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Miles de mujeres trabajadoras de las Residencias Geriátricas de Bizkaia se manifiestan en Vitoria-Gasteiz

Llevan 300 días de huelga y luchan por un convenio colectivo que dignifique sus condiciones de trabajo

Trabajadoras de todo Euskadi arroparon a sus compañeras en su lucha por el convenio de Residencias de Bizkaia en la manifestación convocada por el sindicato ELA en Vitoria el día 20 de Septiembre. Este colectivo de trabajadoras, alrededor de 5.000, lleva sosteniendo una dura lucha desde hace más de un año y medio contra la patronal y la propia Diputación Foral, responsable del servicio.

Trabajadoras de todo Euskadi arroparon a sus compañeras en su lucha por el convenio de Residencias de Bizkaia en la manifestación convocada por el sindicato ELA en Vitoria el día 20 de Septiembre. Este colectivo de trabajadoras, alrededor de 5.000, lleva sosteniendo una dura lucha desde hace más de un año y medio contra la patronal y la propia Diputación Foral, responsable del servicio.

Las trabajadoras reivindican un salario de 1.200 euros, 35 horas semanales y aumento de plantilla. Sin embargo, se encuentran con propuestas patronales que constituyen un auténtico insulto como incrementos salariales de 3 euros, últimamente de 6 euros mensuales.

La determinación de las trabajadoras para conseguir sus objetivos es total. Muchas se movilizan por primera vez, han comprendido que solo el camino de la lucha y la organización les va a permitir conseguir sus objetivos. Marchaban orgullosas de su lucha, vistiendo sus camisetas verdes, comentando cómo sienten el desprecio de sus patronos porque sus trabajos de cuidados personales, aseo, de “limpieza de culos”, etc., a los ancianos, les dicen, no necesitan ninguna preparación académica, son los trabajos que realizan en la casa.

Sus salarios, les dicen, son complementarios a los de sus maridos, por eso son bajos, obviando que su trabajo no es asistencial, es productivo, necesario para que la sociedad funcione, y que hay muchas trabajadoras que tienen hijos y no tienen pareja y trabajan porque necesitan un salario decente para vivir. Protestan porque sus condiciones de trabajo hacen imposible atender correctamente a los residentes: levantar, asear, duchar a ancianos con problemas de movilidad en 7 minutos, como si fuera una cadena de montaje. Atender a un colectivo de más de 100 ancianos residentes con sólo dos cuidadoras por la noche y así una retahíla de situaciones que describen la explotación y el estrés al que están sometidas en su trabajo. Las acusan, insultándolas con ello, de que las manipula el sindicato, “los hombres del sindicato”, pero todo ello les reafirma en seguir y reforzar la lucha que han emprendido para dignificar sus salarios y condiciones de trabajo.

La auténtica responsable de esta situación es la Diputación de Bizkaia, que está obligada a garantizar servicios sociales dignos, atendidos por trabajadoras con buenas condiciones de trabajo. Son necesidades sociales que no pueden ser objeto de negocio, que deben priorizar la atención de calidad y no el beneficio, deben ser un servicio público para los ciudadanos que en su vida laboral han generado la riqueza del país y que ahora, por medio de nuestros impuestos, deben ser atendidos dignamente.

Con los servicios privatizados, con la búsqueda del beneficio, ajustando personal y salarios, eso es imposible. “Si el cuidado de las personas dependientes no fuera un negocio, no estaríamos en huelga contra la Diputación” dice una trabajadora. Sin embargo, estos gobernantes políticos del PNV, que dicen ser democristianos, con una recaudación fiscal al alza, han destinado 90 millones de euros de dinero público a financiar estos negocios privados sin tener en cuenta la situación de este colectivo de trabajadoras, que sostienen y atienden con su sudor y sus nervios a los residentes.

Se puede ver la magnitud de este negocio propiciado por Diputación en las diferencias de las condiciones de trabajo y salariales entre trabajadoras que cuidan ancianos en el sector público y en el privado, 40%-60% menos de salario en las subcontratas que en las públicas, y 160 horas más al año de trabajo en las subcontratas. En resumen, la mitad de salario con muchas más horas de trabajo y menos personal. De ahí salen los suculentos beneficios de estas empresas, auténticos parásitos bien cebados por la Diputación a costa de la sangre, sudor y lágrimas de las trabajadoras y la baja calidad asistencial a los usuarios.

Estos políticos patriotas, que hablan del bien del pueblo, acogen con entusiasmo las ofensas a las trabajadoras de las empresas privadas que van a subcontratar, no fijando, pudiendo hacerlo, condiciones mínimas decentes en salarios o personal a respetar por las subcontratas. Es la misma situación que están viviendo los trabajadores de Eulen en el Prat y otros aeropuertos, que antes eran servicios públicos. Estas mismas empresas dirigen muchas de nuestras residencias.

Dicen que es un problema empresarial, que el asunto no va con ellos. Sin embargo, sí tienen potestad para imponer unos servicios mínimos, que de hecho inutilizan el derecho de huelga, del 80% o 90%, explica una trabajadora en la manifestación, de hecho hay más trabajadoras en el servicio en situación de huelga que en el día a día.

Bernardo Atxaga, escritor vasco laureado, ha mostrado su solidaridad y apoyo a esta lucha, ha exigido la intervención de la Diputación Foral para resolver este conflicto: “Los gobernantes a menudo confiesan sus buenas intenciones: tenemos que progresar sin dejar a nadie atrás, debemos asegurar una vida digna a las personas sin protección social y económica, queremos mantener y mejorar la red de ayudas sociales, nuestros gobernantes, además no quieren precariedad, ni grandes diferencias sociales, dicen que quieren una sociedad integrada. Si piensan y sienten así, ¿por qué no le dan una solución a este problema que tienen tan a mano y viene tan a cuento? ¿Por qué obligan a 5.000 trabajadoras a condiciones tan duras? “A veces yo no soy de mi opinión” nos dijo una vez el cura de mi pueblo. A lo mejor nuestros gobernantes nos dirían lo mismo si les recordásemos su ideario cristiano demócrata humanista, ironizaba.

La lucha es dura, alcanzar unas condiciones dignas supuso a las trabajadoras de las residencias de Vitoria una lucha de tres años, explicó en el acto final de la manifestación una delegada. Pero con determinación y apoyo solidario se puede vencer y hay que vencer, está siendo una escuela pública de la lucha, por un modelo de sociedad donde los trabajos de cuidados se dignifiquen.

Las trabajadoras de las residencias no solo luchan para sí, luchan también para todos nosotros, porque su victoria significa más trabajadoras en plantilla, mejores salarios, satisfacción en el trabajo, esencial en el cuidado de personas, su mejora redunda en el beneficio de todos, que al fin y al cabo seremos personas mayores y necesitaremos ser atendidos. Además esta lucha está dejando muy claro el fracaso que supone atender necesidades públicas a través de la iniciativa privada, grandes negocios para algunos, muchas veces vinculados con los gestores políticos, a costa del deterioro del servicio a los residentes y la explotación descarnada de las trabajadoras. La victoria completa se conseguirá cuando estos servicios sean públicos, garantizando a las trabajadoras sus puestos de trabajo actuales.

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