Perspectivas para el Estado español 2024 – Análisis político de la Organización Comunista Revolucionaria

El siguiente documento de perspectivas para el Estado español de 2024 ha sido discutido y aprobado en el reciente congreso fundacional de la Organización Comunista Revolucionaria. Este documento es el resultado del análisis concreto de la situación económica y política y cuyo objetivo es orientar la intervención práctica de los comunistas en el movimiento de la clase trabajadora y la juventud.

PARTE 1: PERSPECTIVAS MUNDIALES

Desde hace tiempo venimos insistiendo en que atravesamos la época más inestable y convulsa de la historia humana. Esto viene corroborándose año tras año. La razón es fácil de comprender. Cuando un sistema en declive terminal se sobrevive a sí mismo, y no es sustituido por otro superior, los espasmos y convulsiones de su agonía arrastran al conjunto de la humanidad a una vorágine interminable de caos, conflictos y crisis.

La propiedad privada de los medios de producción y las fronteras estatales se han convertido en trabas monstruosas que frenan el avance de la humanidad. Ambas son las responsables de las crisis económicas y sociales, las guerras y opresiones nacionales y su legado de miseria, pobreza y olas de refugiados. El caos capitalista es también responsable, en última instancia, del cambio climático y de la ferocidad con que se suceden los desastres naturales de una punta a otra del globo terráqueo.

Guerra y militarismo

Hoy, la guerra y el militarismo han pasado a ocupar el primer plano de la situación mundial. En nuestro anterior documento de perspectivas de 2023, ya avisamos que al desastre de la guerra en Ucrania le sucederían nuevas guerras y conflictos sangrientos, como estamos viendo ahora en Palestina con un nivel de brutalidad y desprecio por el sufrimiento humano no visto desde la guerra del Vietnam, hace 60 años. El capitalismo y su producto último, el imperialismo, son horror sin fin. La guerra genocida de Israel contra el pueblo palestino pobre de Gaza amenaza en estos momentos con escalar en toda la región, como demuestra el inicio de bombardeos sobre Yemen por EEUU y Reino Unido, y los ataques cada vez más agresivos de Israel contra Hezbolá en el Líbano. Esto tiene implicaciones serias, comenzando por la economía mundial, y continuando por  la estabilidad social de la región y de los países imperialistas implicados, por no hablar de la barbarie y destrucción añadidas.

La etapa actual de tensiones imperialistas ha desatado una nueva carrera militarista y armamentística / Viewsridge, Wikimedia Commons

La etapa actual de tensiones imperialistas ha desatado una nueva carrera militarista y armamentística como no se conocía desde la caída de la URSS, hace  más de tres décadas. Todos los países imperialistas están embarcados en un gasto bélico frenético. El gasto en armamento en 2022 alcanzó el registro histórico de 2,24 billones de dólares, equivalente al 2,3% del PIB mundial. Sólo el gasto militar en Europa experimentó su mayor incremento interanual en 30 años. Previsiblemente, en 2023 se habrá superado esa cifra.

Esto es un despilfarro descomunal de cientos de millones de horas de trabajo humano que podrían permitir la edificación de un paraíso en la Tierra, pero que bajo el capitalismo supone destrucción, sufrimiento, muerte y barbarie.

Pero la guerra es sólo una expresión aguda de procesos que hunden sus raíces en las relaciones entre las potencias imperialistas, en la opresión de las naciones pobres, en la búsqueda de mercados y fuentes de materias primas, en asegurar zonas de influencia para una u otra camarilla imperialista o para desviar la atención de las masas oprimidas de sus acuciantes problemas sociales. En última instancia, la guerra es la continuación de la política por otros medios; y la política, en palabras de Lenin, sólo es “economía concentrada”.

La economía mundial

El militarismo es inherente al capitalismo y al imperialismo, pero la historia contemporánea ha conocido momentos donde un auge prolongado de la economía ha tenido el efecto de suavizar las relaciones interimperialistas. Cuando hay un botín suficiente para todos los ladrones, éstos encuentran maneras más amables de solucionar sus problemas y divergencias. Pero no es esta la situación hoy, y no hay perspectiva a largo plazo de un nuevo auge económico prolongado como el que hubo después de la 2ª Guerra Mundial o, para el caso, como el experimentado desde comienzos de los años 90 del siglo pasado hasta la Gran Recesión de 2008.

El capitalismo no ha vuelto a recuperar el nivel de crecimiento, inversiones y bienestar social que había antes de 2008. Hay demasiada capacidad productiva instalada para un mercado necesariamente limitado. El sobreendeudamiento de Estados, empresas y hogares, durante décadas, para ampliar artificialmente el mercado, ha llevado la deuda pública mundial a una situación insoportable, sobre todo tras los enormes gastos durante e inmediatamente después de la pandemia de Covid. A mediados de 2023, la deuda mundial total alcanzó la cifra de 307 billones de dólares, un asombroso 336% del PIB mundial.[1] Pero los créditos deben ser devueltos, y con intereses. Esto lastra el desarrollo económico y obliga a recortes agudos en el gasto público social para evitar que la deuda se desborde.

Por si esto fuera poco, en las pasadas reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI en Marraquech, estas instituciones advirtieron que las necesidades para invertir en tecnología contra el cambio climático “dispararán la deuda pública en 50 puntos porcentuales en 2050, haciendo insostenibles las finanzas de los países más empobrecidos”.[2] No sólo los países empobrecidos, tampoco los países imperialistas –añadimos nosotros– podrán soportar tal nivel de deuda.

Es cierto que la economía mundial no ha entrado en recesión en 2023 como habíamos previsto, y como vaticinaban todos los economistas burgueses sin excepción. La inflación galopante de 2022 llevó a las mayores subidas de tipos de interés en 20 años para frenarla, y eso amenazaba con paralizar la actividad económica por el encarecimiento de los créditos y conducir a la recesión (crisis económica). Pero, aunque la actividad económica decreció en todas partes, no hubo recesión; es decir, una caída neta de la producción.

Las razones de ello son varias: saqueo del mundo colonial por el pago de la deuda, mantenimiento parcial de las ayudas estatales a empresas y desempleados, mayor consumo de los hogares del previsto por la persistencia del “colchón” de ahorro en las familias por el cierre de la actividad en 2020, caída mayor de la esperada del precio de la energía, descenso de los precios de las materias primas por la menor demanda, y la recuperación tardía del poder adquisitivo de los salarios que sólo ahora empieza a mostrar algo de vigor. Todo ello permitió un ahorro en los costes de producción de las empresas. Además, éstas aumentaron los precios para resarcirse de la pérdida de beneficios durante la pandemia, saqueando los bolsillos de la población, lo que les permitió mantener la actividad y el empleo.

No obstante, no hay que exagerar. El crecimiento mundial previsto en 2023, un 2,6%, queda muy por debajo del promedio de los últimos 20 años, que fue un 3,8%. El crecimiento en los países desarrollados fue incluso menor, un raquítico 1,5%. La recesión, simplemente, se ha pospuesto, conforme se amontonan los problemas.

En su último informe, el Banco Mundial presenta una perspectiva desoladora: “Por tercer año consecutivo, la entidad prevé una desaceleración de la economía, que crecerá un 2,4% en 2024, dos décimas menos que en 2023. Según las Perspectivas económicas mundiales, ese dato supone dejar al planeta a las puertas de “batir un lamentable récord a finales de 2024: los cinco años con el menor crecimiento del producto interior bruto (PIB) de las últimas tres décadas”.[3]

El capitalismo no ha vuelto a recuperar el nivel de crecimiento, inversiones y bienestar social que había antes de 2008 / IDOM

De hecho, el comercio mundial se ha hundido en 2023, cayendo un 5%, según la UNCTAD, la agencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo. En su informe del pasado 11 de diciembre, se afirma que las perspectivas del comercio mundial para 2024 siguen siendo «muy inciertas y, en general, pesimistas», citando factores como las actuales tensiones geopolíticas, la escalada de la deuda y la fragilidad económica generalizada.[4]

El actual conflicto en el Mar Rojo, como una extensión de lo que ocurre en Palestina, ha llevado a un incremento del 170% de los costes de los fletes marítimos y a una nueva escalada del precio del petróleo, añadiendo más costes e incertidumbre a la economía capitalista global.

Otros elementos que pesan negativamente sobre el comercio internacional, según la Organización Mundial de Comercio, “son la menor demanda en los países desarrollados, el reducido nivel de comercio en Asia Oriental, el repunte de las medidas restrictivas para el comercio, la volatilidad de los precios de las materias primas y el hecho de que de las cadenas de suministro son más largas y complejas, especialmente entre China y Estados Unidos”. [5] Es decir, además de los problemas estructurales de la economía mundial también influyen la política comercial proteccionista de cada bloque imperialista y la reversión parcial de la globalización.

Los países pobres y la deuda externa

En 2022, cuando se produjo el mayor aumento de las tasas de interés mundiales en cuatro décadas, los países pobres destinaron una cifra récord de 443.500 millones de dólares al pago de su deuda externa pública, un saqueo imperialista en toda regla. Según el FMI, el aumento de los costos llevó a que se desviaran recursos escasos y se desatendieran necesidades críticas como la salud, la educación y el medio ambiente. Y se espera que en 2023 y 2024 los costos generales del servicio de la deuda de los 24 países más pobres aumenten considerablemente hasta un 39%.[6]

Según el Banco Mundial, a finales de 2024 la población del 40% de los países de rentas bajas seguirá siendo más pobre de lo que era antes del estallido de la pandemia. Todo está dispuesto para la detonación de una cadena de explosiones sociales revolucionarias en todo el exmundo colonial.

