Ni gobierno de coalición ni de “colaboración” – Defender un programa independiente de clase frente al timorato gobierno de Sánchez y la derecha
Hace unas semanas, dejamos clara nuestra posición ante un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidos Podemos. Ahora, la dirección de Podemos ha lanzado una “consulta” a los militantes del partido para que se pronuncien sobre su participación en el gobierno de Sánchez. Pese a los dos meses y medio transcurridos desde las elecciones del 28A, esto tiene lugar sin un debate previo en las bases ni en asambleas de círculo, ni siquiera en asambleas públicas donde los votantes y simpatizantes puedan interpelar a quienes eligieron al parlamento. Como de costumbre, la “consulta” no puede ser más tendenciosa, diseñada para ganar “a la búlgara”. Se trata de optar entre la propuesta de la dirección de Podemos ¡y la propuesta de la dirección del PSOE! Lucha de Clases llama a votar en blanco en esta “consulta”, y explicamos aquí nuestras razones.
La consulta en cuestión, propone las siguientes dos opciones:
OPCIÓN 1 – Para hacer presidente a Pedro Sánchez es necesario llegar a un acuerdo integral de Gobierno de coalición (acuerdo programático y equipos), sin vetos, donde las fuerzas de la coalición tengan una representación razonablemente proporcional a sus votos.
OPCIÓN 2 – Para hacer presidente a Pedro Sánchez (ya sea mediante el voto a favor o la abstención), basta con la propuesta del PSOE: un Gobierno diseñado únicamente por el PSOE, colaboración en niveles administrativos subordinados al Gobierno y acuerdo programático.
En rigor, una consulta a la militancia, sea cual sea el formato que se elija, debería basarse en las diferentes opiniones que existan en la dirección del partido o entre sectores del mismo sobre un tema o decisión particular a tomar. Pero obligar a la militancia a tener que decidir entre la posición de sus dirigentes y la posición de su principal adversario político –en este caso, los dirigentes del PSOE– es algo que no tiene registro en la historia política española, y nos atrevemos a decir que tampoco en la historia política internacional.
Sin debates previos por abajo, los militantes, inscritos y votantes deben formarse una opinión aisladamente, mirando los debates de los «platós» de televisión.
Esto no es sólo «un verdadero insulto a la inteligencia», como bien lo ha definido la dirigente andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, es la enésima constatación –desde el momento fundacional de Podemos– de un tipo de organización burocrática, verticalista, antidemocrática y caudillista que es incompatible con un verdadero movimiento que aspire a transformar la sociedad.
La “consulta” a las bases de Podemos tiene otras implicaciones, la principal de las cuales afecta a las demás organizaciones y grupos que forman parte de Unidos Podemos y sus confluencias, sobre todo Izquierda Unida. Y es que el resultado de esta consulta necesariamente ata al conjunto de UP, y muchos militantes y simpatizantes de IU se verán así mismos como meros convidados de piedra en este asunto. Claro está que la dirección de IU hace ya tiempo que renunció a tener una voz propia y una posición de izquierda diferenciada dentro de UP.
Pero no se trata solamente de “las formas”. Más importante aún es el contenido de este asunto.
Los dirigentes de UP, sea en la Opción 1 o en la Opción 2, sirven a sus bases un menú de plato único: acuerdo programático con el PSOE en el nuevo gobierno, ya sea bajo la forma de coalición o de “cooperación”. En ningún momento han considerado contemplar como una tercera opción ante sus bases proponer que UP pase a la oposición para defender íntegramente su programa sin ataduras con el gobierno de Sánchez. Aquí reside principalmente el carácter tramposo de esta “consulta”.
Como también ha señalado Teresa Rodríguez, en relación a querer formar un gobierno de coalición con el PSOE:
«Importa el para qué… si no hay derogación de las reformas laborales, de la llamada ley mordaza, del 135, de la Lomce, si no hay lucha contra el cambio climático si no hay derogación de la austeridad, solo servirá para regalarle nuestros logros y asumir las contradicciones de un PSOE históricamente habituado a defraudar».
Desde el momento en que Pablo Iglesias declaró tras las elecciones del 28A: “Somos conscientes de la fuerza que tenemos, y a la hora de negociar el gobierno no vamos a poder pedir muchos elementos que nos gustaría”, no ha hecho más que retroceder en sus posiciones políticas y programáticas. Así, se ha comprometido a renunciar públicamente a una posición independiente sobre el conflicto catalán, pero también sobre la política exterior. Como recoge El País, citando fuentes del “más alto nivel en Podemos”:
“’Asumimos que nos exijan que tiene que haber garantías y que no puede haber oposición al Gobierno con Cataluña o la política exterior’, insisten al más alto nivel en Podemos en su compromiso de no cuestionar desde dentro del Ejecutivo a Sánchez. Para reforzar la credibilidad de su planteamiento aceptarían acordar los requisitos con el PSOE y ponerlos por escrito”.
Merece la pena señalar que nadie “al más alto nivel en Podemos” ha negado públicamente esta información de El País.
