Solicitantes de asilo encerrados un mes en Madrid-Barajas
En el momento de escribir este artículo, hay más de 300 solicitantes de asilo encerrados e incomunicados en salas de retención (que solo tienen capacidad para 156 plazas) en el aeropuerto Madrid-Barajas (El País, 19/01/24). Los solicitantes llevan hasta un mes en estas salas, sin ventanas ni ventilación, durmiendo en el suelo. Para colmo, ha habido infestaciones de chinches y cucarachas, sumado a una falta de limpieza. Son condiciones insalubres y deplorables, denuncia el gobierno; pero no provee ninguna solución.
En una entrevista con El País (24/01/24), una joven madre colombiana huyó de su país a Madrid-Barajas con sus dos niños pequeños. Dijo que estar en la sala de retención “fue terrible. No vimos ni el sol ni la noche.” Dijo que “pasaban 3 o 4 días sin que nadie viniese a limpiar los baños” y que “comíamos, cenábamos y dormíamos todos en el mismo sitio y se generaba mucha basura y suciedad, pero nadie la recogía”. En su entrevista de asilo con la OAR (Oficina de Asilo y Refugio) 11 días después de su aterrizaje, su petición fue rechazada por contener “alegaciones inverosímiles, insuficientes y contradictorias” sobre la delincuencia organizada en Colombia. Después de la insistencia de la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) por un reexamen se liberó a la familia en la Nochebuena, 16 días después de su llegada.
La colombiana es una de miles de solicitantes de asilo que han tocado la puerta del aeropuerto en la capital. Entre agosto y noviembre de 2023 hubo 1.357 solicitantes, casi el doble del 2022 (El País, 22/12/23). La ruta consiste en volar a un país que no requiere visa y en la escala en Madrid pedir asilo, que es una fórmula reconocida por ley. De las 163.218 solicitudes de protección internacional que recibió la OAR en 2023 (que es un incremento de un 37% frente a 2022 y la mayor cifra desde la creación de la Oficina en 1992), el pedido de asilo en escala de vuelo representa una vía marginal que ahora es más popular porque es una ruta más rápida y segura que cruzar en pateras por el mediterráneo (El País, 19/01/24).
La nueva afluencia de solicitantes es principalmente somalí con pasaportes kenianos. Lo hacen de esta manera porque el pasaporte de Somalia solo abre las puertas de 35 países sin visado, mientras que el pasaporte de Kenia permite transitar por la zona internacional de los aeropuertos españoles (El País, 06/01/24).
En respuesta a esta nueva oleada “keniana”, en vez de buscar la manera de ayudar a los solicitantes de asilo o acelerar el proceso de tramitación, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha impuesto un visado de tránsito a los viajeros con pasaporte de Kenia. Lo que significa que, antes de tomar el vuelo con escala, un viajero necesita ir a la embajada española en su país, pagar tasas y hacer una toma de huellas. El Ministerio ha hecho lo mismo cada vez que una nacionalidad específica ha llamado la atención por pedir asilo, por ejemplo, en 2011 con Siria, 2018 con palestinos refugiados en el Líbano, 2020 con Yemen, 2021 con Haití, 2022 con Turquía y 2023 con Burkina Faso (El País, 06/01/24). El gobierno español no tiene intención de ayudar a gente huyendo de crisis y sufrimiento, si quiere bloquear esta vía legítima que usan migrantes para buscar una vida digna en un país seguro. Según Estrella Galán, la directora de CEAR, el visado de tránsito es “un obstáculo definitivo” y tampoco soluciona el problema (El País, 06/01/24).
Las consecuencias del capitalismo: guerras interminables, crisis climática, altos niveles de corrupción y crimen, o colapso económico en un país tras otro, obliga a la clase obrera huir en búsqueda desesperada de una vida tranquila y estable. No es de sorprender que haya una incesante llegada de nuevos solicitantes de asilo en Madrid-Barajas. Estamos a un mes ya sin solución a la vista para liberar a estas personas desesperadas de las salas de retención, donde tienen que esperar para saber de su destino semana tras semana, en condiciones infernales. Nadie quiere abandonar su país, pero el capitalismo le obliga a huir. Tenemos que poner fin al sistema capitalista para proporcionar una vida digna y segura a toda la clase obrera internacional.
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