Junto a eso, el principal temor del FMI y otros, es que se declare una cadena de impagos de la deuda en multitud de países empobrecidos por el imperialismo, que podría detonar una crisis financiera mundial, con retiradas desordenadas de capitales de todo el mundo buscando un refugio seguro, como en 2008.

Cambio climático

La situación de cambio climático en la Tierra de consecuencias alarmantes e imprevisibles, es una realidad que no por casualidad, se ha convertido en uno de los principales asuntos de la política internacional, sumándose así al turbulento panorama que nos presenta el capitalismo. A día de hoy, los gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera se encuentran en los niveles más altos de la historia de la humanidad y algunos de los efectos son las altas temperaturas registradas a lo largo del año, que llevan al 2023, a ser el año más caluroso desde que se tienen registros: la temperatura global del aire ha subido 1,43ºC de media. Se ha alcanzado un récord en la subida del nivel medio del mar: 11 centímetros en los últimos 27 años y un aumento de los eventos meteorológicos extremos.

Tal y como la clase dominante trata otros tantos temas sin resolver, así hace con esta cuestión: desde 1972 hasta nuestros días, se han celebrado 28 cumbres climáticas, sin resultados reales para frenar el calentamiento global. Habiéndose celebrado la última en 2023 irónicamente, en los Emiratos Árabes Unidos, con una economía clave de gas y petróleo. En el proyecto de acuerdo de la COP28 se había eliminado por completo cualquier mención a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, pero terminaron por acordar una “transición hacia el abandono” de éstos. La clase dominante no tiene una intención real de invertir en nuevas tecnologías de energía limpia y revertir esta desastrosa situación antes de que sea demasiado tarde.

Europa

La economía europea está estancada, apenas crecerá un 0,5% en 2023 / IDOM

La economía europea está estancada, apenas crecerá un 0,5% en 2023. La razón fundamental son los altos tipos de interés y la recesión en la economía alemana, que es la economía pilar de Europa, y cuyo PIB descendió un 0,3% en 2023. Ha perdido mercados de exportación en China y EEUU, y está lastrada por los altos precios de la energía tras perder el acceso al barato gas ruso, por renunciar a él con la guerra de Ucrania, y del que dependía decisivamente.

Según Andrew Kenningham, economista jefe de Capital Economics, citado por el Financial Times: “las conclusiones apuntan a una profundización de la recesión, y a un debilitamiento del mercado de trabajo, pero no a un cambio radical de las presiones inflacionarias”.[7] Es decir, habrá recesión con inflación, la peor de las situaciones.

Las exportaciones de la zona euro cayeron un 2,2% en 2023. La decadencia de la economía europea viene de largo. Según un artículo reciente del Financial Times: “la economía europea ha pasado de equivaler el 91% de la de Estados Unidos en 2013, al 65% el año pasado”.[8]

Para apuntalar sus empresas y evitar su fuga a EEUU y otras zonas, está habiendo una ola masiva de subsidios estatales a las corporaciones. El gasto en ayuda estatal de la UE aumentó de 102.800 millones de euros en 2015 a 334.540 millones de euros en 2021. Entre marzo de 2022 y agosto de 2023, Europa aprobó 733.000 millones de euros en apoyo estatal.[9] Pero esta situación está agravando y tensando la relación entre la Europa “rica” (centro y norte) y la Europa “pobre” (sur), ya que son los países con más recursos quienes más ayudas pueden dar a sus empresas, agravando las diferencias entre las regiones. Así, de estos 733.000 millones, la mitad corresponden a Alemania.

Ahora, con el desbordamiento de las deudas públicas en todos los países, se ha puesto fin a la “fiesta del gasto” de 2020-2022. Desde 2024 todos los países están comprometidos a reducir sus deudas públicas que, en casos como la italiana suponen el 140% del PIB, a razón de 1 a 3 puntos porcentuales al año. Esto implicará importantes ajustes en el gasto público.

Claro está que si aumentan las partidas a las empresas y al gasto militar, la reducción del gasto público se concentrará en los gastos sociales, una receta para mayores conflictos sociales en todos los países.

La situación política europea no es mejor que su situación económica. Solo hay gobiernos de coalición inestables, con mayorías precarias, o enormemente impopulares, según el caso. Esta es la situación de Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, Países Bajos, España, Portugal o Austria. Alemania está ahora acosada por protestas de agricultores (entre otros países como Bélgica, Polonia, Francia y el Estado español) a quienes se les han eliminado los subsidios de la época pandémica, y la extrema derecha está escalando en las encuestas aprovechando el descrédito de todos los partidos del régimen. A eso ayuda el escoramiento más racista de la burguesía europea en relación a la inmigración, que utiliza también esto para desviar la atención de la población de los problemas sociales que el capitalismo es incapaz de solucionar.

Las enormes movilizaciones sindicales en Francia hace ahora un año dejaron tocado de muerte al gobierno Macron, más impopular hoy que nunca.

La clase obrera europea no está pasiva ni derrotada, al contrario. Ha mostrado sus músculos recientemente en Reino Unido, Francia, Bélgica o Alemania. No hay ninguna expectativa ni en la “izquierda” ni en la derecha o ultraderecha, pese a las victorias electorales de ésta en Italia o Países Bajos. El elemento más importante para nosotros es que, a diferencia del período 2012-2020, no existe ninguna fuerza significativa a la izquierda de la socialdemocracia. Los restos de lo que fueron Podemos, la Francia Insumisa, Syriza o el movimiento de Corbyn, se integraron al esquema socialdemócrata o están hechos pedazos. Por primera vez en más de una década, no hay referentes radicales en la izquierda, lo que nos da una oportunidad única para conectar con miles de jóvenes y obreros radicalizados, como hemos detectado en la campaña “¿Eres Comunista?”. Esta situación puede durar todavía unos años, hasta que vuelvan a surgir nuevos movimientos de masas difusos y radicalizados,  y debemos aprovechar la oportunidad para crecer significativamente ahora, con un perfil comunista más definido y audaz en cada país.

EEUU

La economía de EEUU ha aguantado mejor que el resto del mundo desarrollado, aunque su crecimiento ha sido modesto, del 2,9% en 2023, y tiene bases débiles. De hecho, su producción industrial lleva meses retrocediendo. La razón más importante del crecimiento ha sido el aumento del empleo y del consumo privado, potenciado por los aumentos salariales y el “colchón de ahorro” acumulado en la pandemia. Cuando empezaron a subir los tipos de interés a comienzos de 2022, el ahorro de las familias se estimaba en 2,4 billones de dólares (el 9% del PIB). Se estima que aún queda un billón de esa cantidad (el 4% del PIB), que terminará agotándose al final del verano de 2024.[10]

La inflación sigue relativamente alta, del 3,4%, lo que aleja por ahora la posibilidad de una reducción de los tipos de interés, que estaba prevista para marzo. Así las cosas, la economía de EEUU crecerá bastante menos en 2024, y según BBVA Research: “aunque no es el escenario central, no se descarta una recesión”.[11]

La decadencia general de EEUU es palpable / Gage Skidmore, Wikimedia Commons

Más allá de las estadísticas económicas, la decadencia general de EEUU es palpable. El genocidio en Palestina, con la incapacidad del imperialismo yanqui de marcar el rumbo de los acontecimientos según sus intereses, son una muestra más de esto. Esta decadencia se vislumbra igualmente en los serios enfrentamientos en el seno de la clase dominante: a mediados de Noviembre, ante la necesidad de llegar a un acuerdo en el parlamento para elevar el presupuesto estatal, el país estaba al borde del precipicio ante el serio riesgo del cierre del gobierno por falta de fondos. En el proceso estalló una crisis visceral en el partido Republicano a raíz de una rebelión del ala más radical, que se llevó por delante al dirigente del propio partido en el parlamento, Kevin McCarthy. Esto no había ocurrido antes en la historia del país. Ante el caos mundial, y el relativo declive del imperialismo yanqui, estas divisiones se profundizaran; ya estamos viendo este proceso ante la guerra de Ucrania y el genocidio palestino.

Unido a esto, nos interesa el ambiente social y en la clase obrera. Este año ha sido descrito en EEUU como “el año de las huelgas”: desde Hollywood al automóvil, pasando por los trabajadores de la salud, la educación o los supermercados. Hay insatisfacción con Biden, la mayoría de sus promesas electorales no se han cumplido. Su tasa de desaprobación fue del 55,4%, en diciembre. El hecho de que Trump, si le dejan participar, esté todavía en disposición de disputar la presidencia a Biden (las encuestas dan un empate) es una muestra del agotamiento del sistema bipartidista burgués en EEUU. Una posible victoria de Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, con la actual polarización existente, llevaría a una situación explosiva. La necesidad de un partido de clase y de masas en EEUU, se hará más patente que nunca. La participación de nuestros camaradas en su seno, como una tendencia comunista de cientos o un par de miles de miembros, nos daría una audiencia colosal para llegar a decenas de  miles de trabajadores y jóvenes de EEUU y emerger como una fuerza significativa.

China

La economía china no termina de despegar. A la caída de las exportaciones a Europa y EEUU se suma la crisis inmobiliaria, cuya burbuja de precios hace imposible comprar una vivienda, con créditos impagados y bancarrotas empresariales. La deuda china ya escala al 236% del PIB, y hay una proliferación de luchas obreras contra despidos y por salarios impagados. La atonía del consumo ha llevado a una situación insólita en el resto del mundo de ¡caída de precios! o deflación.

