Explotación, crisis COVID y capitalismo, experiencias de un joven trabajador
Víctor, nuestro entrevistado, nos ha relatado de primera mano cómo le está afectando la crisis capitalista y sanitaria, también dentro del ámbito familiar, además de sus experiencias laborales previas y durante la pandemia. Vemos reflejada toda la miseria por la que tiene que pasar el pueblo trabajador. También vemos cómo la crisis pone de manifiesto la inefectividad del sistema en su totalidad, y cómo estos círculos de crisis, recesión, paro, ruina y malestar son intrínsecos al propio sistema, como resultado orgánico de sus contradicciones internas.
La recuperación no será inminente en un período largo, y junto con los recortes en el gasto público general, los obreros (que son los menos capaces de pagar), sufrirán ataques, una vez más, desde este sistema capitalista en decadencia, que siempre beneficiará a unos pocos.
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“He sufrido explotación laboral”: a palabras claras, oídos sordos
Víctor es un joven trabajador del barrio madrileño de Usera, uno de los más afectados, tanto por la crisis sanitaria, como por la capitalista. Víctor ha estudiado un Grado Superior de Formación Profesional en Mantenimiento Aeromecánico, y hasta hace relativamente poco, su actividad laboral se basaba en estos mismos estudios. El sueño de dedicarse a su especialización laboral se hizo real en la multinacional CESA (Heroux-Devtek). Sí, en una realidad de 600€ mensuales, 40 horas semanales, turno de noche durante 6 meses sin remuneración adicional, todo esto, acompañado de presiones y chantajes. Un ¨sueño¨ hecho realidad.
Cabe recalcar el estatus de becario que tenía Víctor durante su estancia en CESA (Heroux-Devtek), que le llevó a trabajar al mismo nivel que los empleados, sin recibir siquiera la mitad del salario que ganaban estos.
“La única ventaja que teníamos es que nos daban la capacidad de elegir día libre cuando quisiéramos, pero a la hora de cogerlo nos apretaban las tuercas. -¨Ahora no es el momento¨- era algo que se repetía mucho, cuando se supone que nuestra tarea era aprender como becarios. En realidad nos dedicábamos a sacar trabajo y producción como cualquier otro empleado, sin cobrar lo que cualquier otro empleado.”
Las vacaciones de Víctor también fueron recortadas durante su estancia en CESA, y, después de tantas falsas promesas, compromisos, esfuerzo mal remunerado, y acabado el año de beca, llegó la hora de la verdad.
“La ¨voluntariedad¨ te ponía entre la espada y la pared, -¨sin esfuerzo, no hay contrato¨- recibíamos esa amenaza constantemente. La intención era contratarnos acabado el año de beca. […] Cuando llegó la hora de las contrataciones, a pesar de todo el trabajo que habíamos hecho todos los becarios, nos mandaron a casa.”
La mayoría de jóvenes trabajadores han pasado, y están pasando por estas condiciones. Atendiendo al informe ¨La experiencia de los becarios en la Unión Europea¨, efectuado por la Comisión Europea, 7 de cada 10 becarios tienen una carga laboral equivalente a la de los trabajadores con contrato. Además, según la OCDE, el Estado Español es el país europeo donde menos becarios reciben una retribución suficiente como para subsistir, y mientras, la educación impulsa a las nuevas generaciones a ¨ir a lo grande¨.
¨El sistema nos permite llegar a ser grandes empresarios en el futuro con esfuerzo y dedicación¨, se repite el mismo mensaje en boca de profesores de economía.
Se prepara a una nueva generación para que se les haga más sencillo acatar las condiciones que sufre la actual generación de jóvenes trabajadores, bajo ese eslogan comercial de ¨ir a por todas¨, o mejor dicho, ¨buscar el máximo beneficio¨. A fin de cuentas, es mucho más fácil explotar a alguien convencido de que la solución es convertirse en un empresario. Los resultados son frustración laboral, paro económico, depresión, y entre otras cosas, un gran sentimiento de traición.
