La Unión Europea celebra las sanciones a Google y Apple: ¿Realmente podrán “domar” a estos gigantes?

La reciente imposición de sanciones a Google y Apple por parte de la Unión Europea ha vuelto a poner en el centro del debate la capacidad de las instituciones internacionales para controlar a las grandes corporaciones. Aunque presentadas como medidas para corregir las prácticas monopolísticas y proteger a los consumidores, estas sanciones parecen ser más simbólicas que efectivas frente a la inmensa acumulación de poder y riqueza que estas empresas han consolidado. La pregunta que surge es: ¿puede realmente la UE «domar» a estas corporaciones globales o estamos simplemente ante una fachada que pretende maquillar las contradicciones del capitalismo?

A lo largo de la historia, teóricos como Karl Marx y Lenin advirtieron sobre la tendencia inevitable del capitalismo hacia la concentración de poder en manos de unos pocos monopolios, un proceso que en la actualidad se refleja claramente en la dominación que ejercen empresas como Google y Apple sobre el mercado global. En este contexto, las sanciones impuestas parecen tener poco impacto real en frenar su expansión y acumulación, lo que plantea una reflexión profunda sobre la eficacia de estas medidas en un sistema diseñado para beneficiar a las grandes multinacionales.

Este artículo explora cómo, a pesar de las sanciones multimillonarias, estos gigantes tecnológicos continúan operando con beneficios masivos, desafiando cualquier intento real de regulación.

La tendencia al monopolio del capitalismo

Marx, en la fase de expansión colonial y comercial del capitalismo, ya predijo la tendencia al monopolio de las empresas debido a la naturaleza competitiva de estas, que paradójicamente, buscaban eliminar la competencia y dominar el mercado. Lenin, en su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo, pudo ser testigo del inicio de como el capital industrial fue creciendo y fusionándose con el capital financiero formando grandes monopolios que dominan mercados enteros. Si ambos levantaran la cabeza hoy en día, solo verían una confirmación de sus teorías y  tanto Google como Apple son ejemplos claros de esta concentración.

La Unión Europea, en un cínico esfuerzo en controlar el monopolio del mercado y el abuso fiscal, ha impuesto múltiples sanciones a ambas empresas para intentar disciplinarlas. Nosotros pensamos que tendrían éxito intentando enfriar el sol que en “domar” a los capitalistas a través de las sanciones, más que nada por que ellos son quienes controlan la economía y las instituciones europeas son meras administraciones del capitalismo. Pero esto último es mejor no decirlo y aparentar neutralidad, el robo que no se conoce es mucho mejor que el que se puede ver a simple vista.

En el caso de Google, la Comisión Europea ha impuesto sanciones importantes a lo largo de los años por diversas prácticas anticompetitivas. Entre las más destacadas están la multa de 2.400 millones de euros en 2017 que ha sido ratificada el 10 de septiembre de 2024 por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) después de que Google apelara la decisión previa del Tribunal General, que ya había confirmado la multa en 2021. Google se aprovechó de su posición en el mercado favoreciendo su propio servicio de comparación de productos, Google Shopping, en detrimento de los competidores. Además, tiene otra sanción de 4.340 millones de euros del 2018 por imponer restricciones a los fabricantes de dispositivos Android, obligándolos a preinstalar sus aplicaciones. Estas sanciones forman parte de un histórico de multas que supera los 8.250 millones de euros en total.

A pesar de ello, Google continúa dominando el mercado. Según su informe financiero el flujo de caja o beneficio real, que es la medida más conservadora de la salud financiera de una empresa, generado en 2022  fue de 60.010 millones de dólares en todo el mundo. Haciendo una estimación a través de este dato para Europa, Oriente Medio y África (EMEA), podemos sacar un beneficio real estimado de ¡19.333 millones de dólares en tan solo en un año! Estas cifras reflejan cómo las multas representan solo una pequeña fracción de sus beneficios que ha podido acumular durante los años de irregularidades que han causado las sanciones, lo que evidencia la ineficacia de las sanciones para limitar el poder de estos gigantes tecnológicos.