Las represalias de sus competidores occidentales han fortalecido la base industrial y tecnológica de China que ha sustituido, y en algunos casos, superado en calidad, componentes y dispositivos de los que antes dependía de Occidente. Ahora China es líder en tecnología 5G y en el coche eléctrico, donde tiene la capacidad de abastecer un 75% de la demanda mundial. Sin embargo ese potencial de desarrollo está lastrado por el cierre de mercados en occidente, ya sea por represalias o por la caída de la demanda que vemos.

El crecimiento económico de china en 2023 fue de un 5%, una catástrofe en términos chinos, porque es insuficiente para absorber el empleo anual de los millones de jóvenes chinos que se incorporan al mercado laboral. El desempleo juvenil ha llegado a ser tan grave que el gobierno dejó de publicar los datos  desde agosto de 2023.

Insatisfacción social, combinada con un régimen represivo y autoritario, en un país con el proletariado industrial más poderoso del mundo, es una receta acabada para un estallido revolucionario de la lucha de clases.

Latinoamérica

América Latina lleva 20 años en un péndulo político de izquierda a derecha, y viceversa. Como en Europa, la gran mayoría de los viejos partidos que dominaron durante décadas han pasado al olvido para ser sustituidos por otros. E igualmente, como en Europa y EEUU, la polarización se expresa, en el lado de la derecha, con el surgimiento de movimientos reaccionarios, a imagen y semejanza del trumpismo, como Bolsonaro en Brasil o, ahora, Javier Milei en Argentina.

La política de ajuste brutal de Milei está erosionando rápidamente su apoyo social / Dominio público

Los movimientos de izquierda y nacionalistas socialdemócratas o radicales que dominaron Latinoamérica desde el inicio del siglo XXI, han fracasado o están en proceso de hacerlo. Enfrentados a la necesidad de librar un combate a muerte contra las oligarquías locales y el imperialismo, terminaron cediendo a las presiones de éstos, limitándose a gestionar sociedades empobrecidas sin solucionar ningún problema fundamental. Muchos de ellos fueron sustituidos por demagogos de derecha, o derribados por conspiraciones reaccionarias. Los que aún permanecen (Petro en Colombia, Boric en Chile) han enfriado rápidamente las expectativas. Venezuela es una sombra de lo que fue, con la camarilla autoritaria de Maduro al frente del país, en proceso de normalizar sus relaciones con EEUU. La única excepción es el México de López Obrador, cuya relativa estabilidad se debe a ser la segunda economía más potente de América Latina, después de Brasil, y a su total integración con la economía de EEUU. El desencanto y la falta de referentes han destacado a demagogos reaccionarios como Bukele en El Salvador, o ahora Milei en Argentina. Pero no se ha producido ninguna derrota sangrienta ni decisiva  de la clase obrera ni del campesinado pobre, por lo que nuevos levantamientos populares y corrientes de radicalización son inevitables. Pese a todo, la reacción no tiene raíces poderosas en el subcontinente.

La nueva estrella de la derecha latinoamericana, Javier Milei ni siquiera tiene un partido digno de ese nombre. Su política de ajuste brutal está erosionando rápidamente su apoyo social, con huelgas y movilizaciones que preparan, más pronto que tarde, un estallido popular.

La debilidad relativa del imperialismo occidental

El imperialismo occidental puede que haya acumulado la capacidad de destrucción más poderosa de la historia humana. Sólo EEUU destina a defensa tanto como el gasto combinado de los siguientes 11 países que le siguen en la lista. Pero aun así, solo acumula derrotas, militares o morales, en todos los conflictos recientes. Tuvo que huir de Irak, Afganistán y Siria. En Ucrania, es solo cuestión de tiempo, quizás meses, que tendrá que sentarse con Rusia para negociar la derrota de Ucrania y aceptar la pérdida de territorio de este último. En los últimos años, el imperialismo francés, dominante durante más de un siglo en el África occidental, está siendo expulsado de un país tras otro por medio de golpes de Estado hostiles y rebeliones populares. En la actual guerra genocida de Palestina, el imperialismo occidental ha quedado expuesto ante cientos de millones como sostenedor de un régimen bárbaro y criminal en Israel. Sus credenciales morales nunca han sido tan bajas. Independientemente de cómo termine el asedio de Gaza, la victoria moral del bravo pueblo palestino ha quedado establecida, fortalecida por la inmensa solidaridad internacional de millones de jóvenes y trabajadores. Israel sobrevivirá rodeado de un ambiente hostil sacudido periódicamente por conflictos, terrorismo, levantamientos populares y el creciente desasosiego en casa que terminará abriendo fisuras de clase en su seno. Un levantamiento revolucionario en todo Oriente Medio está implícito en la situación.

El futuro revolucionario

Toda la situación mundial, en todos los ámbitos: la crisis capitalista prolongada y la incertidumbre ante el futuro, los conflictos bélicos interminables, la opresión del mundo excolonial y de las minorías nacionales, el cambio climático y sus efectos, la arrogancia de los ricos y poderosos, todo ello está cincelando la conciencia de cientos de millones de oprimidos de todo el mundo, y no sólo de unos pocos miles de revolucionarios comprometidos. Tal acumulación volcánica de contradicciones, prepara cambios súbitos y revolucionarios en la conciencia política de millones de oprimidos, y levantamientos de masas contra la barbarie y el callejón sin salida del imperialismo y del capitalismo.

Como Internacional, debemos prepararnos para estos acontecimientos, y saludar la oportunidad que le ha tocado en suerte a nuestra generación de participar activa y enérgicamente en estos eventos, que pueden y deben concluir con la victoria de la revolución socialista mundial y conducir a la raza humana a un estadio superior de sociedad y de civilización. No será un proceso rápido ni inmediato, llevará un tiempo. Por ello, la voz de orden hoy debe ser construir, construir y construir la organización; formar, formar y formar los cuadros del futuro partido comunista revolucionario de masas que pueda encarar esa tarea. No hay mayor causa a la que dedicar la vida.

PARTE 2: LA SITUACIÓN EN EL ESTADO ESPAÑOL

PERSPECTIVAS ECONÓMICAS

Como analizamos en el apartado internacional, nuestras perspectivas de una recesión económica internacional en 2023 no se cumplieron. Ya explicamos las razones de eso, lo cual sorprendió incluso a los analistas burgueses, que mantenían la misma perspectiva. Por ende, tampoco hubo recesión en el Estado español. De hecho, la economía española ha mantenido una senda de crecimiento, bastante más moderada que en 2022, pero superior a la del resto de la Unión Europea, sobre todo en el primer semestre de 2023. No obstante, en los últimos meses comenzaron a sentirse ya los efectos del debilitamiento de la actividad económica, que se va a profundizar, como consecuencia de las subidas de los tipos de interés a lo largo del último año para combatir la inflación, que encarece los créditos y desanima la inversión y el consumo. Para 2023 se espera un crecimiento del PIB del 2,4%, una caída sustancial respecto al crecimiento del PIB en 2022, que fue del 5,8%. Para 2024, la mayoría de las previsiones apuntan a un crecimiento del 1,4%, prácticamente un estancamiento.

Las bases endebles de la economía española

Lo importante es marcar las tendencias y las bases endebles de este crecimiento. Se estima que, sólo el turismo, aportó el 21,8% del crecimiento económico español en 2023, un sector de escaso valor añadido, improductivo, precario y sometido a los vaivenes del consumo internacional.

A nivel interno, el incremento del empleo ha ayudado a mantener el consumo de los hogares. Con respecto a hace un año, la masa salarial se ha incrementado un 8,9%, sumando el incremento de trabajadores (520.000 empleos netos) y los aumentos salariales. Un artículo reciente de El País,[12] mencionaba algunos puntos interesantes sobre el comportamiento de la economía española en 2023:

“Estamos creciendo porque aumenta la población y no porque haya mejoras significativas de la productividad…  Esta vez la economía española no se está viendo tan afectada como en las crisis precedentes. Se beneficia de la recuperación de la hostelería y el turismo tras el Covid. No depende del gas ruso y posee infraestructuras para importarlo. Tiene una mayor presencia de renovables en plena crisis energética. Depende muy poco de una economía china que flaquea. Y los salarios se han moderado más que en el resto de Europa, al contrario de lo que solía hacer. Probablemente, esta devaluación salarial ha ayudado a la resistencia que han demostrado las exportaciones españolas. En bienes se han comportado mejor que las de Alemania, que sufre una auténtica crisis de modelo industrial sin el gas barato ruso, Francia o Italia. Y en los servicios no turísticos se sigue observando un gran dinamismo, quizás aprovechando unos costes laborales bajos.”

Sin embargo, el debilitamiento de la economía internacional está empezando a invertir este desarrollo, con una caída también de las importaciones como un reflejo de la menor demanda de la actividad interna. Como añade el artículo:

“Pese a esta evolución sorprendente de los servicios no turísticos, el sector exterior acusa de forma muy marcada la ralentización de la economía europea y deja de ser un motor. Las exportaciones de bienes y servicios se hunden un 4% trimestral. Caen sobre todo las ventas turísticas y las de mercancías. No obstante, este batacazo se ve algo paliado por la fuerte caída de las importaciones a pesar del empuje registrado en el consumo. Se desploman un 3,1%, lo cual incluso puede implicar una cierta sustitución de productos foráneos por nacionales. Aun así, los costes laborales unitarios escalan un 6,5% interanual. Y el Banco de España ha advertido de que el coste laboral ha empezado a engordar por encima de lo que lo hace en Europa debido a los incrementos de cotizaciones y la baja productividad.”