“Sí, me he sentido explotado, y llegué a tal nivel de frustración y malestar, que causó que me cambiase de gremio, desde mis estudios, pasé a mecánica de trenes y a otras ramas diferentes¨.
No podemos permitir que seamos la diana de la explotación, y mucho menos, un blanco fácil. Tendremos que luchar por los derechos que la generación actual pierde cada día, y dejar clara nuestra posición para recuperarlos y agrandarlos. La única forma de dejar de ser ratas de laboratorio es destruyendo ese laboratorio que nos convirtió en ratas.
La explotación laboral es una condición existencial del sistema capitalista, y que, a medida que crecen nuevas generaciones, se sufra a escala creciente, es un claro indicador de la realidad material de esta norma.
“Carácter anti-obrero, racismo y segregacionismo”: la criminalización mediática de los barrios obreros
Víctor, quien vive en el barrio madrileño de Usera, nos ha detallado su punto de vista con respecto a la represión mediática que están sufriendo los barrios obreros madrileños. Y es que las políticas clasistas de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no paran de impresionarnos en toda su ineptitud política.
La derecha,la representante más fiel del sistema capitalista, no falla en demostrar sus intenciones. Y, en compenetración con la izquierda democrática-liberal, aprovecha para sacar adelante políticas represivas, esto es, contra la clase obrera.
Víctor nos habla de su experiencia:
“Las últimas medidas aplicadas a los barrios obreros me parecen completamente segregacionistas, clasistas y racistas.[…] Hay situaciones en muchos barrios con una incidencia parecida o incluso superior a la de los barrios confinados, y a estos no les han confinado. Lo que pasa es que estos barrios están en la milla de oro de Madrid, en el Barrio de Salamanca, en Argüelles, en un montón de barrios de gente poderosa, y no interesa tener descontentos a tus votantes.”
Las manifestaciones están en boca de todos, puesto que, la clase obrera, nuestra clase, tiene una capacidad de resistencia eterna, y una voz que resuena en todos los sitios a los que llega. Animamos a toda la clase obrera a persistir y agrandar las manifestaciones, ya sean presenciales o adquiriendo otros métodos en caso de que las medidas de seguridad lo requieran. La denuncia no debe cesar. Nosotros no somos culpables, ni lo hemos sido nunca, aunque nos quieran vender como tal, sabemos qué somos, somos el antagonismo de los verdaderos culpables.
“La gente sale a manifestarse para pedir que su vecino, que es enfermero tenga unas condiciones como dios manda, que no hagan 80 horas de trabajo en una semana como están haciendo amigos míos que son enfermeros. Manifestarse por una sanidad pública de calidad, preparada, para no tener que esperar horas y horas en una cola para que te hagan una simple PCR, luego tener que esperar más de una semana para que te den los resultados, y todo esto porque están saturados, porque no existe ni personal ni material.
La gente sale a manifestarse porque se supone que este año tendríamos que tener más profesores para la educación pública y tenemos menos.
Me parece irrisorio tener que pedir esto, cuando tendría que ser algo obvio. Cuando pedimos que haya más rastreadores, o que simplemente hubiera los que se prometieron, todo esto es surrealista.”
Como si aún no fuera suficiente la criminalización, las medidas represivas, el odio mediático, las pésimas condiciones laborales, y el simple hecho de que está en nuestras manos sacar adelante la economía después de esto, también sufrimos violencia policial y abuso de poder, esto, cómo no, movido por toda la propaganda anterior y los prejuicios que se asumen ciertos.
Parece que a la justicia no le molestaban especialmente los negacionistas burgueses del Barrio de Salamanca, pero cuando son los barrios obreros los que salen a manifestarse por medidas más coherentes, por una sanidad y educación dignas, simplemente, manifestarse por salir de esta pesadilla cuanto antes, las cosas cambian.