Apple, por su parte, ha sido objeto de sanciones por prácticas fiscales injustas. En 2016, la Comisión Europea impuso una multa récord de 13.100 millones de euros a la compañía, acusándola de beneficiarse de un acuerdo fiscal ilegal en Irlanda, lo que permitió a Apple evadir impuestos durante más de una década. De la misma forma que hizo Google apeló contra la sanción, pero también ha sido ratificada el 10 de septiembre de 2024 por el TJUE. En 2022, Apple, según su informe financiero, de septiembre de 2021 a septiembre de 2022, generó un flujo de caja de 111.443 millones de dólares en todo el mundo. Haciendo la misma estimación que antes se ha hecho con Google, obtenemos que esta empresa en Europa, durante el mismo período de tiempo, ha generado un beneficio real de ¡26.939 millones de dólares!. Esto subraya que, a pesar de las sanciones, Apple sigue siendo extremadamente rentable en la región.

Estos datos se enmarcan dentro del terreno de la creciente desigualdad en el reparto de la riqueza mundial. Según el Informe Global de la Desigualdad 2022 del World Inequality Lab, el 1% más rico controla aproximadamente 38% de la riqueza mundial. Este dato refleja la concentración extrema de riqueza en un pequeño grupo, mientras que el 50% más pobre de la población mundial posee solo el 2% de la riqueza global.

En el imaginario de los capitalistas, el sistema funciona como una fuente en la que la riqueza fluye desde arriba y se va distribuyendo hacia los niveles inferiores, acumulándose en la base. Sin embargo, la realidad es exactamente la contraria: la riqueza es continuamente extraída desde la base y canalizada hacia la cúspide, donde queda atrapada en manos de unos pocos.

El mito de la regulación «justa» en el capitalismo

Las sanciones a Google y Apple son presentadas como correctivas por parte de la Unión Europea / UL

Las sanciones a Google y Apple son presentadas como correctivas por parte de la Unión Europea, pero es evidente que el Estado burgués, en lugar de actuar contra los intereses de estas grandes corporaciones, las protege de manera indirecta. Aunque las sanciones impuestas parecen cuantiosas, comparadas con los beneficios reales anuales de estas empresas, resultan insignificantes. Ambas empresas tan solo con lo que han ganado en un año en Europa pueden pagar de sobras todo su histórico de sanciones que la UE les ha impuesto. Realmente, en los despachos de ambas empresas deben estar muy tranquilos con todo esto, al final es más parecido a un soborno que a una restricción para sus negocios. Claro está que preferirían no ser sancionadas, pero les sale más rentable pedir perdón que pedir permiso.

En este sentido, las sanciones no buscan realmente desmantelar el poder monopolista de Google y Apple, sino preservar el funcionamiento del sistema capitalista sin grandes alteraciones. Estas son presentadas como un intento de «regulación justa» del capitalismo. Sin embargo, esta idea es ilusoria. Las grandes corporaciones, al controlar los medios de producción y acumular enormes capitales, son capaces de seguir operando sin cambios significativos, incluso después de haber sido multadas. A pesar de las sanciones, tanto Google como Apple continúan generando beneficios masivos, consolidando su control sobre los mercados globales.

Las multas se convierten en una forma de legitimación, proporcionando al capitalismo una cobertura para continuar su acumulación sin enfrentar desafíos reales a su autoridad o a las condiciones básicas de su reproducción, permitiendo que las corporaciones acumulen riqueza bajo la fachada de una regulación que en realidad no busca alterar seriamente la estructura de poder existente.

La verdadera revolución no es la regulación, sino la abolición del capitalismo

Las sanciones a Google y Apple son un reflejo de las tensiones inherentes al capitalismo, pero estas no abordan el problema subyacente: la propiedad privada de los medios de producción. En lugar de imponer sanciones que apenas afectan a estos monopolios, lo que se necesita es la expropiación de los medios de producción y la construcción de una sociedad socialista donde los recursos sean gestionados por los propios trabajadores. Sólo a través de la abolición del capitalismo y la toma de control de los medios de producción por parte de la clase trabajadora se podrá poner fin a la dictadura del capital sobre la sociedad.

Por tanto, cuando los trabajadores controlen los recursos que hoy están en manos de unos pocos monopolios, se podrá hablar de justicia económica y social. Hasta entonces, el capitalismo seguirá produciendo monopolios, y los Estados burgueses continuarán imponiendo sanciones que no hacen más que perpetuar la explotación y el dominio de las grandes corporaciones.

El capitalismo no puede ser reformado; debe ser destruido. Las sanciones, por significativas que parezcan, no alteran la estructura fundamental de explotación que define este sistema. La única solución verdadera es la revolución socialista, que pondrá fin al dominio del capital y permitirá a la clase trabajadora tomar el control de su propio destino.

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