Es decir, los incrementos salariales tardíos de los últimos meses están eliminando la ventaja competitiva de las empresas españolas en el exterior, que no puede competir exteriormente por la tradicional baja productividad de una economía basada en el sector servicios y con un alto nivel de precariedad y de pequeñas empresas. Un estudio del economista de CaixaBank Research, Javier García Arenas, destaca la brecha existente entre nivel de productividad español y el de la zona euro. En 2022 la producción por hora trabajada en España era un 76% del valor registrado en la eurozona y solamente el 63% de Alemania. “En España, alrededor del 35% de la ocupación está en empresas de más de 50 empleados, una proporción que se sitúa en el 66% en Alemania”, indica García.

El otro gran problema es la caída de la inversión. Como señala el articulista:

“Aparte de las exportaciones, la otra mala noticia está en la inversión. Esta retrocede un 0,6% entre julio y septiembre, arrastrada por la caída de la construcción. A pesar de los fondos europeos, sigue sin recobrar los niveles previos a la pandemia… El gasto público es también una de las razones que explican la resistencia de la actividad, en buena medida por las importantes ayudas desplegadas para combatir la inflación… Pero este elemento va a desaparecer a partir del año que viene”.[13]

Como siempre, dependerá de la evolución de la economía internacional, que transita por momentos delicados, cómo evolucionará la economía española, si el cuasi estancamiento que se pronostica para 2024 se convertirá finalmente en recesión al final del año. Lo que sí podemos afirmar es que la tasa de actividad, de empleo y de crecimiento se reducirán progresivamente a lo largo del año.

La Deuda Pública

La caída que se prevé en la inversión y el gasto públicos deriva del enorme crecimiento de la deuda pública, como analizamos en el apartado internacional en el caso de la Unión Europea. Tras dudas y tensiones internas, que se demoraron un año, por fin los gerifaltes de la UE decidieron agarrar el toro por los cuernos y aplicar un ajuste para reducir la deuda.

Aunque la deuda pública española se redujo del 111% del PIB a fines de 2022 al 109,8% a diciembre de 2023, poco más de 1 punto, sigue siendo históricamente alta. Y en números absolutos (1,58 billones de euros) es la mayor deuda pública de la historia. Ahora, el gobierno ha aprobado reducirla al 106,3% del PIB en 2024. Esto son 3,5 puntos, pero en un año como 2024 donde la economía crecerá casi la mitad que en 2023 (1,4% frente a 2,4%). Esto significa una reducción de la deuda de más de 50.000 millones de euros, a lo que debe sumarse un pago de intereses de la deuda de más de 30.000 millones de euros. Esto solo puede conseguirse con recortes del gasto, que tendrán también efectos recesivos en la economía.

Los empresarios nadan en dinero

Tras la salida de la pandemia las empresas están viviendo una época dorada. Los beneficios están duplicándose cada dos años. El Estado las salvó durante la pandemia, sosteniendo sus beneficios con todo tipo de ayudas, manteniendo los salarios congelados con la anuencia de los grandes sindicatos, y en el último período han llenado sus arcas con los aumento de precios a costa de vaciar los bolsillos de las familias obreras. Hace justo un año, la organización Oxfam Intermón calculaba que los beneficios empresariales eran los causantes del 90% de la inflación.[14]

Sólo hasta el mes de julio de 2023, los beneficios de las empresas han crecido un 25%, en comparación con el mismo periodo de 2022, mientras que la masa salarial había subido un 6%, según los datos de la Agencia Tributaria (AEAT). Vemos así la enorme depreciación de lo que Marx llamaba “el salario relativo”.

En lo que se refiere a las 35 mayores empresas del país agrupadas en el IBEX, hasta el 30 de septiembre de 2023 habían acumulado unos beneficios de 38.825 millones de euros, unas ganancias similares a las conseguidas en todo 2022, que ya fueron un récord. Los bancos y los grupos turísticos explican este continuado auge de los beneficios.

Sólo los bancos sumaron ganancias de casi 20.000 millones de euros hasta septiembre, pese al nuevo impuesto del Gobierno. Es un 23% más que un año atrás.

Un estudio del diario Público, de septiembre de 2023 y basándose en los datos de la Agencia Tributaria,[15] pronosticaba que los beneficios empresariales totales podrían alcanzar en 2023 la cifra asombrosa de 409.458 millones de euros, lo que equivaldría a duplicar los 205.657 millones de 2020, siendo de lejos los mayores beneficios empresariales, antes de impuestos, jamás alcanzados.

Aquí vemos la gran contradicción bajo el capitalismo. Es falso como proclaman algunas organizaciones en la extrema izquierda que las empresas no tienen beneficios, o que su tasa de beneficios está cayendo (¡no hay peor ciego que el que no quiere ver!). Lo que sucede es que ante un panorama incierto no invierten sus ganancias, y prefieren acumularlas o dedicarlas a la especulación: bursátil, inmobiliaria, arte, etc. Recientemente, un alto directivo del monopolio eléctrico ENDESA, José Bogas, tuvo el descaro de afirmar: “Podríamos invertir hasta 4.000 millones más si tenemos certidumbre fiscal y regulatoria”[16] ¡Este es el meollo de la cuestión! Nos lo dicen a la cara: “Tenemos mucho dinero, más del que podríais imaginar. Podríamos invertir más, hacer un uso productivo de las plusvalías que extraemos a los trabajadores, pero solo con la condición de no arriesgar un céntimo y seguir ganando más todavía”.

Lo sangrante de todo esto es que las cúpulas sindicales y de la izquierda oficial conocen estos datos mejor que nadie, y con una campaña audaz podrían levantar a toda la clase obrera, armada con argumentos, no solo para una lucha masiva por aumentos salariales para recuperar todo el poder adquisitivo perdido (un 7% desde 2008 según estimaciones modestas)[17], y mejorarlo; sino para explicar el parasitismo de la clase dominante y elevar el horizonte de la clase para una lucha socialista por la expropiación de los ricos chupópteros bajo el control de la clase obrera.

Más allá de las estadísticas, lo que nos interesa del estudio de la economía son sus efectos en las condiciones de vida y en la conciencia de las masas. Y ese será el aspecto que abordaremos en el apartado siguiente de este documento.

LAS CONDICIONES DE VIDA DE LA CLASE TRABAJADORA

Los trabajadores en estos últimos 4 años han sufrido el desempleo, los bajos salarios y la subida desbocada de los precios / Dominio público

Los trabajadores han hecho enormes sacrificios en estos últimos 4 años, han sufrido con el desempleo, los bajos salarios, la subida desbocada de los precios, el aumento de la explotación y de los ritmos de trabajo. Ahora, con retraso, sienten que están empezando a recuperar algo de lo perdido y anhelan seguir avanzando. Pero la realidad depara a la clase trabajadora un resultado inesperado, como será un debilitamiento de la actividad económica, de la creación de empleo, y una resistencia mayor de los empresarios a otorgar nuevas concesiones. Ese choque, entre las expectativas creadas y la fea cara de la intransigencia patronal, cuando aún no se ha declarado una recesión o una crisis clara en la economía, conducirá a un auge de la lucha obrera, de la lucha de clases.

Empeoramiento de las condiciones de vida

Las condiciones de vida en 2022 y 2023 han estado marcadas por la subida de los precios que, en los productos básicos, ha escalado hasta más del 20%, mientras que los salarios han subido un 7%-8% estos dos años. Es decir, ha habido una clara degradación en las condiciones de vida de las familias trabajadoras. Y eso explica el escaso entusiasmo hacia la política rimbombante que anuncia el gobierno cada semana. En 2022, los salarios perdieron de media un 5% de poder adquisitivo, aunque la caída real fue mucho  mayor al concentrarse el consumo de las familias trabajadoras en productos básicos. La caída prosiguió en 2023, aunque más atenuada.

Así, los precios crecieron de media un 3,55% en 2023, frente al avance del 3,49% de las nóminas de los empleados privados y del 3% de los funcionarios. Sólo un tercio de los trabajadores (33,62% o 4,74 millones), según estimaciones de El País,[18] han recuperado algo de poder adquisitivo. Es de suponer que este sector pertenece a las empresas grandes y medianas, al sector industrial, y a aquellos que han protagonizado grandes huelgas y movilizaciones, como las empleadas de Zara, y otros.

Aquí se ve el papel nefasto de las direcciones de UGT y CCOO. Aunque más tardíamente que en Reino Unido, Francia o Alemania, en el Estado español comenzó a darse un movimiento huelguístico significativo a partir del otoño de 2022, pese a que UGT y CCOO se negaron a impulsarlo, encauzarlo y unificarlo. En lugar de basarse en la fuerza de los trabajadores, sacrificaron ésta con un nuevo pacto regresivo con la patronal, firmando un acuerdo salarial de mayo de 2023, que fijaba un aumento salarial máximo del 4%, y ninguna recuperación del poder adquisitivo perdido en 2022 y 2021. Las grandes empresas, que habían acumulado enormes beneficios, no tenían problemas en otorgar esos aumentos y cláusulas de revisión salarial que recuperaban parte de lo perdido en años anteriores. Pero, sin el impulso de los batallones pesados del proletariado, los trabajadores de las pequeñas y de muchas medianas empresas fueron abandonados a su suerte, consiguiendo aumentos mucho menores.

