el mismo porcentaje electoral y en el mismo número de diputados, repitiendo el mínimo histórico de 2022, con un 4,4% y 5 diputados. Naturalmente, sus dirigentes ayer mismo se apresuraron a calmar a su base: «el Bloco de Esquerda resistió» a pesar del «inequívoco giro a la derecha que es reflejo de dos años de una política desastrosa de la mayoría absoluta del PS». Pero la razón por la que esta «política desastrosa» no se reflejó en un crecimiento de la izquierda… a la izquierda del PS parece ser un secreto (o un tabú) guardado bajo llave para la dirección del Bloco.

En realidad, tanto el Bloco de Esquerda como el PCP continuaron siendo penalizados por la experiencia de la Geringonça, cuando se comprometieron en una política de apoyo al gobierno del PS entre 2015 y 2019. No vamos a repetir argumentos. Basta con constatar que los breves beneficios de los años de la Geringonça han sido obliterados por la espiral inflacionaria, el aumento de los intereses, la crisis de la vivienda o la degradación de los servicios públicos. Desafortunadamente, tanto los dirigentes del Bloco de Esquerda como del PCP no aprendieron nada de esta experiencia: no por falta de capacidad para aprender, sino porque, al no tener una perspectiva revolucionaria, solo les queda aspirar a ser muletas del PS. Y, de hecho, ambos partidos no hicieron más que soñar con una Geringonça 2.0, ya sea de manera más descarada en el caso del Bloco, o de manera más velada como la CDU. Y esto en un momento en que el PS estaba bastante desacreditado, repitiendo el mismo resultado que José Sócrates en 2011.

En cuanto al PCP, este perdió más de 30 mil votos (a pesar de que se depositaron 750 mil votos más en las urnas), cayó al 3,3% y perdió 2 diputados, quedando ahora solo con 4 (ninguno en du feudo tradicional del Alentejo). Al igual que Mariana Mortágua, la dirigente del Bloco, también el secretario general del PCP explicó que el resultado tenía «expresión de resistencia». Con un programa político muy moderado, apelando a «patriotas y demócratas», sin una campaña capaz de diferenciar políticamente a la CDU de otras propuestas reformistas, se presentó aún con una imagen envejecida y un líder poco convincente, lo que resultó en una derrota (sin duda) más significativa que la del Bloco.

Para ese partido que, durante décadas, fue la gran alternativa de izquierda al PS, reuniendo a muchos de los mejores y más abnegados combatientes de la clase trabajadora en Portugal, este es un resultado desmoralizador, y de poco valen los llamamientos sobre la importancia y el voto por el partido, incluso por parte de antiguos militantes comunistas. El PCP fue capaz de resistir durante tres décadas a la desintegración de la URSS y del campo estalinista manteniendo lo esencial de sus fuerzas y posiciones, pero al igual que otros partidos comunistas, parece haber recibido el «beso de la muerte» al participar (aunque de manera indirecta) en un gobierno con los socialistas…

Tanto en el caso del PCP como del Bloco, la última palabra pertenece naturalmente a sus militantes. Desde nuestro lado, con nuestras escasas fuerzas, estamos dispuestos a participar en el debate que todo movimiento debe iniciar para construir una alternativa comunista revolucionaria frente a las «inevitabilidades» con las que los dirigentes de estos dos partidos intentan ocultar sus errores y capitulaciones.

Merece una mención el partido Livre: se mantuvo alineado con el PCP en términos de votos y representantes. Sin la historia, el recorrido, el aparato o la militancia del PCP (y hasta del Bloco), fue la única fuerza política de izquierda que creció, al igual que hace 2 años. Con un programa y una estrategia aún más declaradamente reformistas, fue capaz de atraer algunos votos de una clase media urbana e intelectual que hasta ahora fluctuaba entre el PS y el Bloco de Esquerda (BE). Lo más interesante de su desarrollo será entender cómo impactará en el futuro en la postura de los líderes del BE y del PCP: no dudamos de que muchos se preguntarán si «diluir» (más) el programa y las propuestas no será el camino hacia el éxito…

El descrédito del régimen

En 2024, al igual que en 1985, los dos grandes pilares del régimen burgués novembrista quedaron ambos por debajo del 30%. PS y PSD, juntos, ni siquiera suman ahora el 60% de los votos. La diferencia fundamental -como ya hemos dicho- es que el capitalismo portugués no tiene ante sí un período de estabilidad y crecimiento, ¡sino todo lo contrario!

