¿A quién beneficia este pacto?
En la práctica, asumen como inevitable la política del Gobierno del PSOE, dictada a su vez en lo esencial por el capital financiero.
El compañero Cayo Lara resumía muy bien la filosofía básica del inicial pacto de pensiones alcanzado, cuando recordaba cómo “el Gobierno va a cumplir el deseo del ex presidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán de trabajar más y cobrar menos.”
¿Qué representa el acuerdo?
Un negociador sindical citado por El País (28-01-2011) argumentaba así la estrategia seguida por los dirigentes sindicales:
“Sabíamos que era inevitable una merma social pese a esta negociación. Como ocurre cuando se precipita un tsunami sobre una zona muy poblada (…) Nuestro objetivo era reducir al máximo los daños, y creo que lo conseguimos.”
El Gobierno amenazó con derogar el PRODI para los desempleados sin ayudas; también amenazó con poner actualmente el contador a cero de la negociación colectiva; en las pensiones exigió lo máximo posible… Zapatero planteó supuestas concesiones, como eliminar el despido objetivo por causas económicas aprobado con la última reforma laboral (de indemnización de 20 días por año), lo que de todas formas no elimina la posibilidad de despido para cualquier trabajador tomando como base otros aspectos regresivos aprobados con dicha reforma laboral. Esta táctica se llama “palo y zanahoria”. Amenazo con quitarte 100 y, al final, solo te quito 50.
En el curso de las conversaciones con el Gobierno y la Patronal, aquel se comprometió a “elaborar un plan contra el desempleo juvenil y el paro de larga duración, buscar una política industrial que regenere el sector secundario…”. Son ideas vagas, que conforman parte del redactado del Pacto de Estado, que se materializarán en miles de millones de euros de subvenciones para los capitalistas (o reducciones de impuestos, que es lo mismo), como siempre sucedió en las últimas décadas, sin cambiar nada esencial.
De esta forma, se renuncia por parte de Toxo y Méndez (como ya lo hizo Zapatero hace tiempo) a olvidarse de los programas aprobados en los Congresos, a mantener una línea reivindicativa independiente en función de los intereses de la clase trabajadora, a desarrollar medidas para hacer pagar la crisis a las grandes empresas y bancos de este país, que son los principales generadores de la fenomenal crisis existente.
Finalmente, en buena parte de este “Pacto de Estado”, el PP probablemente estampará su firma. Esto es lo más lógico del mundo. Los reparos públicos anteriores del PP a la congelación de las pensiones y a la extensión de la jubilación de las pensiones a 67 años era pura demagogia electoralista. Así debía haber sido denunciado por Toxo y Méndez. Los ejemplos de políticos del PP como Aguirre en Madrid, y Valcarcel en Murcia, bastan y sobran para demostrar quiénes son los que con más ahínco atacan a los trabajadores allí donde gobiernan.
¿Era posible otra estrategia?
La conclusión que ha sacado los máximos dirigentes de luchas como las de Francia o Grecia, parece que ha sido la de que, a pesar de la multitud de movilizaciones convocadas, éstas no sirvieron para parar los ataques. Ahora bien, en Francia, si bien la reforma de las pensiones no fue paralizada, la fortaleza de la movilización ha dejado a Sarcozy extremadamente debilitado y con muy poco fuelle en los próximos meses para sostener otro «round» similar con el movimiento obrero francés.
Es decir, la mejor forma de organizar la resistencia del movimiento obrero, reconquistar una autoridad perdida entre sectores de trabajadores por parte de los sindicatos y limitar futuros ataques, consiste en organizar la más amplia respuesta posible. No con una estrategia de luchas de desgaste sin fin concreto, sino con un plan consistente que se plantee en primer lugar retomar los centros de trabajo con actividad sindical permanente; al mismo tiempo, reforzar al conjunto del movimiento obrero con alianzas donde, junto con los sindicatos estatales, marchen los sindicatos regionales y nacionalistas, Izquierda Unida, asociaciones de vecinos, asociaciones de inmigrantes, asociaciones de parados y otros movimientos sociales.
Hay que tener claro que los capitalistas, a su vez, están luchando tenazmente entre sí por hacerse con un trozo mayor del mercado mundial. Por eso llevan adelante estos planes de ajuste, donde, en cada país, buscan lograr la máxima tasa de plusvalía para competir mejor fuera.