Pese a todo, eso no ha paralizado la actividad huelguística. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Trabajo, hasta septiembre de 2023, hubo un 86,7% más de huelguistas (hasta 210.410) y un 84,5% más de jornadas no trabajadas (hasta 741.289), que en el mismo período del año anterior, un aumento significativo pese al pacto salarial.

Si la situación no se ha degradado más es porque, contra todo pronóstico, la crisis se ha aplazado y la creación de empleo ha seguido, manteniéndose los ingresos familiares. La creación neta de empleo en 2023 ha sido la misma que en 2022, medio millón; pero con una economía más grande que hace un año en términos de PIB (riqueza creada), eso significa una ralentización de la contratación laboral.

Lo destacado de esto es que el 40% las contrataciones fueron a extranjeros lo que, según CCOO, se debe en parte al afloramiento bolsas de economía sumergida. También es de destacar que más del 50% del empleo creado lo haya sido en educación (30%), hostelería y sanidad.

Aunque la tasa de paro (11,87%) es la más baja de los últimos años, sigue siendo la más elevada de Europa, en un contexto donde la tendencia de la creación de empleo ya ha comenzado a frenarse.

Trabajadores inmigrantes

Los trabajadores migrantes constituyen ya una parte significativa de la clase obrera. Es por eso que la lucha contra el racismo y la xenofobia debe jugar un papel destacado en nuestra propaganda

Un elemento que debemos enfatizar es el papel creciente que los trabajadores inmigrantes están jugando en la economía española. Los contratos a extranjeros, según el Ministerio de Trabajo, son el 23,2% del total. Es decir, constituyen ya una parte significativa de la clase obrera. Es por eso que la lucha contra el racismo y la xenofobia debe jugar un papel destacado en nuestra propaganda. Realmente, la derecha y la ultraderecha saben mejor que nadie que el papel de estos trabajadores es indispensable, sobre todo en los oficios más duros, desagradables y peor pagados. Son, por tanto, una fuente extraordinaria de beneficios empresariales en sectores que requieren bajas inversiones. Les interesa criminalizar y segregar a estos trabajadores para dificultar su asimilación e integración en la sociedad, para que no puedan sindicarse, acceder a convenios colectivos, a tener derechos políticos (como el voto), y enfrentar de esta manera a los trabajadores nativos con los trabajadores extranjeros, para dificultar la unidad y solidaridad de clase.

Precariedad laboral y salarial

Pese a toda la alharaca lanzada por el gobierno sobre su reforma laboral, que mantiene gran parte de la anterior reforma laboral del PP de Rajoy, la precariedad laboral no ha cambiado sustancialmente. El 17,3% de los trabajadores tienen contratos temporales y el 12,59% contratos a tiempo parcial. El 58% de los contratos indefinidos son a tiempo parcial o fijos-discontinuos; es decir, que aunque pueden pasar semanas o meses desempleados estos trabajadores siguen atados a su empresa que los contratan por temporadas, aunque oficialmente figuran como ocupados todo el tiempo. Lo que ocurre es que la vieja tasa de temporalidad (que alcanzaba el 30% en años anteriores) viene ahora disfrazada con la figura de los fijos-discontinuos y, en menor medida, con contratos a tiempo parcial. Así, según la fundación de estudios FEDEA, ligada a la gran banca: “La reforma [laboral] ha sido muy eficaz en la reducción de la tasa de temporalidad contractual, pero no parece haber sido tan eficaz en la mitigación de la precariedad o de la inestabilidad laboral” (Reformando Mercados Laborales Duales: Temporalidad Contractual o Empírica. Diciembre 2023).

De los 18,12 millones de asalariados, 3,13 millones tienen contratos temporales (740.000 a tiempo parcial), 1,67 millones son fijos a tiempo parcial, y 2,1 millones son fijos-discontinuos. Esto hace un total de 6,9 millones trabajadores con algún grado de precariedad, el 37,5% asalariados.

Por el lado de los ingresos, según el informe de la Agencia Tributaria para 2022, recogiendo datos de la Declaración de la Renta, el 58,6% de los asalariados no superaba el tope de 1,5 veces el anterior Salario Mínimo Interprofesional (SMI), esto es alrededor de 1.500 euros máximo. Y el 73,1% no superaba 2 veces el anterior SMI (unos 2.000€).

El dato que más destaca es que el 89% de los nuevos asalariados en 2022 cobraron el salario mínimo o menos. No hay motivos para pensar que la cosa haya cambiado sustancialmente en 2023. Sin ninguna duda podemos afirmar que el grueso lo componen trabajadores inmigrantes, mujeres y jóvenes. Este es el secreto del “milagro” de la recuperación económica española.

En contraste, el salario medio de los directivos –una minoría de 74.258 individuos– superaba los 260.000 euros, 11 veces más que la media.

El problema de la vivienda

Con estos datos, es fácil ver la manera en que la subida de precios ha impactado en las condiciones de vida. Destaca en particular el impacto del encarecimiento de la vivienda. En un artículo reciente de Cinco Días que recogía un informe de Provivienda,[19] se informaba que hay 5,5 millones de hogares en exclusión residencial, esto es el 29,5% de las familias en España. De todas ellas, casi cuatro millones se quedan en situación de pobreza severa relativa después de pagar su vivienda.

Ser dueño o no de la casa en la que se vive condiciona la exclusión residencial. Mientras que el 11,3% de los hogares con hipoteca están en situación de pobreza severa tras pagar la vivienda, la cifra repunta hasta casi el 40% para quienes alquilan, según un informe del Consejo de la Juventud de España (CJE).[20] Si solo se considera el sobreesfuerzo económico (quienes dedican más de un 30% de sus ingresos al pago de la vivienda), la diferencia entre propietarios y no propietarios es todavía mayor: un 9% frente a un 47,5%, casi la mitad de toda la gente que vive de alquiler. Lo cierto es que a día de hoy el 37,8% de los hogares en alquiler a precio de mercado quedan en situación de pobreza tras pagar su piso, según el informe citado de Provivienda.

En este ámbito, es la juventud obrera la que más padece. Según el informe citado del CJE, con el salario neto mediano anual de los menores de 30 años (12.062€), pagar un alquiler en solitario dejaría al inquilino con poco más de 60 euros al mes. El resultado es que, de afrontar el pago de un piso solo,[21] y pagar los servicios básicos de luz, gas, agua e internet, a ese joven no solo no le quedaría dinero para gastar en comida, ropa, ocio y cualquier otra necesidad que se le presentara, sino que de hecho terminaría con una deuda de 77 euros.

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El gobierno no tiene alternativa al mayor problema social de España, como es el acceso a una vivienda / nuevarevolucion.es

Las dificultades para llegar a fin de mes con ese dinero obligan a que una parte importante de esta franja de la población (40%) opte por compartir piso con personas que no pertenecen a su familia.

El gobierno no tiene alternativa al mayor problema social de España, como es el acceso a una vivienda. Los topes a los aumentos de alquileres establecidos en la ley de vivienda pueden ser saltados por los propietarios a voluntad, dadas las salvaguardas que se incluyen a favor de los mismos. Y además, es competencia de las comunidades autónomas, la mayoría ahora en manos del PP, autorizar esa limitación en la subida de los alquileres. La cantidad de viviendas públicas obligadas a construir por las promotoras en terrenos de nueva construcción son ridículas ante la demanda existente. Los grandes fondos y bancos controlaban hasta comienzos de 2023 el 5% del mercado del alquiler. Puede parecer poco, pero es el doble que hace 5 años, y se espera que alcance el 10% el año que viene. Sin embargo, en las grandes ciudades ese porcentaje sube al 20% o más.

Sin la expropiación directa de los fondos buitre, bancos e inmobiliarias, y sin una política de redistribución de la vivienda completado con una política de construcción de vivienda pública en caso de necesidad, no hay solución posible a este problema, que es un factor no desdeñable en la falta de expectativas en el gobierno “progresista”.

Opresión de la mujer

La violencia machista sigue dejando su lacra, año tras año. En 2023 hubo 55 asesinatos machistas en el entorno familiar o de exparejas, la mayor cifra en 4 años. Los ataques sexuales denunciados (unos 15.000 entre enero y septiembre de 2023, con 3.700 violaciones) se han incrementado un 12%. Es de destacar que el 44% de las agredidas son menores de edad. Sin duda, en el caso de la violencia machista, hay un componente social y de clase, pues son las mujeres más precarizadas en el ámbito laboral, de extracción inmigrante, desempleadas, o las que cargan con exclusividad el cuidado de los hijos y ancianos, las más afectadas. Las instituciones burguesas, su aparato de Estado y sus leyes “progresistas” son impotentes para incluso frenar la escalada de las estadísticas. La desvalorización de la mujer, la mujer como objeto a disposición del hombre, es una lacra que antecede al propio capitalismo pero que éste agrava y profundiza, tanto en el ámbito social, y laboral, como en lo que se entiende como el “mundo artístico” con la hípersexualización mercantilista de las “estrellas” de la música, el cine, la moda, etc. Sólo la acción directa de masas contra los maltratadores –por parte de mujeres y hombres unidos, movimientos vecinales, sindicatos, movimientos sociales, etc.– puede actuar como un instrumento disuasorio contra la violencia machista. Una expresión de la desvalorización de la mujer en el ámbito laboral podemos verla en la brecha salarial, que se terminó por situar en 2023 en el 12,7%, afectando gravemente a las condiciones de vida de la mujer trabajadora. Al mismo tiempo que combatimos sin pausa el machismo en todos los ámbitos, debemos combatir las posiciones feministas, pequeñoburguesas o “radicales”, que fomentan la división entre trabajadoras y trabajadores.

