Lenin y la lucha contra el sectarismo
«Todos convendrán que sería insensata y hasta criminal la conducta de un ejército que no se dispusiera a dominar todos los tipos de armas, todos los medios y procedimientos de lucha que posee o puede poseer el enemigo. Pero esta verdad es más aplicable todavía a la política que al arte militar»
Una de las principales contribuciones de Lenin al movimiento revolucionario es la creación de la Internacional Comunista (IC). La creación de los partidos comunistas, fruto de la traición de los dirigentes de la Segunda Internacional y del triunfo de la Revolución de Octubre, fue relativamente rápida. Esta formación, sin embargo, abrió un periodo de asimilación de la experiencia del partido bolchevique por los cuadros de los nuevos partidos, que se truncó con el ascenso del estalinismo.
En un sentido general, estos partidos agrupaban a «la vanguardia de la vanguardia», es decir, a los luchadores más avanzados, quienes primero habían sacado la conclusión de que los viejos partidos no servían para derrocar el capitalismo por una revolución socialista, sino que esto requería una organización y métodos diferentes.
El problema principal, tanto entonces como ahora, es la imagen apriorística que en la cabeza de esta vanguardia se forma de lo que es una revolución socialista, el papel del partido en ella y el papel de las masas.
Lenin publicó este libro en mayo de 1920, y se aseguró de que cada delegado al segundo congreso de la IC tuviese una copia. En él se condensa, a modo de polémica, la experiencia táctica del bolchevismo, y es hasta hoy en día el manual más acabado sobre táctica marxista.
Contenido
¿Cómo conseguir la dirección efectiva del movimiento obrero y qué significa «ser la dirección»?
Para los «comunistas de izquierda» y demás elementos impacientes, ser la dirección es algo muy simple: basta con proclamarse públicamente, denunciar la traición de la socialdemocracia y apelar a «las masas», en abstracto, a que sigan al partido, vaya usted a saber hacia dónde. De esta concepción se desprende, inevitablemente, que si no lo hacen es su responsabilidad.
Esta concepción impide ver el auténtico proceso por el que el partido comunista se convierte en la dirección efectiva de las grandes masas del proletariado, cuyo ejemplo más perfecto es el del Partido Bolchevique.
Las masas aprenden principalmente a través de su propia experiencia. Si ante cada acontecimiento, en cada lucha, por parcial o pequeña que sea, tienen un bolchevique acompañándoles y explicando cómo avanzar, qué métodos usar para vencer, por qué no es conveniente dar la batalla en un momento dado y sí en otro, aprenderán a confiar en el partido; ser la dirección dejará de ser una abstracción pura y se convertirá en una realidad material.
Hablando de la Revolución de Octubre, decía Sujánov, miembro de los mencheviques: «Las masas vivían y respiraban de común acuerdo con los bolcheviques. Estaban en manos del partido de Lenin y Trotsky (…). Resulta totalmente absurdo hablar de una conspiración militar en lugar de una insurrección nacional, cuando el partido era seguido por la gran mayoría del pueblo y cuando, de facto, ya había conquistado el poder real y la autoridad».(Énfasis nuestro)
Para llegar a ese punto, los bolcheviques tuvieron que estar presentes allí donde había trabajadores, fuesen lo políticamente atrasados que fuesen. Tuvieron que infiltrarse en los sindicatos policiales, participar de parlamentos amañados por el zarismo, encubrir sus actividades como círculos de alfabetización, etc. Y en cada caso, explicar pacientemente sus ideas y programa, vinculándolas a la experiencia concreta en cada situación particular.
Como es natural, nada de esto puede realizarse como se imaginan los «izquierdistas», simplemente repitiendo consignas y verdades elementales, acusando a unos y a otros de traidores, etc.
Algunos apuntes sobre la teoría marxista del Estado
“El medio sólo puede ser justificado por el fin. Pero éste, a su vez, debe ser justificado. (…)» Su moral y la nuestra. León Trotsky.