Por todo ello estas medidas son difíciles de echar atrás si no hay por medio un plan serio de movilizaciones continuadas. Al carecer de esta perspectiva, Toxo y Méndez demostraron no confiar en la capacidad de lucha del movimiento obrero. Finalmente, se “han metido en un jardín” del que les es imposible salir.
Aunque se venga a plantear que estos son los últimos recortes en nuestros derechos, la realidad es que, como dice Cinco Días (29-01-2011): “No se debe parar aquí. La energía, la justicia, la determinación de los salarios, los ajustes en las causas de los despidos, el control de las finanzas de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, etc., son materias que no pueden demorarse mucho más tiempo”.
No solo eso, días después, el Secretario de Estado de Hacienda habló sobre que: “se pueden realizar ajustes importantes. También en los servicios básicos (sanidad, educación, dependencia (…) Habrá que reconsiderar el copago sanitario en el futuro”.
Y, sobre todo, está la inminente nacionalización de las pérdidas del sector bancario, fundamentalmente las cajas de ahorro, que va a empezar en marzo. El Gobierno, inicialmente habló de destinar 20.000 millones de euros públicos a este fin, que es lo que se aseguró a los líderes sindicales.
Pero todos los estudios de los bancos de inversión en realidad hablan de que para empezar a sanear, tan solo las cajas de ahorro, harían falta cantidades que oscilan como mínimo entre los 50.000 y 80.000 millones de euros. En cualquier caso, significa renunciar a los objetivos del déficit ya presupuestado. Este Gobierno, inerte y entregado al capital financiero, no se atrevería a empezar a romper su plan de reducción del déficit si no hubiera ya en marcha una “operación de rescate”, o como la quieran llamar, avalada por las autoridades de la UE, el Fondo de Rescate Europeo y, sobre todo, por el Gobierno alemán.
Esto significa que, sobre los recortes ya firmados por nuestros dirigentes sindicales en el Pacto de Estado se van aplicar, en solo cuestión de semanas y pocos meses, nuevos recortes y… más recortes.
El problema es que, mientras más tarden UGT y CCOO en cambiar esta política, más autoridad perderán los sindicatos, más saldrán debilitados. Y UGT y CCOO son las únicas herramientas, construidas durante décadas, que pueden llegar al conjunto del Estado y enfrentar los ataques de la burguesía. Los otros sindicatos más pequeños, si tienen una buena orientación, pueden ayudar en este proceso pero, hoy por hoy, no pueden sustituir el papel jugado por UGT o CCOO
Sindicalmente además, esta situación aboca, empresa a empresa y sector a sector, a un retroceso en las condiciones de trabajo tremendas. Las empresas no están cumpliendo los convenios firmados, una gran parte de los mismos ni siquiera se firman. Envalentonados, la tendencia por parte de los empresarios en los próximos meses va a ser poner en cuestión, aún más, “todo” en las empresas, por encima de los retrocesos ya firmados a nivel estatal. La crisis demostró que muchas de las luchas, empresa a empresa, no servían y era necesario generalizarlas para poder tener cierto éxito. Ahora, el Pacto significa que se renuncia a una estrategia unificada de luchas en este sentido, se nos arroja “a los pies de los caballos”, en lo que es el principio de los nuevos retrocesos que Toxo y Méndez están dispuestos a aceptar en la reforma de la Negociación Colectiva, cuyos detalles finales se concretarán en marzo.
En dicha reforma hay nuevos retrocesos que Toxo y Méndez están dispuestos a aceptar, cuyos detalles finales se concretarán en marzo. Las expresiones que figuran en el Pacto no son en absoluto tranquilizadoras para los trabajadores: potenciar “la negociación colectiva en el ámbito de la empresa”; “flexibilidad interna”;ó “adecuación a las dificultades, con el mayor realismo y celeridad, a fin de dar la necesaria y urgente respuesta a la viabilidad de las empresas”.