Pero no. Sabemos cómo se mueve el mundo. Sabemos a qué intereses sirve el sistema, los mismos a los que sirven nuestros mandatarios, los mismos a los que sirven los cuerpos de seguridad y la justicia. Cuando alguien es lo suficientemente valiente como para enfrentarse al imperio del lucro y el beneficio de una minoría, como en el que vivimos, no importa la violencia que se ejerza contra aquellos que se dignen a luchar, se hará todo lo posible para justificarla.
Mientras en las escuelas, las futuras generaciones trabajadoras escuchan ese mantra de ¨la violencia no es la solución¨.
Desde los dichos de Fidel Castro hasta Malcolm X, es un acto criminal no enseñar a alguien a defenderse cuando es víctima de ataques brutales, porque la resistencia no es el camino elegido, es el camino necesario, porque nos ha sido impuesto. Entonces, con eso en mente, y con las palabras de Fidel, tenemos dos opciones. O doblegarnos, o luchar.
“Encima que salimos a protestar, viene la policía y nos muele a palos. Criminalización me parece una palabra muy idónea pero se me queda hasta corta. Luego vemos en programas como los de Ana Rosa o Susana Grisso decir que la gente de Vallecas se ha liado a palos con la policía, que si porque no los quieren, que si porque tienen rencillas, que si porque son unos violentos. Cuando se ve claramente en todas las imágenes que los que empezaron a dar palos, a golpear a diestro y siniestro en la cara, con unos golpes criminales y mezquinos fueron la policía. Lo único que hacían los manifestantes era gritar por sus derechos, sin violencia, pero con verdades como puños, y eso no interesa sacarlo en la tele. Solo interesa sacar lo violentos que son los barrios obreros y lo bien confinados que están. Me parece horrible, me parece que no tendría que hacer falta manifestarnos por estas cosas, y encima que lo hacemos, solo nos reciben con violencia. Me parece una vergüenza.”
Lo es, es una vergüenza, y es por eso que animamos a acrecentar la lucha, y organizarla.
“¿Cuándo no hemos sido los de siempre?” : la crisis capitalista y sanitaria puesta en contexto
“¿Cómo me ha afectado la actual crisis? En el ámbito laboral, horrible. Fatal. Mi padre es taxista. Si antes ya lo tenía complicado con el tema de Uber y Cabify, que vienen a quitarnos el trabajo sin igualdad de condiciones, ya que no son una competencia leal, y cómo no, gracias a los de siempre. Gracias a la derecha y sus negocios con ellos, porque los principales accionistas y en general, gente con VTC son gente de estos partidos.
Gracias a toda esta gente, nos están dejando en la ruina, ya antes de la pandemia, pero ahora con ella, el desplome ha sido horrible. Muchos de los taxistas que conozco, incluido mi padre, están pensando en cambiar de empleo, con lo que ello supone. Puede parecer una tontería, pero que un padre de familia tenga que cambiar de trabajo a estas alturas, sin tener unos estudios, porque las circunstancias quisieron que fueran unos trabajadores de pro durante toda su vida, trabajando más que el sol, y tenga que buscar un trabajo mediocre, mal remunerado, y tener que mantener una familia de 4…
Hay que tener mucha suerte, porque es muy difícil la cosa.”
Esta es la realidad, esta es la situación que muchos trabajadores, junto con sus familias, han de afrontar.
“Yo en lo personal, por culpa de la pandemia, me quedé sin empleo, porque estaba de mecánico ferroviario, llevaba tres meses, estaba a punto de firmar un contrato de seis para luego firmar otro de tres para finalmente hacerme indefinido. […] Ahora he pasado de poder tener un contrato indefinido, en un trabajo que no estaba mal remunerado, al menos lo suficiente como para poder plantearse proyectos y vivir dignamente, a trabajar una semana en una empresa, dos semanas en otra, parones de semanas, luego otra semana en otra, y así sucesivamente. Ahora mismo estoy desempleado. Por otro lado mi madre está en las mismas, siempre ha hecho suplencias de portería, yendo a limpiar a empresas, cuidando niños, ahora mismo con la pandemia es muy complicado, de vez en cuando tiene suerte y consigue algo, pero durante muy poco tiempo. Mi hermano estuvo trabajando en una cadena de restaurantes antes de la pandemia, luego le contrataron en una tienda de bricolaje, donde no le volvieron a renovar…
Y así es como estamos todos, sin un empleo fijo.”
