Restricciones de agua en Andalucía: Juanma Moreno recorta el agua a las familias trabajadoras
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha anunciado que este verano se impondrán restricciones en el uso del agua a las capitales más grandes -Sevilla, Málaga y Córdoba- como consecuencia de la sequía. Moreno no tiene ningún problema en cortar el agua a las familias trabajadoras, mientras ofrece barra libre a los campos de golf, el turismo de masas y la agricultura intensiva.
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¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Los embalses de Andalucía se encuentran actualmente al 20’46% de su capacidad. Almería está en una situación límite con sólo un 9’38% de capacidad, y con perspectivas igual de críticas le siguen Cádiz (15’10%), Córdoba (15’97%) y Málaga (16’23%). En estos momentos son 58 los municipios con restricciones, que afectan a más de medio millón de andaluces.
Nadie puede decir que no lo vio venir. La sequía ha sido cada vez más intensa con el paso de los años, pasando de ser circunstancial y ceñida a determinadas zonas, a estructural, afectando al conjunto de Andalucía. Moreno era consciente y ha esperado hasta el último momento para anunciar las restricciones, ahora que la situación es crítica y hay poco margen de maniobra.
Como hemos explicado en otros artículos, no podemos entender la sequía como un hecho aislado o circunstancial. La falta de precipitaciones es un fenómeno global como consecuencia del cambio climático. Pero en la gestión del agua pueden y deben tomarse medidas que no castiguen más a las familias trabajadoras, que están pagando todo el precio de la crisis climática.
Agricultura de regadío
El regadío intensivo, legal e ilegal, es el principal responsable del agotamiento de los recursos hídricos de nuestra tierra. La Junta actúa conscientemente para desviar el debate de los cultivos de exportación, que conllevan un gasto de agua mucho mayor que la agricultura tradicional. Hablamos de la fruta tropical, como el aguacate y el mango, cultivados en las costas de Málaga y Granada (las regiones más afectadas por la sequía) y de los frutos rojos en Huelva.
Veamos un par de ejemplos. Andalucía produce el 85% del aguacate nacional, cuyo 70% se destina a su vez al mercado exterior. Lo mismo ocurre con los frutos rojos en Huelva, que en 2022 generaron la astronómica cifra de 1300 millones de euros en ventas. El 86% de todas las exportaciones nacionales de este tipo fueron andaluzas.
Esto se traduce en que toneladas de agua, vitales para los pueblos adyacentes, son vertidas en un cultivo no esencial, cuyo único propósito es enriquecer a unos cuantos terratenientes. Estos se llenan los bolsillos a costa de los salarios miserables que pagan a los trabajadores, muchos de ellos migrantes en condiciones de semiesclavitud.
Esto no significa que haya que promover un enfoque autárquico de la economía andaluza. Pero si un recurso fundamental escasea, la prioridad en su consumo deben ser las familias trabajadoras, no los invernaderos cuyos productos están principalmente destinados al mercado europeo. La situación crítica a la que hemos llegado, que empeora cada mes, es consecuencia de la política de “barra libre” de la Junta en el uso del agua.
No podemos tratar un recurso cada vez más limitado como ilimitado. No tiene absolutamente ningún sentido que una región seca como Andalucía se haya convertido en la huerta de Europa. La alianza entre la Junta de Andalucía y la patronal agrícola-exportadora convertirá Andalucía en un desierto de aquí a pocas décadas, si no hacemos nada para evitarlo. Y esto no es sensacionalismo, son conclusiones que la comunidad científica demuestra año tras año, y que son ignoradas por todos los gobiernos.
El ocio de los más ricos, intocable
La dureza de Bonilla para restringir el consumo en las ciudades contrasta con su negativa a tomar medidas contra los campos de golf. Andalucía concentra el 25% de los campos de golf de toda España, que consumen el equivalente a más de un millón de personas. Es rotundamente falso que el 80% de los mismos se rieguen con “agua regenerada no potable”, como sostienen la patronal del sector y la Junta. Un metro cuadrado de césped necesita en regiones secas como Andalucía entre 1.500 y 2.000 litros de agua al año. De esta forma, un campo de golf de 18 hoyos consume el equivalente a una población de entre 10.000 y 15.000 habitantes. Toda esta agua se extrae de pozos, a la cual se añade un pequeño porcentaje de agua reciclada, según el ingeniero agrónomo Santiago Martín Barajas.
Por otro lado, Andalucía es la región con más alquileres turísticos de toda Europa, según los últimos datos de Eurostat. Cada alojamiento turístico consume 3 veces más agua que un hogar local.
Situación de las familias trabajadoras
Las restricciones al consumo de agua en los hogares deberían ser el último recurso, por su incidencia sobre la calidad de vida de la población. Pese a que los hogares no realizan la mayor parte del consumo, son los que más restricciones reciben.
Las familias trabajadoras se enfrentan a la perspectiva de un verano largo y miserable. Hacinados en casa tras un largo día de trabajo, sin poder poner el aire acondicionado porque es demasiado caro, sin poder dormir por las noches por el calor, y sin poder pagar ni una sola semana de vacaciones una vez al año. Son los barrios y pueblos obreros los que sufren aumentos de la mortalidad por el calor extremo, cortes de luz, y ahora cortes de agua. Mientras se recortan todos los servicios vitales, los campos de golf siguen abiertos para cuatro pijos y algunos turistas.
Por si fuera poco, el IVA de la luz ha pasado del 5% de 2023 al 10% para todo 2024, y el del gas pasará del 10 al 21% a partir de abril. En Sevilla, la empresa municipal EMASESA ha aprobado una subida del 28% en la factura del agua, que afectará a los 1,2 millones de habitantes del área metropolitana.
De esta forma, el acceso a un recurso esencial es pagado por todos los hogares en función de su consumo, sin tener en cuenta ninguna consideración de renta. Poco importa que Sevilla sea una de las ciudades con más desigualdad de todo el Estado, en la que los barrios más pobres de España conviven con urbanizaciones cuyas viviendas no bajan del millón de euros.
En este sentido, es ejemplar la lucha que en Sevilla sostiene la plataforma Barrios Hartos, que ha exigido que la subida sea cargada a las grandes empresas, con especial incidencia en los grandes hoteles y los barrios más privilegiados de la ciudad. Las movilizaciones de Barrios Hartos son un ejemplo de lucha que puede extenderse a otras capitales andaluzas y comarcas castigadas por la sequía.
Se hace necesario un plan de choque para frenar los efectos de la sequía. Aún estamos a tiempo de evitar más restricciones. No obstante, como mínimo deben asumirse las siguientes medidas:
- Cierre y expropiación sin indemnización de los campos de golf. Prohibición de construir más.
- Ni un centímetro cuadrado más para el cultivo de invernadero, a través de una ley estatal de emergencia ambiental.
- Eliminación de los cultivos de invernadero/exportación en zonas de extrema emergencia hídrica (con ayudas y préstamos a cero interés indemnizando a pequeños agricultores con necesidad comprobada, para que reconviertan su producción).
- Plan de construcción de desaladoras a gran escala financiado con impuestos extraordinarios a los grandes operadores turísticos y terratenientes.
- Ningún “tarifazo” a la clase trabajadora. Que las subidas de la factura del agua la paguen los hoteles y barrios más ricos.
- Plan de restricciones al consumo de los alojamientos turísticos. Deben consumir, como máximo, lo mismo que un hogar local.
- Prohibición de llenar piscinas privadas mientras dure la sequía, especialmente las de los hoteles y urbanizaciones de lujo.
- Nacionalización completa de los servicios de canalización de aguas. Fin de las concesiones millonarias a entes privados.
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