El sindicalismo del “pacto”, una herencia de un pasado que no volverá
La huelga general del 29 de septiembre, teniendo en cuenta lo tarde y mal que fue convocada contra una reforma que ya estaba aprobada, tuvo un resultado bastante digno para la clase trabajadora. No pudo echar atrás la reforma laboral, pero sí atemperó a una burguesía que durante todo el verano estuvo hablando de sacar una “ley de huelga” contra los sindicatos. El 29S hay que verlo como el primer paso de una nueva etapa de luchas del movimiento obrero después de muchos años sin luchas sindicales globales, en unas condiciones objetivas donde hacer huelga es mucho más difícil que en el 2002, en época de auge económico. Tomando como base los ejemplos de otras movilizaciones en Europa, y sacando las mejores lecciones de ellas, el movimiento obrero podía haber empezado a recomponer su unidad, revitalizándose.
Ahora bien, en muchas estructuras provinciales y de empresa, en muchas zonas, la actitud ante la huelga reflejó cierta “oxidación” del movimiento sindical, pérdida de tradiciones, mala organización de piquetes, etc. La resolución aprobada por unanimidad en el consejo de la Unión Provincial de CCOO de Granada el 15 de enero, recalca esto:
“Nos parece que las decisiones que se están tomando desde que en mayo de 2010 el Gobierno decidiera un giro radical en sus políticas, no están siendo las más adecuadas en su manejo de los tiempos, y que no se está teniendo suficientemente en cuenta la opinión de los cuadros sindicales más cercanos a los trabajadores y trabajadoras, que vamos viendo como éstos se distancian progresivamente de nuestra organización.
“(…) Las críticas a los sindicatos de clase han calado en el conjunto de la ciudadanía, que considera que estamos actuando con excesiva pasividad ante la crisis.
“(…) No se trata de buscar culpables sino de analizar los errores para intentar corregirlos, porque el problema no está localizado sino que afecta al conjunto de la organización, que parece haber perdido tono muscular en todas sus estructuras y no estamos haciendo el trabajo necesario para recuperarlo.”
En última instancia, Toxo y Méndez reflejan la opinión de miles de responsables a diferentes niveles en las estructuras sindicales, habituados a la tradición del “pacto” cultivada durante décadas. Esta tradición pareció tener un sentido para muchos durante un periodo, cuando afluyeron inversiones productivas al Estado español y, junto con las ayudas de la UE y la integración de la economía española en la misma, hubo un cierto desarrollo económico y social, si bien el gasto social siempre creció mucho menos que el conjunto de la economía, desde los Pactos de la Moncloa en 1978.
Este sector, con peso decisivo en las estructuras sindicales, vive anclado en otra época, querría retroceder en el tiempo, pero la burguesía española ya no hará concesiones significativas. Todavía enquistados en nuestros sindicatos mayoritarios, basan su actual estrategia en cierta pasividad que todavía vive una parte de la clase trabajadora, aterrada temporalmente por la rotundidad de la crisis económica.
Este es el país de la UE donde la tasa de paro es más alta, donde todavía se dan cotidianamente noticias como el cierre de la factoría de Yamaha en Barcelona, que afecta a 400 empleos directos, o situaciones como la de Nissan, en Barcelona, donde nuevamente se aceptan retrocesos para “garantizar” la viabilidad de unas inversiones que vendrán en el 2014.
Llevamos ya más de dos años donde el pan de cada día es que se aceptan recortes, se echa a un trabajador en una empresa y, en muchos casos, todavía no hay confianza a la hora de revertir ese despido, se acepta… Este espíritu existe todavía en un sector amplio de trabajadores y no podemos subestimarlo.
Organizar la izquierda sindical en UGT y CCOO
Este es el ambiente donde los sectores de las estructuras sindicales en que se basan Toxo y Méndez todavía tienen cierto margen de independencia para apuntalar, temporalmente, sus posiciones. Nos tenemos que preparar, con esta perspectiva, para organizar el ala izquierda en los sindicatos, sabiendo que este ambiente cambiará en favor de los que defendemos un sindicalismo combativo en los próximos meses, cuando la clase trabajadora entrará en lucha a pesar de sus máximos dirigentes sindicales.
Muchos trabajadores entienden que la burguesía está atacando con todo su arsenal. Entienden que, para enfrentar semejante ataque, haría falta la máxima fuerza y unidad de la clase trabajadora. Pero cuando quieren basarse en la herramienta que se les presenta para oponerse a dichos golpes que está empleando la burguesía, entienden que el instrumento que tienen a mano no es el más adecuado, no es lo suficientemente fuerte.