Y así nace un bucle infinito, un tiovivo sin salida visible, para el resto de familias trabajadoras. Según estudios recientes de la Organización de Consumidores y Usuarios, la compra de mascarillas puede suponer para una familia de únicamente cuatro miembros un desembolso mensual de 70 a 115 €. Un desembolso inhumano para los casos más vulnerables, solo para evitar contagiarse. Si a esto le añadimos los sueldos míseros, las largas jornadas laborales, etc. vemos claramente la verdadera cara de la crisis.
Muchas veces no nos damos cuenta de lo mucho que estamos sufriendo en estos tiempos de incertidumbre. No sabemos lo que va a pasar, y eso nos asusta. Nos da miedo no llegar al dinero suficiente para pagar la hipoteca, nos da miedo que tengamos que reservar los gastos para poder llegar a fin de mes…
Un miedo inquebrantable, movido por el negocio.
Es precisamente a esto contra lo que nos enfrentamos los marxistas, y contra lo que se enfrenta la clase proletaria en su conjunto.
Creemos conveniente indicar que era cuestión inevitable el hecho de que todo esto cayera en picado, con la crisis avecinándose desde antes de la pandemia, los gobiernos de todo el mundo invirtiendo en mantener la economía a flote, en vez de proveer a sus respectivos pueblos de servicios y seguridad suficientes como para afrontar el creciente número de casos de contagio.
¿Es que acaso creen que no hemos notado como dejaron para el último momento las medidas más severas en marzo y abril, aun conociendo las recomendaciones de los expertos y la amenaza que suponía la pandemia?
¿Acaso creen que no vemos que están haciendo exactamente lo mismo hoy en día, a fin de mantener la estabilidad económica todo lo posible? ¿Y con qué resultados?
No existe diferencia alguna entre lo que pasa hoy con lo que pasó aquel 15 de marzo de este mismo año. En las noticias, mientras tanto, solo se nos ofrece ocultación, propagación del misterio. Apenas escuchamos ya cifras o datos, pero la Prensa Rosa y la Telebasura están a nombre de titular, esto, en la primera semana de octubre 2020, con más de 11.000 casos en el Estado español, a raíz de los últimos datos oficiales, con más de un 25% de ocupación de camas en UCI en las regiones más afectadas y con una apertura económica causante de la estrechez de la clase trabajadora.
Creíamos que habíamos aprendido, y con las constantes repeticiones de ¨no se producirán más confinamientos ̈ en los medios de comunicación, teníamos la absoluta esperanza de que no tuviéramos que volver a vivir el mismo infierno. Esta situación se repite una vez más, y la clase dirigente nos venda los ojos de nuevo, mientras se sigue invirtiendo para no colapsar en capital, pero sí en vidas humanas.
¿Dónde está aquí la solidaridad de la que tanto hablan nuestros dirigentes ¨progresistas¨? ¿Dónde está la corrección política de la que tanto alardea el establishment?
Simplemente, esta no existe. El capitalismo corrompe hasta la humanidad misma.
“En vez de poner más frecuencia de metros, para solventar los hacinamientos, se inaugura un dispensador de gel, en pleno septiembre. Dispensadores que están en las empresas desde marzo. ¿Cómo vamos a frenar una pandemia así? Ahora dirán que somos las familias obreras, por nuestro modo de vida, por nuestras condiciones de vida […] Pero, ¿cómo vamos a respetar las distancias y las medidas de seguridad en hora punta, en autobuses, trenes y metro si pasan cada 10 o 15 minutos? Es imposible. Con todo y con eso, además tienen la osadía de inaugurar un dispensador de gel en el metro. ¿Qué es esto? ¿Os estáis riendo en nuestra cara?, ¿en la cara de todas las familias trabajadoras?