Cambio climático

Mapa del riesgo de desertificación en España / Ministerio para la Transición Ecológica

Asimismo, los efectos del cambio climático en el Estado español pueden ser más perjudiciales que en otras zonas puesto que la zona del Mediterráneo es muy vulnerable. Según datos del Eurostat, somos el sexto mayor emisor del principal gas de efecto invernadero, el CO2. Las 50 grandes empresas del Estado español alcanzan el 50% de todas las emisiones del CO2 en el país.

Frente a esto, el Gobierno “progresista” pretende llevar a cabo un Programa para la transición energética y la lucha por el cambio climático, cuya implantación es francamente difícil dentro de los estrechos marcos del sistema, cuando estas grandes empresas que controlan las principales palancas de la economía una vez más, priorizan sus ganancias frente a las consecuencias que pueda tener su forma de producción. Vemos cómo familias trabajadoras sufren las consecuencias de manera directa, como las restricciones de agua en Andalucía y Catalunya, y la burguesía permanece prácticamente inmóvil. Debemos paliar la situación actual, pero comprender que, sin un cambio radical de sistema con una economía planificada y nacionalizada a cargo de la clase obrera, no habrá forma de procurar una vida saludable y digna para la mayoría de la sociedad.

Conclusiones

Pese a la aparente estabilidad social, la sociedad española bulle con un malestar que hunde sus raíces en la incapacidad del capitalismo para dar una alternativa de vida digna. Hay desasosiego en el conjunto de la clase: en los trabajadores, la juventud,  las mujeres obreras, los trabajadores inmigrantes. Nadie piensa en un futuro de bienestar a largo plazo, sino en el día a día y en la preocupación de qué nos deparará el mañana. Todo esto nos lleva a la conclusión que hay una base amplia de insatisfacción en el grueso de la clase trabajadora, y muy especialmente en la juventud, que no percibe un futuro claro, y que descree de la política oficial. Ese malestar está preñado de implicaciones políticas revolucionarias, como ya hemos empezado a ver y que abordaremos más ampliamente en el siguiente apartado.

PERSPECTIVAS POLÍTICAS

El resultado de las elecciones municipales y regionales del 28 de mayo de 2023 fue un baño helado de realidad para el gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos (ahora PSOE-SUMAR). El triunfo de la derecha en esas elecciones mostró claramente la separación existente entre el exitismo empalagoso con que se proclamaban los avances del “gobierno progresista” y cómo eran percibidos sus resultados por las masas de la clase obrera. Eso se expresó en una elevada abstención. La izquierda pasó de gobernar 20 capitales de provincia a solo 12, y la derecha de 25 a 34. El PSOE sólo pudo retener 2 de las 10 capitales más pobladas (Barcelona y Las Palmas), y aun así pactando con otras fuerzas. A nivel autonómico, la izquierda oficial pasó de controlar 9 comunidades autónomas a sólo 3 (Asturias, Castilla-La Mancha y Navarra), y la derecha PP-Vox de 5 a 11.

La situación de Sánchez parecía desesperada. Su cabeza estaba en juego, y se le abrían dos frentes en contra: el ala derecha de su partido se apresuraba a lanzarse abiertamente en contra suya por pactar con “separatistas y radicales”, y la derecha PP-VOX, exultante y reforzada tras su victoria el 28M, estaba lista para arreciar en su campaña de acoso y derribo. El lapso de 6 meses, hasta las elecciones generales previstas para el final del año, indudablemente se le iba a hacer muy largo.

Como reacción, Sánchez adelantó las elecciones generales al 23 de julio, en un movimiento muy arriesgado. Además de no dar tiempo suficiente a sus enemigos para que iniciaran el ataque, su otro cálculo era que las primeras semanas de experiencia con los nuevos gobiernos PP-Vox, en multitud de ayuntamientos y comunidades autónomas, dieran una medida exacta de lo que podría esperarse de un gobierno central en manos de la derecha. Como un viejo tahur experimentado, lo apostó todo y ganó la partida, aunque de manera agónica.

Al final, las cortas miras y la estupidez arrogante de los dirigentes de PP y Vox, hicieron perder a éstos unas elecciones que tenían prácticamente ganadas. La formación de gobiernos de coalición PP-Vox en ayuntamientos y autonomías ya dio la primera voz de alerta. Posteriormente, en lugar de contenerse en las primeras semanas para no aplicar su agenda reaccionaria inmediatamente, se lanzaron en tromba a realizar proclamas incendiarias y vengativas contra la izquierda y el “sanchismo”, y declararon que derogarían algunas reformas del gobierno que el grueso de la base de la izquierda consideraba progresistas. En los nuevos ayuntamientos y comunidades autónomas ganados a la izquierda, prohibieron o suspendieron obras de teatro y actividades culturales de artistas de izquierdas, cerraron programas de atención a víctimas de la violencia machista o se mofaban abiertamente de ellas en el caso de Vox, eliminaron ayudas para la recuperación de víctimas de la represión franquista, o se doblaron los sueldos. En las semanas previas a las elecciones del 23J, acrecentaron su violencia verbal, cuando no mentían descaradamente sobre datos y estadísticas. Todo esto “despertó la bicha” en la base tradicional de la izquierda y en los barrios obreros, catapultando a una participación más elevada de la esperada, teniendo en cuenta el período vacacional y las temperaturas extremas en pleno verano. Mucha de la gente que se abstuvo de ir a votar el 28M, lo hizo el 23J para frenar una vez más a la derecha.

Finalmente, Pedro Sánchez fue investido presidente del gobierno en noviembre con el apoyo indispensable de los diputados de Junts, dándole al “bloque de la investidura” una mayoría de 178 diputados frente a 172 de la derecha españolista. El “precio” por ese apoyo fue la promesa de aprobar una ley de amnistía para los cientos de encausados por el Procés independentista catalán. Como preveíamos, esto provocó una reacción furiosa de la derecha que utilizó todos sus resortes para hacerse oír: la patronal CEOE, la Iglesia, y el aparato judicial y policial. Durante varias semanas se sucedieron algaradas frente a la sede nacional del PSOE en Madrid, donde dieron la nota elementos abiertamente fascistas. Más de un centenar de sedes socialistas fueron vandalizadas en mayor o menor grado y decenas de cargos públicos recibieron amenazas. Era el momento de lanzar una movilización general contra las maniobras desestabilizadoras de la derecha y el aparato del Estado, para disputarle la opinión pública y mostrar los dientes a la reacción, lo que habría encontrado una respuesta significativa. Pero eso era lo último que pretendían hacer las acobardadas direcciones del PSOE, SUMAR y los sindicatos UGT y CCOO. La defensa vergonzante de la amnistía por Sánchez, tras sumarse durante años a la demonización del movimiento independentista catalán, le ha terminado pasando factura. Esto, sumado a la ausencia de una respuesta en la calle contra las maniobras desatabilizadoras de la derecha, ha ampliado el eco de la crítica de la derecha contra la amnistía en la opinión pública, y ha estimulado la insolencia de la casta judicial, que ha tomado posicionamientos abiertamente políticos contra un gobierno elegido por votación popular.

La derecha ha entrado en un juego muy peligroso para la estabilidad del régimen, porque al tensar el equilibrio entre las clases cuando no existe una amenaza real al régimen, sus maniobras separan y polarizan la sociedad en dos campos cada vez más enfrentados, rompiendo los puentes en el medio. Por un lado, están las masas histéricas de la pequeña burguesía y sectores atrasados de la clase obrera; en el otro lado se sitúa el grueso de la clase obrera y las minorías nacionales que se sienten amenazadas por un eventual gobierno de la derecha en la Moncloa. Cierto es que la derecha y la ultraderecha mantienen una sólida base social movilizada, con un apoyo colosal en el aparato del Estado y los medios de comunicación, pero eso está provocando una reacción en sentido contrario de acumulación de odio y rencor en el otro lado. Es esta eventual reacción, proveniente de la clase obrera y de las bases nacionalistas vascas y catalanas, lo que más teme el sector más inteligente de la clase dominante, porque rápidamente puede adquirir un carácter abiertamente antirrégimen: contra el andamiaje corrupto y reaccionario del aparato del Estado y la monarquía. Ya, el descredito del aparato judicial es total, y cualquier decisión arbitraria contra alguna medida del gobierno de un tribunal supremo, un CGPJ, u otra instancia similar, podría detonar una respuesta espontánea desde abajo.

El nuevo gobierno PSOE-SUMAR

Gobierno, Sindicatos y Patronal

El nuevo tiene un carácter más derechista que en la pasada legislatura / Flickr Moncloa

En este contexto, ¿cuál es la perspectiva para el nuevo gobierno? De entrada, éste tiene un carácter más derechista que en la pasada legislatura. Todos los ministerios clave del PSOE están copados por derechistas consumados y gente de lealtad probada al régimen: Nadia Calviño en Economía, que fue luego sustituida por Carlos Cuerpo, Marlaska en Interior, Margarita Robles en Defensa, Albares en Exteriores, o Teresa Ribera en Energía. Del lado de SUMAR, una vez excluido Podemos del gobierno, también es claro el giro a la derecha, con dos errejonistas (el antiguo ala derecha de Podemos): Bustinduy en Consumo y Mónica García en Sanidad; más Urtasun en Cultura, procedente de la vieja Iniciativa per Catalunya. IU mantiene su ministerio con Sira Rego en Juventud, por haber sido servil y obediente con Yolanda Díaz.