Los limitados resultados de la huelga del 27 de enero en Galicia y Euskadi por los sindicatos nacionalistas, con resultados casi ínfimos en Cataluña donde convocó CGT, revelaron esta situación, junto con el hecho de la división sindical, ocasionada por la no convocatoria de los dirigentes de UGT y CCOO
Ante esta situación, toda estrategia sindical debe pasar por tender a ir generando la mayor unidad de la clase trabajadora en torno a los sectores más dinámicos de ésta, que deben explicar pacientemente sus propuestas al resto, para lograr el acercamiento entre los sectores de activistas y batallones del movimiento obrero más conscientes con aquellos otros más retrasados, no para separarlos.
Hay muchas campaña y actividades, como explicaremos más abajo, en las que es posible englobar a sectores de parados, o de jóvenes trabajadores, que ahora no están organizados en el movimiento obrero donde, partiendo de los problemas concretos que padecemos (paro, vivienda, hipotecas, servicios sociales…), es factible despertar un potencial que está sin utilizar en decenas de miles de personas que hoy en día todavía no militan en las filas del movimiento obrero y puede ayudar a revitalizar a las organizaciones de la izquierda sindical y política.
¿Hay alguna experiencia concreta que demuestre esto? El ejemplo de Murcia revela que sí. Allí, de cara al 29-S, se forjó una plataforma de la izquierda que aglutinó a la práctica totalidad del movimiento obrero organizado. La movilización del 29-S fue proporcionalmente muy superior a otras zonas del Estado, lo que ha tenido su correlato en las 6 manifestaciones contra el posterior ajuste del presidente regional del PP, Valcárcel. La última de las manifestaciones de enero reunió a unas 60.000 personas.
En la asamblea de delegados convocada en Euskadi por UGT, a principios de enero, el ambiente entre los delegados presentes no era de convencimiento con la estrategia de la dirección. Muy significativa fue la asamblea de delegados de CCOO en Asturias el 12 de enero. La imagen que queda de dicha asamblea es que hubo una rebelión de la mayoría de los delegados y cuadros sindicales de CCOO frente a Fernando Lezcano, de la CE confederal.
Al poco, el consejo de la UP de CCOO de Granada realizó por unanimidad una crítica clara de la línea seguida, llamando a la rectificación y a la convocatoria de una huelga general. Sobre todo en CCOO, pero también en UGT, ha empezado un movimiento contra la estrategia de Toxo y Méndez, con apoyos en importantes cuadros sindicales.
Es muy significativo que en estas dos provincias concretas (Granada y Asturias), el “sector crítico” de CCOO, que defiende un sindicalismo combativo y de transformación social, fue mayoría hace años, pero la perdió en los últimos congresos. Sin embargo, como quedó algo de la vieja corriente de los “críticos”, se revertió la tendencia de tal manera que, hasta antiguos seguidores del viejo “sector oficial”, se alinearon detrás de los compañeros que tuvieron una actitud más combativa. Hay que reflexionar seriamente sobre esto.
Objetivamente, esto pone las bases para el desarrollo de corrientes de izquierda en UGT y CCOO, que podrán alcanzar la mayoría en ambos sindicatos una vez la estrategia de Toxo y Méndez quede agotada.
Muchos compañeros, cuando han visto las magníficas respuestas que ha ofrecido la clase trabajadora en otros países europeos, se sienten un tanto escépticos en el caso español. Comentarios del tipo: “va a hacer falta mucho tiempo para que nos movamos en serio aquí”, todos los hemos escuchado.
La lucha en Murcia demuestra cómo los trabajadores pasaron de la frustración a la furia, ante la última medida de ajuste de Valcárcel contra los funcionarios, entrando en ebullición, pero la potencial furia que existe en otras zonas del Estado no es menor. En zonas como Andalucía hay tremendos problemas de carestía en zonas jornaleras que pueden expresarse con luchas muy radicalizadas. En general, las tradiciones históricas que tiene la clase trabajadora en el Estado español es la de luchas que a veces son sorpresivas y fulminantes.
¿Qué podemos aportar desde Izquierda Unida?
Cayo Lara afirmó después del acuerdo que IU “vamos a estar en movilización permanente, como hemos hecho con el ‘tijeretazo’ o con la reforma laboral. Y lo vamos a estar de aquí hasta las elecciones municipales y autonómicas, y después de las mismas hasta las generales”.
