Rechazar la unidad nacional, desenmascarar a los imperialistas, defender nuestras libertades democráticas
Los ataques en París han despertado la repulsión y la ira de millones de trabajadores y jóvenes franceses. Tres días después, estos sentimientos están aún muy lejos de desaparecer. El temor de nuevos ataques es palpable. Es alimentado por el evidente fracaso de las autoridades para evitar la matanza del viernes, diez meses después del ataque a Charlie Hebdo. Este fin de semana las calles de las principales ciudades de Francia estaban casi desiertas, dando testimonio de esta ansiedad colectiva.
Poco a poco, sin embargo, el miedo y la indignación aparecen mezcladas con las apremiantes preguntas que conducen a discusiones importantes. Más allá de los organizadores directos y de los autores de la masacre, ¿Quién más es responsable? ¿De dónde viene el llamado Estado Islámico? ¿Qué apoyo imperialista ha recibido y todavía recibe, directa o indirectamente? Exactamente ¿qué papel ha jugado el imperialismo francés en el asunto? ¿Cuál es la verdadera actitud de la clase dominante y del gobierno francés hacia las organizaciones fundamentalistas de hoy, en Siria y en otros lugares? ¿Cuáles son los objetivos reales de la intervención militar francesa en Siria?
Ya hemos publicado un artículo sobre estos temas. El gobierno y los políticos burgueses hacen todo lo posible para ahogar estas preguntas en un mar de mentiras e hipocresía. Se trata simplemente de una guerra entre los (occidentales) «defensores de la paz» y la «democracia» por un lado – y la barbarie fundamentalista por otro. Sin embargo, incluso aquellos que se tragan esas tonterías son desgarrados por una duda cada vez más aguda. Después de todo, durante las últimas décadas, en la medida que las potencias imperialistas – incluyendo Francia – intervenían militarmente en el Medio Oriente, en la medida que sembraron la muerte y la destrucción en nombre de la «paz» y la «democracia», ¡la barbarie fundamentalista apenas ha disminuido! Por el contrario, ha seguido creciendo. Desde allí hay sólo un pequeño paso para comprender que, lejos de ser el enemigo del fundamentalismo, los imperialistas occidentales tienen la responsabilidad primaria (y a menudo lo han apoyado directamente)
Esta verdad calará en las mentes de millones de personas. El deber elemental del movimiento obrero es contribuir a ello, al esclarecer la niebla de la propaganda que cubre la política exterior de Francia y detodas las grandes potencias imperialistas. La guerra no es más que la continuación de la política por otros medios. Es llevada por la clase dominante en la búsqueda de sus propios objetivos – es decir, en última instancia, la carrera por los beneficios. En Francia, la destrucción sistemática de nuestras conquistas sociales se lleva a cabo en el nombre de «preservar el modelo social francés». Las guerras imperialistas se llevan a cabo en nombre de la «paz».
Con su cinismo habitual ilimitado, el gobierno, la clase dominante, la derecha y el Frente Nacional explotan la emoción suscitada por los ataques para sus propios fines reaccionarios – para dividir a los trabajadores en líneas nacionales y religiosas, con el fin de adoptar nuevas leyes antidemocráticas de «seguridad» para prohibir manifestaciones, concentraciones, huelgas, reuniones públicas, etc. Esto ya ha comenzado. El deber primario del movimiento obrero es denunciar estas maniobras reaccionarias y rechazar con firmeza las convocatorias de «unidad nacional» que sirven de tapadera para ellas. Debemos rechazar cualquier restricción a nuestros derechos democráticos en nombre de la «seguridad», comenzando por supuesto con el estado de emergencia que François Hollande anunció que quiere extender por tres meses. El estado de emergencia pesará fuertemente sobre nuestros derechos democráticos, pero será de dudosa eficacia frente a las acciones terroristas que requieren poca logística.
Los partidos de izquierda y el movimiento sindical tienen aún más necesidad de libertad democrática en estos momentos, ya que necesitan movilizarse masivamente para proteger a la comunidad musulmana de la agresión a la que está y serán sujeto, por parte de grupos fascistas o individuos animados por el discurso anti musulmán de los políticos reaccionarios. Nosotros no podemos confiar en absoluto en el Estado en dicho asunto, ya que está en sí infiltrado a todos los niveles por parte de elementos racistas.
Por último, deben extraerse las conclusiones políticas generales de esta nueva tragedia. En última instancia, es la consecuencia de un sistema sumido en una profunda crisis, un sistema en descomposición que se niega a morir y que siembra la miseria en todas partes, la guerra y el caos. Lenin decía que el capitalismo es «horror sin fin.» Esta idea fue ilustrada de forma terrible en una gran ciudad, cuya población podía creerse inmune a tales abominaciones. Debemos admitir que no lo era, ya no. La crisis del capitalismo mundial y el caos de las guerras imperialistas empujan todas las fronteras de la barbarie. El movimiento obrero francés e internacional deben responder reviviendo el objetivo de acabar con el capitalismo y su «horror sin fin.»
Martes, 17 de noviembre 2015
Artículo original: http://www.marxist.com/reject-national-unity-unmask-the-imperialists-defend-our-democratic-freedoms.htm
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