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Hay que promover la más amplia confluencia entre PODEMOS, IU y sus fuerzas aliadas

A falta de tres semanas para que venza el plazo que marca la legislación, el Congreso aún no ha podido elegir gobierno. Aunque podría alcanzarse algún tipo de acuerdo in extremis, la convocatoria de nuevas elecciones parece abrirse paso cada vez con más fuerza. 

No al gobierno PSOE-Ciudadanos

PODEMOS ha estado sometido a la máxima presión para que avalara con su abstención en el Congreso un gobierno PSOE-Ciudadanos, bajo el chantaje mentiroso de que la única alternativa al mismo era un nuevo gobierno de Rajoy. Pero el acuerdo de gobierno PSOE-Ciudadanos presenta un programa que no revierte los recortes del gasto público ya aplicados, no propone subir los impuestos a los ricos para incrementar los ingresos del Estado, y sólo sugiere cambios parciales a las leyes más reaccionarias del PP.

Además, la política de austeridad y recortes que insinúa el acuerdo PSOE-Ciudadanos –alcanzar un déficit público del 3% del Producto Interior Bruto (PIB, la riqueza creada anualmente) para el año 2017– se ve reforzada ahora tras revelarse que dicho déficit ascendió en 2015 al 5,2% del PIB, lejos del objetivo del gobierno del 4,2%. Esto implicaría reducir el déficit en más de 10.000 millones de euros este año, sólo para llegar al objetivo de déficit fijado para el año pasado, y en 25.000-30.000 millones para alcanzar el objetivo del 2,8% del PIB que marcó Bruselas para 2016.

El PSOE no quiere un gobierno de izquierdas

La dirección del PSOE ha dejado suficientemente claro que no quiere gobernar con PODEMOS ni IU. No quiere desafiar las políticas de austeridad ni restituir a los trabajadores y sus familias los derechos perdidos. Su excusa de no querer gobernar con la abstención de los independentistas catalanes es un subterfugio que no engaña a nadie.

Para cercar todavía más a PODEMOS, Pedro Sánchez propone ahora un gobierno PSOE-Ciudadanos-PODEMOS. Más allá de esta propuesta tramposa, tal posibilidad sería suicida para PODEMOS, que sería rehén de un gobierno cuya política sería dictada por las grandes empresas, haciéndose corresponsable de la misma.

La contrapropuesta de la dirección de PODEMOS –que no apoyamos– de rebajar sus propuestas iniciales en materia de programa y de composición del gobierno, tampoco convencen a Pedro Sánchez. Esta propuesta supone ceder en 5 aspectos: la renuncia de Pablo Iglesias a entrar en un hipotético gobierno de coalición de la izquierda, rebajar la propuesta de incremento del gasto público de 96.000 millones de euros a 60.000, aceptar una reducción del déficit público a un ritmo mayor, aceptar un aumento de los impuestos a los ricos menor al propuesto inicialmente, y derogar solamente la reforma laboral del PP, dejando en vigor la reforma laboral de Zapatero de 2010. Además, PODEMOS también ha aceptado sentarse a negociar con Ciudadanos, que ya dejó claro que no cambiará nada sustancial de lo acordado con el PSOE.

Toda la táctica de los dirigentes del PSOE ha sido crear ilusiones falsas en sus votantes de que un gobierno PSOE-Ciudadanos traería una alivio y un cambio fundamental a las familias trabajadoras, y depositar sobre PODEMOS la responsabilidad de nuevas elecciones.

Correctamente, hasta el momento, los dirigentes de PODEMOS mantienen su rechazo a avalar con la abstención un gobierno PSOE-Ciudadanos; y se han comprometido a organizar una consulta entre las bases para que decidan la posición final de la organización.

¿Qué gobierno quiere realmente la clase dominante?

Llegados aquí, debemos ser claros. La mayoría de los dirigentes del PSOE, la propia dirección de Ciudadanos, y la clase dominante no tienen ilusión alguna en un gobierno PSOE-Ciudadanos, aunque fuera investido con la abstención de PODEMOS. Saben que carece de base parlamentaria suficiente y caería ante la primera controversia importante. Todo el interés de Ciudadanos y de un sector de la burguesía por participar en este teatro –que sólo toman en serio Pedro Sánchez y su equipo, por mero interés de supervivencia política y ambición personal– es meter presión al aparato del PP para que se desembarace de Rajoy y elija “nuevos” dirigentes para conformar un gobierno de derechas PP-Ciudadanos que dé la apariencia de “renovación”. El PSOE sostendría a ese gobierno en los temas clave en la “oposición”, para no dejar a PODEMOS-IU todo el protagonismo opositor. Los ataques infames contra PODEMOS, en este contexto, buscan debilitarlo todo lo posible para impedir un eventual “sorpasso” de PODEMOS-IU al PSOE, y tratar que Ciudadanos supere a PODEMOS como tercera fuerza política en las nuevas elecciones.

