UGT-CCOO-manifestarse-emergencia-nacional TINIMA20130501 0172 5

Ante la crisis, ¿qué respuesta están dando CCOO y UGT?

En esta situación tan dramática para millones de trabajadores y sus familias me pregunto ¿que están haciendo los sindicatos de clase?, las herramientas decisivas de las que históricamente nos hemos servido los trabajadores para enfrentarnos organizadamente a estas políticas antisociales.

Los sindicatos de clase UGT y CCOO son organizaciones construidas por los trabajadores con sangre, sudor y lagrimas. UGT cumple 125 años este 2013, y ha sufrido y mantenido en la turbulenta historia del siglo XX la bandera de la lucha y de las reivindicaciones obreras. Las CCOO, nacidas al final del franquismo, fueron el sindicato más importante que estructuró al movimiento obrero y consiguió importantes avances en las luchas en aquellos tiempos  difíciles.

Sin embargo estos dos sindicatos, que atrajeron desde la transición a miles de trabajadores a sus filas, luchando organizadamente para mejorar sus condiciones de vida, entraron en una dinámica de pactos sociales que supuso un freno importante a las luchas obreras. Así ha sido desde entonces, reaccionando con luchas puntuales, algunas con gran éxito como la huelga general del 14 de diciembre de 1988, masivamente secundada, que hizo retroceder al gobierno del PSOE en sus intenciones de facilitar mano de obra barata a los empresarios. También arrancó mejoras en el gasto social, como la revalorización automática de las pensiones, que ahora el gobierno del PP quiere eliminar. Pero esta lucha magnífica ha sido la excepción, no la regla.

Fracaso de la política de pactos 

El balance de los últimos años de crecimiento del capitalismo español no ha podido ser más desastroso para los trabajadores, beneficios obscenos para los empresarios y en contrapunto la congelación de los salarios para los trabajadores. Esto ha sido demostrado de forma meridianamente clara por los estudios de distribución de la renta. Este es el fruto raquítico que ha producido la política sindical dominante de UGT y CCOO en los últimos años de bonanza económica. En tiempos de crecimiento, en la época del cuerno de la abundancia del 2002 al 2006, las empresas cotizadas en la bolsa acumularon unos beneficios netos de 186.878.7 millones de euros. En la época de crisis desde 2007 hasta el 2012 los beneficios netos logrados por los empresarios han alcanzado los 192.331.31 millones de euros. Un 3% mas que en la época de la abundancia, lo que demuestra quién se lleva la parte del león y para qué han servido las sucesivas reformas laborales que nos han aplicado a los trabajadores.

Frente a la crisis, la actitud de UGT y CCOO ha sido timorata, tanto con el gobierno del PSOE que abrió el camino para salvaguardar los beneficios empresariales a costa de los derechos básicos de los trabajadores, como con el PP que lo está llevando hasta sus últimas consecuencias. Se han convocado movilizaciones sin decisión, sin una política alternativa clara para los trabajadores por la que combatir. Incluso se ha pactado el retroceso social, como lo fue el acuerdo de pensiones del 2011 con el gobierno PSOE, que alargaba la edad de jubilación hasta los 67 años, introducía el factor de sostenibilidad que  nos llevará a jubilarnos a los 70 años o más y a reducir drásticamente las pensiones, que ahora quiere desarrollar a fondo el PP. También, ya con el gobierno del PP, se negoció con la CEOE un pacto muy regresivo con el objetivo de evitar la reforma laboral. El PP al ver la debilidad sindical hizo la reforma laboral que literalmente pone a los trabajadores a los pies de los empresarios.

Los cambios más importantes han sido:

a) Implantar la voluntad arbitraria del empresario a la hora de la suspensión o extinción colectiva de los contratos en las empresas, se implanta un auténtico régimen feudal en las empresas, donde solo cabe el recurso a los tribunales, muy limitado por la redacción de la ley. Este cambio ha provocado la destrucción de centenares de miles de empleos con 20 días por año de indemnización.

b) La modificación de las condiciones de trabajo, entre ellas la reducción del salario, que se está convirtiendo en una auténtica epidemia de reducciones salariales.

c) La eliminación de la vigencia del convenio colectivo un año después de su fecha de caducidad (ultraactividad). Si no se negocia otro convenio, después de un año decae el existente y la ley remite a convenios estatales (si existen) ó al Estatuto de los Trabajadores y al salario mínimo interprofesional. Como la reforma se publicó en julio 2012, los empresarios afilan los cuchillos, no negocian nada y esperan a julio de 2013 para, caducados los convenios y el año de ultraactividad, reducir los salarios y empeorar las condiciones de trabajo.

d) Descuelgue del convenio que les permitirá incumplir lo pactado.

e) Prioridad de los convenios de empresa sobre todos los demás convenios. Hay que tener en cuenta que las empresas de este país son microempresas y que la capacidad de negociación en la mayoría de esas pequeñas empresas menores de 10 trabajadores es mínima. Por lo que esto, junto a la destrucción de los convenios provinciales, supone una potente herramienta para reducir los salarios y empeorar las condiciones de trabajo.