Es lamentable. Lo que se está viviendo en la Comunidad de Madrid es indignante. […] Ahora es momento de activismo, porque nos están ahogando, nos están asfixiando.”
Finalmente, y para terminar con broche de oro este análisis-entrevista, Víctor nos da unas últimas líneas de reflexión. Ya hemos podido comprobar cómo estamos en el punto de mira de este sistema, cómo somos nosotros los presionados constantemente, y cómo sufrimos cada día para cargar con todo. Ahora debemos entender lo siguiente, solo unidos, podremos ponerle fin a esta sorna.
“¿Cuándo no? ¿Cuándo no hemos sido los de siempre? ¿Cuándo se ha resuelto cualquier crisis sin apretar a los autónomos, a los pequeños comercios, apretar a los empleados y trabajadores con sueldos mínimos y contratos basura, -como los que tenemos desde hace mucho tiempo- ? ¿Cuándo no ha sido así? Por supuesto que seremos nosotros quienes pagaremos el fregado. Los ricos más ricos del Estado Español han hecho crecer su fortuna exponencialmente a raíz de la pandemia, y los pobres y los humildes hemos bajado un 10-15% en cuanto a la pobreza. ¿Pero cómo es posible esto? Me parece un chiste, una broma de mal gusto. ¿Cómo podemos luchar contra esto? Cuando haya una manifestación de cualquier colectivo, cualquiera, que luche por sus derechos, en vez de criminalizarlos, creyéndonos la propaganda que sale en las televisiones, tenemos que movilizarnos, y salir a manifestarnos con ellos, pedir justicia por ellos. Hoy cuido su trabajo y mañana tendremos que cuidar el mío. Hoy cuido la sanidad de esta persona y mañana tendremos que cuidar la mía. Si no nos unimos, no hay resultado. […] Cuando se producían las huelgas de taxistas y se les criminalizaba en los medios de comunicación llamándolos terroristas, yo me indignaba. ¿Terrorista? ¿Alguien que lucha por su pan? ¿Eso es un terrorista?
Lo que hay que hacer es unirse. Porque cuando las Kellys se manifestaban en huelga, los taxistas fueron a apoyarlas, porque cuando los estibadores se manifestaban en huelga, los taxistas también fueron a apoyarles, porque cuando se manifestaban los pensionistas, los taxistas se unieron a ellos, y los pensionistas también se unieron a los taxistas en su huelga.
El día de mañana, cuando hayamos superado todo esto, cuando ya no haya restricciones ni medidas de seguridad necesarias, y se celebre una huelga o manifestación por la sanidad pública, ¡tendremos que ir todos! Porque a todos nos afecta por igual. Y como digo, hoy, es la sanidad pública, mañana es la educación, pasado mañana serán los fruteros, los pescadores, los ferroviarios, y así continuamente. Entonces tenemos que unirnos todos, sin criminalizar, sin dejarse manipular, ¡porque somos obreros y debemos apoyarnos los unos a los otros!”
Estas palabras nos llenan de ilusión, entusiasmo y motivación. Son este tipo de consignas las que nos inspiran cada día a implicarnos cada vez más en la lucha obrera, en transmitir todas nuestras nociones teóricas y trasladarlas a lo práctico, para por fin construir desde la clase trabajadora, un mundo digno. Una sociedad para y por los nuestros. Un mundo que supere todas las contradicciones que nos presenta el capitalismo. Un mundo justo, sin explotación, sin clases. Un mundo socialista.
Como bien sabe Víctor, debemos unirnos en todo y para todo, porque nuestra condición lo requiere, porque somos la base que sustenta todo el día de hoy, para mañana encarnar la libertad del género humano. Nuestra lucha es internacionalista, y solo a gran escala, podremos ejercer nuestro derecho, de vivir en libertad.
Una vez más, en el tiempo en el que vivimos, solo disponemos de una solución. La lucha revolucionaria. Marx ya lanzó al aire estas palabras en el Siglo XIX, y hoy en día, son más vigentes que nunca. ¡Proletarios del mundo, uníos!
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