Pero hay otras razones para el sesgo más derechista del nuevo gobierno. La más importante no depende de la situación en casa, sino de la economía global y europea. Tras la borrachera del gasto público post-pandemia, la consecuente inflación disparada, la abultada deuda pública y el enfriamiento claro de la economía internacional, todo ello obligará a hacer recortes del gasto público que pueden convertir en papel mojado muchas de las promesas que Sánchez anunció en el debate de investidura. También el nuevo equilibrio de fuerzas parlamentario en el “bloque de la investidura”, con un mayor peso de los nacionalistas de derechas vascos y catalanes (PNV y Junts), será una justificación perfecta para que Sánchez modere su política económica.

Salvo la ley de amnistía, no habrá más concesiones a los derechos democráticos. Podemos anticipar que la ley mordaza apenas será retocada, para no indisponer más a los ultraderechistas que dominan la policía y la Guardia Civil, y porque esta ley sirve a la clase dominante para reprimir las inevitables batallas de clase que se avecinaran. Ante la situación límite del sistema judicial, por la falta de nombramientos de jueces por el Consejo General del Poder Judicial, caducado hace 5 años y bloqueado por el PP, está por ver si el gobierno se atreverá a cambiar su sistema de renovación, para que no requiera el apoyo de 2/3 del Congreso, sino la mayoría absoluta. La campaña de la derecha contra esto también sería feroz. Más allá del aumento del Salario Mínimo (un 5%), no habrá avances laborales significativos. Y continuará el alineamiento con el imperialismo de EEUU en todos los asuntos decisivos.

Lo que veremos será una edición aumentada de la legislatura anterior. Desestabilización de la derecha y del aparato del Estado para hacer caer al gobierno precipitadamente, tensiones territoriales por la cuestión catalana y la discusión de un nuevo sistema de financiación autonómico, la cuestión migratoria, incremento de conflictos laborales por la negativa patronal a hacer concesiones, e incapacidad del gobierno para dar solución duradera a los problemas de la clase trabajadora: vivienda, empleo estable, sanidad, etc. En definitiva, el gobierno se verá obligado a gestionar una crisis capitalista que es insoluble, mientras arrecia la provocación de la derecha reaccionaria.

Todo conduce a una agudización de la lucha de clases, y a una radicalización y polarización mayor.

Toda la legislatura será un campo de minas para el nuevo gobierno, comenzando por el hecho de que toda ley o decreto deberá contar con el apoyo del 100% de los partidos que lo apoyan. Eso significa que los más derechistas y moderados, como Junts y el PNV, tendrán siempre agarrada la sartén por el mango para imponer su criterio a los demás, con el regocijo indisimulado de Sánchez.

La cuestión catalana

Desde sus inicios, el grueso de la burguesía catalana se opuso a defender la independencia de Catalunya, y fue la pequeña burguesía catalana independentista, representada en Junts y ERC, la que se puso a la cabeza del movimiento. Pero, actualmente, podemos observar el viraje de Junts y ERC hacia el autonomismo, los cuales han cerrado filas con el resto de la burguesía catalana para recibir concesiones del Estado español. No les interesa enarbolar de nuevo la bandera del independentismo, ya que en 2017 se les fue de las manos y se convirtió en un movimiento de masas con un fuerte contenido antisistema.  Además, en las Elecciones Generales del 23J de 2023,en Catalunya hubo una abstención del 34.57%, por el desencanto de un sector de la base independentista, obteniendo el PSOE un tercio de los votos. A esto le sumamos la escisión de un sector de las juventudes de la CUP, en Arran, que viró hacia el Movimiento Socialista, formando una pata en Catalunya de este movimiento, como Horitzó Socialista. Lo que muestra ya no sólo el descrédito de los partidos de la pequeña burguesía independentista, sino además, lo rápido que está sacando la juventud conclusiones revolucionarias y está desarrollando una conciencia internacionalista.

Nuestra tarea es explicar pacientemente que debemos luchar, todo el conjunto de la clase obrera, por derrocar el régimen del 78 e instaurar una Federación voluntaria de Repúblicas Socialistas Ibéricas en pie de igualdad, como la antesala de una Europa socialista en un mundo socialista.

Es imposible saber si el gobierno conseguirá terminar la legislatura. Todo dependerá de la marcha de la economía y de las inevitables políticas de ajuste que vendrán, y la respuesta en la calle a las mismas.

Lo cierto es que, lenta pero persistentemente, la derecha ha conseguido avanzar posiciones hasta situarse en el umbral de ganar unas próximas elecciones generales. Hasta ahora, la preocupación por una eventual entrada de Vox en el gobierno, ha funcionado como un factor de movilización electoral en la izquierda para derrotar a la derecha en las últimas tres elecciones. Pero, en un ambiente de inestabilidad y desorden, insatisfacción con el gobierno, ajustes en el gasto público, etc., esta preocupación ya no será suficiente para impedir una elevada abstención que permita ganar a la derecha en las próximas elecciones. Es para esa perspectiva para la que debemos prepararnos.

Situación en SUMAR-PODEMOS

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Cientos de miles de activistas de izquierda miran a la izquierda reformista con fastidio y desolación / Podemos Twitter

El ciclo político abierto por las movilizaciones del 15 de mayo de 2011 (15M), que culminó en 2014-2015 con la aparición explosiva de Podemos, se ha agotado. El espacio a la izquierda del PSOE ha vuelto a ocuparlo esa izquierda reformista descolorida, insulsa, integrada al régimen e indistinguible del PSOE. Esto son SUMAR y sus grupos integrantes. Podemos ha sido arrojado fuera del gobierno y de SUMAR a codazos, pero su único grito de lucha es ¡retornar al gobierno!, un gobierno que ha traicionado, con su participación, las principales banderas de las luchas contra el anterior gobierno del PP con Rajoy: la reforma laboral y la ley Mordaza, que se mantienen en pie, con solo unos pocos cambios en la primera. Podemos, ha decidido ahora pasar a la oposición “de izquierda”. Pero, sin militancia real, sin programa, sin raíces en la lucha obrera y social, y sin  pretensión de revertir todo esto, está condenado a vegetar sin pena ni gloria, mientras gran parte de sus dirigentes regionales y locales abandonan el barco y hacen cola ante SUMAR para pedir un puesto donde seguir viviendo de un cargo público o del aparato. Esto es lo que ha sembrado Pablo Iglesias y su camarilla durante años, y ahora obtiene la cosecha, comenzando por Yolanda Díaz.

Cientos de miles de activistas de izquierda miran todo esto con fastidio y desolación, y le dan la espalda. La juventud combativa, donde Podemos nunca arraigó, es más escéptica y crítica aún.

Lo cierto es que, incluso para el votante de izquierdas más pasivo, la única figura en la izquierda que destacan es Pedro Sánchez, porque al menos la derecha y la ultraderecha lo han elegido como el enemigo público nº1 a batir, y ante la falta de referentes más atractivos prefiere cobijarse alrededor suyo, pues parece el valor más seguro ante la arremetida de la reacción.

Esto nos dice todo de la “izquierda” oficial a la izquierda del PSOE.

La juventud y el comunismo

El elemento positivo en todo esto, es que hay un enorme vacío político para decenas de miles de jóvenes y obreros avanzados que buscan una manera de luchar por un cambio radical del sistema. Este no es un fenómeno exclusivamente español, como vimos en el apartado internacional. Esto abre oportunidades extraordinarias a una organización auténticamente comunista si somos capaces de estar a la altura para aprovecharnos de ella.

En años anteriores este hueco lo han ocupado precariamente algunos grupos de corte estalinista, ya fuera de tipo “prosoviético” o “maoísta”, pero que tienen un límite natural en su capacidad de atracción por su sectarismo, infantilismo y burocratismo, además de por su giro nacionalista español que ha encontrado en Frente Obrero la expresión más degenerada y vergonzosa, abrazando posiciones de la extrema derecha en su “patriotismo” españolista y en su enfoque racista de la inmigración. Pese a todas sus pretensiones, estos grupos no pueden echar raíces en el movimiento, porque son incapaces de establecer un diálogo con las masas de la clase obrera, de conectar el programa científico y acabado del marxismo (¡si acaso lo tuvieran!) con la conciencia actual, inacabada y confusa de miles de trabajadores que están buscando respuestas al callejón sin salida del capitalismo.

El Movimiento Socialista aparece como un movimiento nuevo / Gedar

El Movimiento Socialista, en cambio, aparece como un movimiento nuevo, ha roto con el viejo cuño estalinista del “socialismo nacional” y apuesta decididamente por el comunismo internacional. Igual de importante, ha conseguido arrastrar para estas banderas a una capa sustancial de la juventud independentista radical de Euskal Herria y Catalunya. En el primer territorio agrupa a varios miles de jóvenes, y en Catalunya y Valencia a cientos. Con grupos más pequeños en Madrid y otras zonas, la incorporación de unos 200 militantes de la juventud expulsada del PCE, sin duda fortalecerá su perfil a corto plazo y su expansión a nuevas zonas.

Todo esto confirma la conclusión que sacamos hace un tiempo, de la radicalización de la juventud y el hecho de que el “comunismo” se ha convertido en una referencia entre las capas más avanzadas. También lo hemos visto reflejado en el crecimiento, todavía modesto, de nuestra organización en el Estado español.