Teniendo en cuenta la brutalidad de estos cambios, que debilitan la posición de los trabajadores en las empresas, nos tenemos que preguntar ¿por qué estas políticas sindicales, como se ha demostrado, nos llevan al fracaso?

Acaban de tener lugar los congresos de UGT y CCOO. Estos, celebrados en el ojo del huracán de la crisis, han sido remansos de paz, no han tenido lugar valoraciones críticas de las políticas sindicales llevadas a cabo, no ha habido controversia, no ha habido alternativas políticas, la gestión y la dirección han sido aclamadas “a la búlgara”. Todo ello mientras la sociedad hierve. 

Divorcio entre las cúpulas y la base 

Esta actitud de la dirección de UGT y CCOO, ajena a la temperatura social y la falta de alternativas claras, ha hecho que la percepción por parte de los trabajadores se exprese en las encuestas de opinión y valoración, donde la frustración y la incomprensión de su política sindical los sitúan en los últimos puestos.

Sin embargo, las plataformas de lucha creadas para dar respuestas unitarias a problemas como los ataques a la enseñanza, la sanidad o los afectados por la hipoteca tienen un altísimo respaldo. Los trabajadores se identifican con aquellos que luchan y descalifican o rechazan a aquellos que no lo hacen.

La lucha de las mareas ha tomado esa forma ante el abandono o la pasividad de los grandes sindicatos de clase. Los trabajadores se organizan para su defensa, la naturaleza aborrece el vacío. Sin embargo, los sindicatos son fundamentales para el éxito de esas luchas, porque pueden estructurar a la clase obrera en todo el país y  golpear unitariamente.

Es evidente el divorcio entre las direcciones sindicales y sus propios afiliados y los trabajadores. Los dirigentes están más atentos, en esta tormenta, a defender sus intereses corporativos, de aparato, que los intereses de los trabajadores. No tienen un plan alternativo sustancialmente diferente por el que luchar. Es patético, con lo que nos está cayendo a los trabajadores, justificar la austeridad, solo que dilatada en el tiempo, como ha dicho Cándido Méndez previamente al 1º de Mayo.

La financiación de los sindicatos debe proceder de sus afiliados, ser transparente; los salarios de sus dirigentes, salarios obreros, no privilegiados frente a los de los trabajadores que representan. 

Recuperar el debate interno y la democracia 

La única explicación para entender la falta de controversia en los congresos, en estos momentos tan difíciles para la clase obrera mientras existe un debate entre los activistas del movimiento obrero sobre cómo enfrentarse a la crisis, es la falta de debate interno y de participación democrática en el seno de estos sindicatos.

No puede entenderse que ante la actitud del gobierno del PP, atacando sin tregua los derechos de los trabajadores, laborales y sociales, un gobierno que se reafirma en que esa política es la correcta y que hay que seguir por ese camino, los dos grandes sindicatos de este país ofrezcan como alternativa un pacto por el empleo y sigan sentándose y reuniéndose con ellos. Esa es la posición de la dirección y no de la base de CCOO y UGT.

Sus políticas y estrategias de lucha son profundamente erróneas y nos llevan a la derrota. Es imprescindible que hable la afiliación, que se escuche con atención a los trabajadores, que el aire fresco de los polígonos industriales y talleres oxigene el aire enrarecido de las sedes sindicales.

Ahora, en medio de esta política de destrucción de derechos laborales y sociales, lo que necesitan los trabajadores, y hay que exigirlo en el sindicato, es ponerse al frente de las luchas, coordinarlas con los sectores, mareas y comités de lucha, con un programa claro, que incluya los siguientes puntos:

a) Reparto del trabajo entre todos para reducir el desempleo, ¡ahora más que nunca, 35 horas semanales!

b) Subsidio indefinido para los desempleados, hasta encontrar un trabajo.

c) Jubilación a los 60 años con contrato de relevo para los jóvenes.

d) Derogación de toda la legislación laboral contra los trabajadores.

Conseguir una sociedad hecha a la medida de los trabajadores no se va a ganar en los despachos ministeriales ni de la patronal, sino en grandes movilizaciones sociales. Si CCOO y UGT no lo hacen, no se ponen al frente, seguirán perdiendo peso social, los trabajadores cuyos titánicos problemas permanecen, seguirán como ahora, buscando unas vías alternativas para defenderse.

 

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