Esta actitud es muy positiva. Desde IU tenemos una responsabilidad muy importante de cara a organizar un trabajo en los sindicatos, para dotarlos de de una perspectiva política más amplia y de un programa socialista. Lógicamente, a través de nuestras estructuras, debemos apoyar a los sectores de izquierda dentro de UGT y CCOO En concreto, empezando por reforzar al sector “crítico” de CCOO, que ahora conectará de manera mucho más evidente con las aspiraciones de las masas.
Ahora, desde IU, podemos conectar con éxito con millones de jóvenes y trabajadores con una campaña política que demuestre en la calle, a los ojos de las masas, cómo podemos suponer una alternativa real que planteamos soluciones concretas ante la crisis capitalista. El compañero Cayo Lara está haciendo un esfuerzo muy importante, multiplicándose en todo tipo de actos. Él ha comentado cómo IU debe «volver al viejo espíritu de la octavilla”.
Deberíamos explicar:
- Nuestra oposición a la reforma de pensiones con una campaña de propaganda amplia en todas las ciudades y pueblos.
- Nuestra oposición, como IU, a la privatización de las cajas de ahorro. Interviniendo con propaganda en las diferentes oficinas de las cajas de ahorro, que se van a ver afectadas por miles de despidos con el ajuste que presenta el Gobierno.
- Apoyando a las asociaciones de parados, vinculando sus actividades a las de los trabajadores con contrato, en primer lugar a los precarios, y al resto de organizaciones de la clase trabajadora. Otros colectivos están surgiendo, como plataformas contra el desahucio, o de afectados contra las hipotecas. Debemos promover todas estas campañas.
- En definitiva, desde cada asamblea de IU en cada barrio, en cada pueblo, a nivel de cada ciudad, organizando una amplia campaña de actos públicos a los que invitemos a todos los sindicatos, podemos exponer nuestro programa de una manera amplia. Muchos trabajadores y jóvenes, por sí mismos, sacarán en base a su experiencia la necesidad de organizarse políticamente. Pero desde IU tenemos que tener una actitud activa en este sentido.
Los capitalistas, con la crisis de sobreproducción existente, no van a garantizar las inversiones para dotar de empleo a estos millones de trabajadores. Si los empresarios no invierten, el único que tiene posibilidad de hacerlo es el Gobierno.
Frente a la política de empobrecimiento de la clase trabajadora que propone el Gobierno del PSOE, sí hay una alternativa. ¿El Gobierno sólo debe intervenir en la economía para salvar a los grandes grupos de la banca y de la construcción que nos han conducido al desastre, “nacionalizando” sus pérdidas? Decimos que no.
Una banca pública que dominase el sector financiero español anularía los intereses abusivos que ha cobrado hasta ahora, otorgando hipotecas baratas, favoreciendo con los recurso financieros disponibles los planes e inversiones del Gobierno para dotar de empleo a los 4’7 millones de parados actuales.
Son los grandes empresarios y banqueros quienes fomentaron el endeudamiento familiar. Los trabajadores no somos responsables de estas deudas que padecemos, referenciadas a valores especulativos de las propiedades inmobiliarias. Una auténtica política socialista pasaría porque el Estado tomase el control de estos bancos y empresas, técnicamente insolventes en muchos casos, poniéndolos bajo el control de los trabajadores para evitar corrupción y derroches tan comunes en todos ellos.
Como muy bien decía nuestra responsable estatal del Área de Juventud, Esther López Barceló: “¡Sí hay dinero para esto! Lo tienen los bancos y las grandes empresas que se están forrando a beneficios a costa del dinero público”. Con los recursos de los principales conglomerados económicos españoles sí se puede empezar a planificar la economía para acabar con la pesadilla que vivimos millones de familias.
Objetivamente, la clase trabajadora necesita ahora más que nunca de una expresión política organizada lo más fuerte posible a la izquierda del PSOE. IU es una herramienta que cumple tal objetivo. Con una actitud consciente, dando una alternativa clara, desde IU podemos salir hacia fuera: a los barrios, institutos, fábricas y mercados para hacer un trabajo continuo de propaganda y, con él, de afiliación y fortalecimiento de nuestra organización.
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