Es probable que Pedro Nuno Santos permanezca al frente del PS y ahora, en la oposición, tal vez y finalmente pueda desempolvar su aura de «izquierdista». En una coyuntura muy difícil, con la crisis y la caída abrupta del gobierno, fue capaz de estar cabeza con cabeza con el derechista PSD y conservar alrededor de un millón y 750 mil votos. Ante el regreso del PS a la oposición, frente a la crisis que no va a desaparecer, ya veremos cómo esto hará evolucionar al PS y el impacto que tendrá en los partidos a su izquierda.

En cuanto a Luís Montenegro, tuvo una victoria pírrica: estuvo a punto de perder las elecciones y sólo sumó 3 diputados más. Los votos de la otra fuerza de derecha, Iniciativa Liberal, no le bastan (otro resultado decepcionante) y estará sujeto a las futuras abstenciones del PS o a acuerdos con Chega. Montenegro dice que va a «gobernar solo», pero ¿le dejarán? En un escenario de crisis y sin soluciones reales para el país, el PSD no puede dejar «a Chega suelto», bajo pena de que capitalice (aún más) el descontento por quedarse en la oposición. Sin embargo, traerlo al seno de un entendimiento gubernamental también encierra el riesgo de no lograr un gobierno estable y de potenciar (aún más) el odio hacia el futuro gobierno. Esto sin mencionar que muchas de las banderas de Chega, desde un punto de vista capitalista, ni siquiera son viables, empezando por las políticas de inmigración, que la burguesía querrá hacer más represivas, para precarizar aún más la mano de obra inmigrante, pero que estructuralmente no podrá revertir, so pena de quiebra del capitalismo portugués, dependiente como es de estos trabajadores sobreexplotados y sin derechos políticos.

Y de una cosa podemos estar seguros: una vez que Chega ponga un pie en el gobierno, rápidamente se expondrá su sumisión a los grandes intereses instalados que finge combatir y su demagogia, desenmascarada, quedará expuesta. Pero ¿cómo puede, siquiera, Ventura rechazar los beneficios y prebendas para quienes le acompañaron? Independientemente de los cálculos a medio plazo, los líderes de Chega están deseosos de entrar en el gobierno, comenzando por Ventura. ¿Se lo permitirán? Sea como sea, si hay algo que la derecha nos ha enseñado a lo largo de los años, es que siempre logra llegar a algún tipo de acuerdo para poder gobernar. El tiempo que gobernará depende únicamente de un único factor: ¡la lucha de clases y la lucha obrera!

¿Viene el «fascismo» o una explosión de la lucha de clases?

Esta derrota electoral tendrá, en un primer momento, un efecto desmoralizante y de confusión sobre los activistas de izquierda, pero esto rápidamente se desvanecerá.

El próximo gobierno de derecha (con participación directa de Chega o no) profundizará las desastrosas políticas del PS, sacrificando más rápidamente la educación pública y el Sistema Nacional de Salud, beneficiando fiscalmente aún más a los más ricos, manteniendo la precariedad y la (des)protección laboral, desregulándola aún más, intentando entregar el sistema de pensiones a los fondos privados, avanzando con una agenda conservadora en las costumbres, persiguiendo a los inmigrantes y las comunidades racializadas o reforzando la represión policial.