Con frecuencia se pierde de vista que el objetivo final del partido revolucionario no es tomar el poder, sino entregarlo inmediatamente a las masas de trabajadores organizadas como clase dominante, periodo al que llamamos dictadura del proletariado y cuya forma de estado es la democracia obrera, la democracia más amplia que ha conocido la humanidad. El final de este proceso es la desaparición del Estado en el plazo más breve históricamente posible.
El objetivo del partido es, por lo tanto, la desaparición de toda forma de gobierno en el plazo más breve posible una vez derrocada la burguesía. Este objetivo sólo puede conseguirse si al menos los sectores fundamentales de la clase obrera dirigen a las masas de explotados en la destrucción de ese tumor social que es el Estado, absorbiendo sus funciones en el conjunto de la sociedad.
Así, la clase obrera se convierte en vanguardia de la sociedad, y el partido en «vanguardia de la vanguardia».
Lenin entendió antes que nadie que el partido necesita vincularse con la clase obrera, superar todas las dificultades que surjan y tener una paciencia extrema, sobre todo con los sectores de la clase que tarden más en comprender la necesidad de seguir este camino.
Es por este motivo que el partido no puede renunciar de antemano a participar en una campaña electoral, o a introducirse en los sindicatos «vendidos a la patronal» con el objetivo de arrancar a los trabajadores que en ellos militen de la influencia de esos dirigentes, como proponían algunos «comunistas de izquierda».
«Rechazar el trabajo en los sindicatos reaccionarios significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a la influencia de los líderes reaccionarios, de los agentes de la burguesía, de los obreros aristócratas u «obreros aburguesados».
Los medios de que dispone la burguesía para mantener su dominio ideológico son enormes, pero no omnipotentes. La experiencia de la vida cotidiana bajo el capitalismo lleva a las masas a sacar conclusiones revolucionarias, pero si no existe un partido con cuadros en los que confíen, probados en cada lucha, por parcial que sea, que tenga una estrategia adecuada y sepa deducir de ella las tácticas correctas para triunfar, la derrota a largo plazo es inevitable.
El partido necesita superar la desproporción existente en periodos de normalidad; es decir, los comunistas somos una minoría respecto a la clase obrera. Ese es uno de nuestros fines, que justifica los medios para llegar al oído de la mayoría de la clase, el uso de todos los altavoces que nos permita el Estado burgués; sea una campaña electoral, la intervención en una manifestación o la afiliación a sindicatos amarillos del tipo zubátov.
¿Para qué se prepara un comunista?
«Los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo de diversos modos. Sin embargo, de lo que se trata es de transformarlo». K. Marx, Undécima tesis sobre Feuerbach.
El problema que Lenin trataba de resolver con su manual sobre táctica, hoy en día lo vemos agravado por décadas de estalinismo: El desconocimiento general de la experiencia real del partido bolchevique.
La undécima tesis, citada, no opone, sino que vincula, la comprensión del mundo para conseguir su transformación. Es tan peligroso despreciar la práctica como la teoría, pues sólo de una adecuada comprensión teórica puede deducirse unos métodos que nos acerquen a nuestros fines, y sólo en la práctica podemos probar que hemos asimilado correctamente el método de pensamiento marxista. No en vano Marx y Engels le dieron el nombre de Socialismo Científico.
Los comunistas tenemos la inmensa ventaja de conocer de antemano las líneas generales del desarrollo social, pero eso no nos exime de cometer errores. Todo apriorismo debe de ser confirmado por la realidad, y si no lo es, debemos de corregir el análisis, como cualquier científico.
Ser comunista es mucho más que una bandera, unas consignas o un carnet de partido. Ser comunista es comprender que acabar con el capitalismo no es únicamente derrocar a la burguesía, sino ayudar a que las masas de trabajadores aprendan a gobernar por sí mismas. Y esto no puede hacerse solo con consignas.
Ganarse la dirección de las masas requiere paciencia y atravesar enormes dificultades, sabiendo que el periodo posterior será aún más difícil. Un comunista se prepara conscientemente para dirigir a millones de personas hacia un objetivo, mientras comprende que la mayoría de su vida política transcurrirá contracorriente, siendo la minoría de la minoría. Pero una minoría luchando cuerpo a cuerpo para desplazar a los actuales dirigentes, en su terreno, cualquiera que este sea.
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