Debió apelarse a la movilización popular

Pase lo que pase, se impone hacer un  balance de la actuación de las direcciones de PODEMOS y de IU en todo este proceso.

Ciertamente, existe bastante confusión entre las capas menos avanzadas políticamente de las familias obreras y los votantes de izquierdas, sobre quién tiene más responsabilidad en el fracaso de tal gobierno amplio de izquierdas. Por supuesto, influye la política repugnante de mentiras y tergiversaciones de los medios de comunicación burgueses. Pero también hay una responsabilidad en los  compañeros de la dirección de PODEMOS y de IU, que han perdido una gran oportunidad para reducir al mínimo el margen de maniobra de Pedro Sánchez y de la dirección del PSOE para sembrar esta confusión.

 El error de Iglesias y Garzón es haber circunscrito el terreno del debate sobre su propuesta de un gobierno de izquierdas a la arena parlamentaria y a las cámaras de TV, dejando relegada a la “gente” –por utilizar la expresión favorita de estos compañeros– a ser mera espectadora de la función. En este terreno, nuestros enemigos están mejor pertrechados que nosotros.

Desde el momento en que la dirección de PODEMOS lanzó su audaz propuesta de gobierno de coalición PSOE-PODEMOS-IU-COMPROMÍS, nosotros planteamos que la única manera de someter a la dirección del PSOE a una presión efectiva era recurriendo a la movilización social. Planteamos que había que convertir esa propuesta en una demanda activa y masiva de la calle, con la organización de actos públicos y movilizaciones, vinculándola a la exigencia del fin de la austeridad y a la derogación de toda la política reaccionaria del PP. Propusimos que toda esa actividad culminara en una marcha estatal masiva a Madrid. En el caso –que era el más probable– de que los dirigentes del PSOE se negaran a atender ese reclamo popular, eso habría convencido a amplias capas de sus votantes del falso izquierdismo de sus dirigentes, haciéndoles ver más claramente los vínculos que los atan con los ricos y el régimen podrido y corrupto. Además, habría sido la herramienta más útil para contrarrestar la campaña de confusión y difamaciones que los medios de comunicación del régimen han lanzado contra PODEMOS y la izquierda. Ante la inevitabilidad de unas elecciones, todo eso habría garantizado un trasvase sustancial de apoyo de votantes del PSOE hacia PODEMOS e IU, garantizando el “sorpasso” al PSOE.

Lamentablemente, apenas queda tiempo hasta el 2 de mayo, cuando quedarían convocadas automáticamente elecciones para el 26 de junio, y se ha dejado pasar el momento más idóneo para lanzar esta campaña de movilización popular –los meses de febrero y marzo. Por eso, no tiene sentido seguir abonando a la confusión con nuevas propuestas por parte de la dirección de PODEMOS que impliquen más cesiones en materia de programa y gobierno para “convencer” a Sánchez de la idoneidad de una coalición de izquierdas. Lo que se impone es retomar un discurso claro, firme y desafiante: volver al programa inicial propuesto el 29 de enero para un gobierno de izquierdas que barra todas las políticas del PP de la legislatura pasada, desenmascarar a la dirección socialista ante su electorado, y preparar a la organización para las elecciones inevitables, lanzando a la dirección del PSOE un ultimátum: o con la izquierda, o con la derecha.

Por la confluencia PODEMOS-IU

fotonoticia 20151221125638 15121541339 9999Resultados de la izquierda el pasado 20DAnte lo que parece inevitable, nuevas elecciones para el 26 de junio, la izquierda debe estar a la altura de sus tareas y desafíos. Se impone la mayor unidad y confluencia posible, sin vetos ni condiciones inasumibles.

La clase trabajadora, la juventud sin futuro, nuestros luchadores encausados y encarcelados, nuestros ayuntamientos del cambio acosados, y nuestros pensionistas y la gente que sufre, son lo primero. Sería imperdonable abortar una confluencia PODEMOS-IU en todo el Estado, la mejor garantía para derrotar a la socialdemocracia tramposa y, quizás, para ganar las elecciones. En PODEMOS, que es la fuerza mayoritaria en la izquierda, recae la máxima responsabilidad. El giro anunciado a la izquierda en el partido en el terreno organizativo, con una mayor democratización interna, tras la sustitución de Sergio Pascual en la Secretaría de Organización por Pablo Echenique, debe concretarse políticamente en una confluencia electoral amplia y generosa, que es la aspiración de la inmensa mayoría de los militantes y votantes de PODEMOS y del resto de la izquierda.

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