Aquí no vale jugar al escondite. Eso supone acatar la política imperialista de la UE en África, Oriente Medio y América Latina, y por supuesto su política de ajuste sobre las familias obreras de todo el continente, y en el Estado español en particular. Supone que nadie de la dirección de Unidos Podemos podrá criticar públicamente el alineamiento del gobierno de Sánchez con el nacionalismo españolista que comparte con la derecha en sus ataques a los derechos democrático-nacionales del pueblo catalán, y también deberán negar públicamente el carácter de “políticos” a los presos del Procés.
Esto, en cuanto a política exterior y Catalunya. Pero ¿qué hay del “acuerdo programático” que podrían alcanzar Iglesias y Sánchez en política económica y social? La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha vuelto a arremeter contra aquellos que piden no ya la derogación de la reforma laboral del PP sino incluso introducir cambios sustanciales a la misma. Hace unos días, declaró en Onda Cero:
“Sobre los planes del Gobierno socialista acerca de la reforma laboral de 2012, la ministra ha pedido ‘mirar hacia el futuro’ y no dedicar ‘toda la energía política a tejer y destejer’ reformas.
‘Revertir la reforma laboral no va a mejorar las condiciones laborales de los chicos que están trabajando para Deliveroo o Glovo’, ha dicho la ministra, que ha subrayado que lo que se necesita es un Estatuto de los Trabajadores para el siglo XXI”.
Lo cierto es que han sido las reformas laborales de PP y PSOE las que han favorecido las condiciones laborales de “los chicos” que trabajan para Deliveroo y Glovo. Y lo cierto es que las únicas reformas laborales que se han “tejido” durante décadas – y que nunca han sido “destejidas” – son las que favorecen a las patronales.
A la luz de estas declaraciones ya podemos imaginarnos el contenido que tendrá el “Estatuto de los Trabajadores para el siglo XXI” que pergeña Sánchez. Lo que tenemos aquí, ni más ni menos, es la “voz de su amo”, la voz del IBEX35 y del gran capital español y europeo, representada por su “pata izquierda” que es lo que realmente representa el “nuevo” PSOE de Sánchez, ni más ni menos que lo que representaba el “viejo” PSOE felipista. Y si algo podemos afirmar categóricamente es que en el hipotético caso de que se alcance un “acuerdo programático” entre PSOE y UP no será incluido en el mismo la derogación de la reforma laboral del PP.
Es por ello incomprensible la insistencia de los dirigentes de UP en querer entrar a toda costa en el gobierno de Sánchez, renunciando completamente a los puntos más importantes de su programa y asumiendo los puntos más derechistas del PSOE, haciendo de su entrada en el gobierno un fin en sí mismo en lugar de un medio –como afirman pretenciosamente– “para mejorar la vida de la gente”. Muy al contrario, será un gobierno que no cambiará sustancialmente las condiciones de vida de las familias trabajadoras ni las condiciones laborales, ni el acceso a la vivienda, ni abaratará la luz, y que sólo dará tímidos avances en política social en la medida que lo permitan los banqueros y grandes capitalistas del IBEX35 y no contradiga sus intereses.
La eventual entrada de ministros de UP en un gobierno de Sánchez sería una película con dos finales posibles, y ambos terriblemente malos. Si consiguen aguantar hasta el final, acompañarán al PSOE en su desprestigio y decepción ante millones de familias obreras y jóvenes; y si eventualmente plantearan romper y salirse, el descrédito les acompañará igualmente. Con razón, millones les reprenderán: “¿Os salís ahora después de haber formado tanto alboroto para entrar? Nos habíais asegurado que vosotros garantizabais dentro del gobierno una política social a favor de la mayoría y no lo habéis conseguido ¿Es que acaso no sabíais dónde os habíais metido? ¿No estaba claro desde el principio que la dirección del PSOE traicionaría la voluntad de sus bases?”. De nada valdrían entonces excusas y dedos acusadores contra Sánchez, pues eso sólo les haría quedar aún más ridículos.
De hecho, ya tenemos experiencia con ambos finales. La primera en Andalucía en 2012-2014 cuando IU vendió a sus bases las maravillas de un gobierno de coalición con el PSOE Susana Díaz y al final tuvo que implicarse en la política de recortes que impuso Montoro. Al final, fue IU fue echada del gobierno por Susana Díaz sin contemplaciones y en las siguientes elecciones perdió la mitad de sus votos. Más recientemente, en Castilla-La Mancha, el gobierno de coalición entre PSOE y Podemos en la legislatura anterior condujo a que en las elecciones del 26 de mayo, el PSOE de García-Page consiguiera la mayoría absoluta en el parlamento regional y Unidos Podemos se quedara fuera sin sacar un solo diputado.
Tener principios no es sólo proclamarlos en congresos, mítines electorales y debates televisivos, es luchar permanentemente por ellos, en el parlamento y en la calle, y no dejarlos a las puertas del Palacio de la Moncloa para sentarse en un Consejo de Ministros.