Es necesario notar, antes de todo, que esto resultará no solo de sus propias agendas y convicciones políticas, sino que será fruto de la evolución de la situación mundial y de la crisis en la que se encuentra el capitalismo: Por todas partes se ve la misma inestabilidad: inestabilidad económica; inestabilidad financiera; inestabilidad social; inestabilidad política; inestabilidad diplomática y, sí, inestabilidad militar. Si entendemos esto, entonces entendemos la naturaleza del periodo por el que estamos pasando.

Chega no es un movimiento fascista porque, por un lado y por ahora, no tiene fuerza social para eso

Obviamente, esto tendrá un efecto en la conciencia, incluso en muchos de aquellos que votaron por Chega. Y aquí seamos claros: aunque Chega sea un proyecto ultrarreaccionario y en sus filas no falten elementos nostálgicos o abiertamente fascistas, Chega no es un movimiento fascista porque, por un lado y por ahora, no tiene fuerza social para eso: Ventura pasó la campaña entre almuerzos y cenas, rodeado de algunas decenas de partidarios, candidatos y seguridad. Y, por otro lado, en este momento, ni siquiera para la burguesía tiene utilidad como tal. Los estrategas más lúcidos del Capital saben muy bien cuál es la verdadera relación de fuerzas potencial en la sociedad: observemos cómo, a pesar de ser misógina y reaccionaria, la Alianza Democrática (la coalición de derechas ganadora, dirigida por el PDS de Montenegro) tuvo que retroceder en relación con las declaraciones de uno de sus candidatos, Paulo Núncio, sobre el aborto.

Históricamente, además, el fascismo representa la movilización paramilitar de la pequeña burguesía enfadada que busca aplastar físicamente a los activistas y organizaciones de la clase trabajadora, ya que una vez decidida la guerra civil (y esta es siempre un riesgo), la burguesía se asegurará de garantizar la «paz social» durante todo un período. Esto solo es posible sobre la base de la derrota de la clase trabajadora.

Ahora bien, es cierto que el domingo 10 de marzo, los partidos de izquierda sufrieron una pesada derrota electoral. Sin embargo, la clase está muy lejos de ser derrotada y aplastada. De hecho, hay toda una nueva generación de trabajadores que, sin el peso de las derrotas pasadas (fracaso de la revolución portuguesa, colapso de la URSS), aún está por hacer su verdadera entrada en el drama de la lucha de clases. Entre esta nueva generación se encuentran, naturalmente, los cientos de miles de trabajadores migrantes que ni siquiera pueden votar. Y que constituyen el sector más explotado y oprimido de la clase y que hoy predominan desde la construcción hasta la distribución, desde la pesca hasta el cuidado de ancianos, desde la agricultura hasta la restauración, etc. El caso de estos trabajadores migrantes ilustra cómo las elecciones (aunque tengan su importancia), no son más que un retrato parcial, distorsionado y temporal de la realidad. Y las elecciones están muy lejos de ser esenciales. Esencial es la lucha de clases en las empresas, en las escuelas y en los barrios. Es la concienciación y movilización de la juventud y los trabajadores lo que urge realizar.

Los próximos años serán todo menos estables. Los bruscos giros a la izquierda y a la derecha, que señalamos al principio de este artículo, no han terminado. ¡Ni mucho menos! No es casualidad que Marcelo de Sousa, en vísperas de las elecciones, hablara de «guerras en la salud, en la vivienda, en la educación y en otras áreas sociales, para los más jóvenes especialmente en el desempleo, para los menos jóvenes siempre la garantía futura de las pensiones de jubilación», en el contexto de la «preocupación silenciada» sobre lo que «sucederá allá fuera este año y en los años siguientes».

La Historia nunca sigue en línea recta y estos virajes repentinos ocurrirán durante todo un período solo porque no existe una organización comunista revolucionaria de masas que luche y se presente como alternativa a este sistema decrépito. Este es el propósito que anima a los activistas del Colectivo Marxista y es por este motivo que hacemos un llamamiento a todos aquellos en la izquierda que no se conforman, para que se unan a nosotros en la construcción de esa alternativa de clase.

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