Dicho esto, también debemos reconocer las limitaciones políticas importantes que tiene el Movimiento Socialista. Sin una tradición definida, han tratado de explicar la desaparición de la URSS y de todo el bloque estalinista en las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, “actualizando” el marxismo y el leninismo, según sus palabras. No explican la degeneración de la URSS por el atraso del país y su aislamiento, sino por una metodología supuestamente equivocada en la toma del poder, como es la vía insurreccional, como si la historia hubiera proporcionado otra manera de derrocar estructuras políticas desfasadas. En su lugar, proponen “crear espacios socialistas” (en barrios, fábricas, ciudades), poco a poco, sin levantamientos ni insurrecciones populares, a través de la mera propaganda, y sin aparente reacción del Estado burgués, hasta que en algún momento el capitalismo se rinda sin apenas lucha. También defienden que, en general, la lucha por reformas está condenada al fracaso debido, afirman textualmente,  a la falta de beneficios de los capitalistas, lo cual es claramente falso. De esta manera, los empresarios encuentran con esta propaganda unos argumentos muy convenientes para negarse a satisfacer las reivindicaciones obreras. Se han adherido a la teoría anticientífica de moda entre la “academia”, en términos marxistas, de explicar la crisis capitalista por la tendencia a la caída de la tasa de beneficios, que no es una ley absoluta, y que se ve contradicha en muchas ocasiones; en lugar de basarse en la posición marxista científica de explicar la crisis por la tendencia de la economía capitalista a la sobreproducción de mercancías y a la sobrecapacidad productiva instalada. El MS también condena la participación en los sindicatos dirigidos por los reformistas y el frente único con las organizaciones de masas, privando así a los comunistas de probar sus consignas e ideas entre campas amplias de la clase y, por tanto, construyendo un muro que los aísla de aquéllas. Estas posiciones ultraizquierdistas ya fueron respondidas por Lenin en su folleto de “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. También adoptan un punto de vista filosófico idealista en relación al desarrollo de la conciencia socialista en los trabajadores. Así, rescatan la vieja afirmación de Lenin de 1902, que luego rechazó, y que fue recuperada por Luckacs, de que la conciencia socialista debe ser introducida en la clase obrera “desde fuera”, “a través de la teoría marxista”. Minusvaloran, por tanto, el papel en esto de las condiciones materiales de existencia de la clase y de sus propias experiencias de lucha.

Si los compañeros no corrigen estas posiciones, esto les llevará, tarde o temprano, al aislamiento y a la esterilidad de sus esfuerzos y del trabajo enérgico y audaz que han desplegado hasta el momento.

Perspectivas a medio y largo plazo

El proceso de la revolución española será prolongado en el tiempo, por la debilidad del factor subjetivo, el partido revolucionario y su dirección. Pero la situación proveerá de numerosas oportunidades para avanzar hacia la solución de esta contradicción. Pese a todas sus soflamas, la reacción tiene fuerzas sociales débiles en la sociedad española. La historia de las últimas décadas ha mostrado suficientemente que, en la calle, la fuerza de la clase obrera es un millón de veces más fuerte que las muchedumbres heterogéneas y fragmentadas que puede movilizar la derecha. Vox en particular, despierta un odio y desprecio cada vez mayor en las masas de la clase obrera. Su perfil híper reaccionario, y sus vínculos con el franquismo, pero sobre todo su carácter de clase abiertamente burgués y pijo, no siendo más que un partido de pequeños y medianos propietarios y de policías, crean una coraza imposible de penetrar de una manera significativa en el seno de la clase obrera, lo cual diferencia sustancialmente a la ultraderecha española de sus variantes en otros países de Europa, donde la extrema derecha tiene un carácter más “plebeyo”.

Realmente, la reacción sólo puede confiar en el aparato del Estado burgués (ejército, policía, jueces, monarquía) para mantener a raya a la clase trabajadora. Pero, ya hoy, mucho antes de que se haya alcanzado una situación revolucionaria, varios millones de trabajadores y jóvenes sitúan a este aparato de Estado como un enemigo de los intereses populares, lo cual es un avance extraordinariamente positivo en el nivel de conciencia de estas capas. La falta de respeto, y por tanto la animadversión y desconfianza, hacia el Estado, siempre ha sido el elemento más difícil de instalar en la clase oprimida. Una vez roto el misticismo de la fuerza imbatible del Estado, y por tanto el miedo a él, cuando millones se levanten, no habrá fuerza capaz de pararlos. La primera condición para ello es perderle el respeto, desconfiar profundamente del Estado. Que esto ya se haya conseguido en una capa significativa de la población, mucho antes del surgimiento de acontecimientos decisivos, es un logro de gran alcance.

Los próximos años serán de inestabilidad creciente. Veremos una sucesión de gobiernos de derecha e izquierda, en un contexto de estancamiento económico, conflictos sociales agudos, el reavivamiento de la cuestión nacional catalana y vasca, la implicación de la monarquía en maniobras desestabilizadoras, etc. En determinada etapa, sobre todo cuando se agote un nuevo ciclo de luchas sin resultados decisivos, millones de trabajadores volverán a implicarse políticamente convencidos de la necesidad de un cambio radical en la situación. Será entonces cuando veremos emerger un nuevo movimiento de izquierdas radical masivo, bien sea a partir de desarrollos de organizaciones existentes o, como ocurrió con Podemos, a través de organizaciones nuevas. Hasta cierto punto, todo nuestro trabajo preparatorio previo debemos enfocarlo para llegar a ese momento con una fuerza de varios miles de militantes, con cuadros bien formados en la teoría marxista y probados en la lucha de clases. Durante un tiempo, ideas revolucionarias y comunistas pueden alcanzar a una capa avanzada de trabajadores y jóvenes, pero no a las masas de la clase obrera. Estas solo se deciden a lanzarse a la lucha política en momentos muy concretos, en medio de una situación social y económica muy enconada, a la cual no hemos llegado todavía. Y cuando lo hacen tienden a dirigirse a figuras y organizaciones conocidas  que, aparentemente, ofrecen un camino “más fácil” y “seguro”. Ese será un momento donde se estará formando la conciencia de clase socialista de millones de trabajadores, que buscarán a tientas una manera de transformar la sociedad de una manera radical.

Para emerger como una fuerza comunista revolucionaria significativa, debemos empalmar la organización comunista revolucionaria de varios miles de militantes que debemos ser en esa etapa, con el movimiento vivo de millones, abiertos a las ideas más revolucionarias. Sólo así será posible construir un partido comunista revolucionario de masas que esté en condiciones de ganar la confianza y el apoyo de las masas de la clase obrera para dirigir la lucha por la transformación socialista de la sociedad, una vez que la situación objetiva alcance un desarrollo abiertamente revolucionario.

Es para ese objetivo que debemos prepararnos. Pero la condición primera es consolidar y afianzar lo ya conseguido, e intervenir en el movimiento para hacer crecer la organización. Está en nuestra mano avanzar en esta senda, y debemos proceder en consecuencia.

[1] http://www.cadtm.org/La-deuda-global-alcanza-los-307-billones-de-dolares-con-EEUU-Japon-Reino-Unido

[2] https://elpais.com/economia/2023-10-02/se-buscan-fondos-para-la-transicion-verde-la-deuda-global-puede-dispararse-el-50-del-pib-en-2050.html

[3] https://elpais.com/economia/2024-01-09/el-banco-mundial-recorta-sus-previsiones-globales-esta-decada-puede-ser-la-de-las-oportunidades-perdidas.html

[4] Global Trade Update

[5] https://www.wto.org/spanish/news_s/pres22_s/pr909_s.htm

[6] https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2023/09/13/global-debt-is-returning-to-its-rising-trend

[7] https://www.ft.com/content/4c32a65e-15a7-49df-a674-b88e2334f48d

[8] https://sputniknews.lat/20231106/la-union-europea-no-quiere-quedarse-rezagada-ante-eeuu-y-china-1145447909.html

[9] Íbidem

[10] https://elpais.com/economia/negocios/2023-11-12/las-razones-de-la-resiliencia-de-ee-uu.html

[11] Íbidem

[12] https://elpais.com/economia/2023-12-22/la-economia-espanola-confirma-un-crecimiento-del-03-en-el-tercer-trimestre-a-pesar-de-la-desaceleracion-exterior-y-las-subidas-de-tipos.html

[13] Íbidem

[14] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2023/01/13/economia/1673634466_588319.html

[15] https://www.publico.es/economia/empresas-espanolas-doblan-beneficios-ola-inflacionista.html

[16] https://cincodias.elpais.com/companias/2024-01-04/jose-bogas-endesa-podriamos-invertir-hasta-4000-millones-mas-si-tenemos-certidumbre-fiscal-y-regulatoria.html

[17] https://elpais.com/economia/2023-08-31/el-70-de-los-trabajadores-no-esta-satisfecho-con-su-sueldo.html

[18] https://elpais.com/economia/2023-12-30/al-menos-9-millones-de-trabajadores-vuelven-a-perder-poder-adquisitivo-en-2023-tras-el-golpe-del-ano-anterior.html

[19] https://cincodias.elpais.com/mercados-financieros/2023-12-01/el-medio-millon-de-hipotecas-que-aun-no-quita-el-sueno-a-los-banqueros.html

[20] https://cincodias.elpais.com/economia/2023-11-30/los-jovenes-conservarian-solo-60-euros-de-renta-al-mes-para-comida-ropa-y-ocio-tras-pagar-el-alquiler.html

[21] https://cincodias.elpais.com/economia/2023-11-02/la-promocion-publica-de-casas-gana-impulso-pero-esta-un-80-por-debajo-del-nivel-precrisis.html

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