Está claro que tanta insistencia en entrar en un gobierno con Sánchez sólo puede explicarse por dos razones, que van unidas. La primera es porque, lamentablemente, la dirección de UP ha perdido cualquier confianza en la clase trabajadora y la juventud, en la movilización y la conciencia social de los trabajadores, jóvenes, mujeres y demás sectores oprimidos, como la fuente principal para un cambio social. Han hecho de la entrada en las instituciones un fin en sí mismo, habiendo sido casi completamente absorbidos por ellas y han quedado obnubilados por las moquetas y despachos del Parlamento. Pero existe otra razón no menos importante, y es la presión de una amplia capa de arribistas y aspirantes a cargos que copan el aparato de Podemos e IU y que ansían hacer carrera personal en las estructuras del Estado y dentro de unos aparatos que dependen vitalmente del dinero del Estado, vía subvenciones y cargos parlamentarios, para funcionar y subsistir. Por este camino, tanto Podemos como IU, y en conjunto Unidos Podemos, se encaminan hacia el desastre.
Nuestra posición es clara. UP debe facilitar la investidura de Pedro Sánchez, sea en primera o en segunda votación, sea con la abstención o, si fuera necesario, con el voto afirmativo, pero debe pasar a la oposición para tener las manos completamente libres para agitar y movilizar en la calle por su propio programa.
En la oposición, UP debe denunciar la política tramposa, timorata y cobarde del gobierno de Sánchez, apoyando aquellas pocas medidas progresistas que se atreva a impulsar y rechazando todas las demás que vayan contra el interés de las familias obreras; y al mismo tiempo, debe aparecer públicamente como el campeón más enérgico en la lucha y en la oposición a la derecha y a la ultraderecha.
De esta manera, UP aparecería siempre y en toda circunstancia como una alternativa al PSOE, sin que le acompañe el descrédito en que se sumergirá tarde o temprano este último, y también como una alternativa al régimen en su conjunto. Sea cual sea el destino del gobierno de Sánchez, UP emergería fortalecido, con una confianza redoblada de sus bases y de numerosos votantes del PSOE que volverán a dirigir sus miradas y esperanzas hacia lo que una vez representó Podemos como el principal estandarte del cambio social.
Es por todo ello, que la posición de Lucha de Clases ante esta “consulta” lamentable y engañosa es la de rechazar las dos opciones presentadas y votar en blanco.
Fuera de esto, lo más probable es que no haya ningún acuerdo entre PSOE y UP, no porque la dirección del PSOE albergue dudas sobre la docilidad de los ministros de UP en su gobierno, sino por las expectativas que inevitablemente surgirían en los más de 11 millones de trabajadores, jóvenes, mujeres y pensionistas de todo el país que votaron a PSOE y UP el 28A, y que pondrían una enorme presión sobre Sánchez al que someterían a un escrutinio permanente.
En ese caso, que no haya acuerdo de ningún tipo, el peor error que cometerían los dirigentes de UP sería dejarse llevar por su “indignación” y quedar prisioneros de su histeria a favor de un imposible “gobierno de coalición” con el PSOE. Si, finalmente, UP uniera sus votos a la derecha contra la investidura de Sánchez, sea con el rechazo o con la abstención, precipitando elecciones anticipadas, pagaría un durísimo precio, pues Sánchez lo tendría muy fácil para colocar sobre UP la responsabilidad de abrir la puerta a una eventual victoria de la derecha en dichas elecciones anticipadas, producto de una elevadísima abstención que reflejaría un enorme hartazgo social.
Un gobierno de Sánchez en solitario es necesario para que los millones que aún confían en su “izquierdismo” de boquilla comprendan a través de su propia experiencia el carácter tramposo de su discurso y política, su cobardía ante los poderosos y los lazos que le unen a éstos. En cambio, si UP aparece de algún modo relacionado como responsable de haber frustrado un gobierno de Sánchez, éste retendrá su autoridad antes amplios sectores de las familias trabajadoras, porque su política no habría sido probada, mientras que Unidos Podemos quedará más aislado y con más dificultades para captar la atención de las bases de votantes del PSOE.
Es necesario abrir un debate profundo sobre lo que nos jugamos con todo esto, no sólo en las filas de Podemos, también dentro de IU, donde resulta inconcebible el seguidismo servil de su dirección a la política oportunista de Pablo Iglesias y su entorno, que está allanando el camino –no importa las buenas intenciones subjetivas que puedan albergar– hacia un desastre político que podría terminar muy mal para ambas organizaciones, y con ello para las esperanzas de los casi 4 millones de votantes de UP.
Estos millones representan la capa más avanzada y consciente de la clase trabajadora y de la juventud en el Estado español, y está llamada a ser el ariete que arrastre a la lucha, contra este régimen capitalista español corrupto, al resto de millones que aún confían en Sánchez y la dirección socialista, cuando éstos y el régimen en su conjunto muestren su completa incapacidad para ofrecer una salida a los acuciantes problemas que padecemos en este sistema. Para que esto sea posible, la premisa de la independencia de clase es necesaria, sin la cual el empedrado de buenas intenciones por un mal camino, no augura un buen destino. Hay tiempo para corregir el rumbo, pero se agota.
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