Suspendida temporalmente la huelga de Auxiliares de Navantia en Cartagena: “Las espadas siguen en alto”

El viernes 18 de julio se alcanzaba un acuerdo en la sede de la Oficina de Mediación y Arbitraje Laboral en Murcia, por el que temporalmente quedaba suspendida la huelga de auxiliares de Navantia y se paralizaban las movilizaciones obreras. Esto ocurrió tras 31 días de huelga y cuando ya habian pasado 11 días desde el inicio de la huelga de hambre de un grupo de 20 trabajadores.

El conflicto quedaba en suspenso y se fijaba un calendario de reuniones con la patronal FREMM. Todo quedaba a la espera de la respuesta patronal sobre el plus de astilleros, concretado en una compensación de 33 euros diarios para todo el personal que trabaje en Navantia, incluidos los talleres del metal, con carácter no absorbible ni compensable; así como el tema de la subrogación, que ya explicamos en nuestro artículo anterior.

El factor clave en la decisión de volver al trabajo tiene que ver, no tanto con los limitados avances conseguidos en la negociación con la patronal, sino con la necesidad imperiosa de los trabajadores de recuperar fuerzas, tras el enorme desgaste físico, emocional y económico que a ellos y sus familias les ha supuesto la huelga.

Como expresaba Alejandra García, delegada de UGT, en la asamblea frente al astillero en la que se tomó la decisión:

“No soy capaz de explicar lo que siento. Estoy contenta, pero no del todo satisfecha. Hemos vivido algo que no se nos va a olvidar. La unidad que habéis demostrado, la fuerza, el aguante…Eso es lo que ha hecho tambalear a los de arriba. Volvemos al tajo con la cabeza alta y con los ojos abiertos, que no se le olvide a nadie: aquí mandan los que curran, no los que firman desde el despacho”.

Lecciones y perspectivas para la lucha

El salto en la conciencia obrera, las conclusiones que se derivan de esta lucha aún inconclusa, suponen un punto de inflexión en el escenario de la lucha de clases en la región. Así mismo, la huelga de auxiliares en Navantia, al igual que la huelga del metal gaditano, apuntan en la dirección del inicio de una ruptura abierta con lo que ha sido la dinámica de muchos años de pacto social, impuesto desde los despachos por las direcciones burocráticas de CC.OO y UGT en la mayoría del Estado, con la excepción de Euskadi y en menor medida de Galicia, comunidades en las que las mayorías sindicales corresponden a ELA-STV y LAB y a la CIG, respectivamente; y en las que la actividad huelguística ha sido más intensa.

Ante la cómplice inacción sindical durante años frente a la ofensiva patronal –que en el caso de Murcia se concreta en ostentar el triste récord de tener uno de los peores convenios del metal de todo el país– esta vez los trabajadores dijeron basta. Así, por iniciativa de un grupo de metalúrgicos, se impulsó un proceso de debate en las plantillas de cada una de las auxiliares que, tras casi 3 años de reuniones y asambleas, culminó con la consolidación de un frente único obrero para enfrentar a la patronal con la creación de la Unión de Empresas Auxiliares (UEA).

El ambiente entre los obreros lo resumía el manifiesto de la UEA al inicio de la huelga el 17 de junio pasado: ”El metal sale a la calle después de muchos años en silencio, es hora de que se escuche a un sector que ha permanecido callado durante tanto tiempo que, no tiene nada que perder. Porque sólo los que luchan tienen opciones de ganar, y aquí hemos dicho Basta, basta de que sólo ganen los de siempre.”

A lo largo de más de un mes en huelga, se impusieron los métodos de la lucha obrera, empezando por la asamblea como máximo órgano de decisión, el comité de huelga, la caja de resistencia. Eran los trabajadores quienes tomaban las decisiones y marcaban el rumbo.

Desde el primer día pudieron comprobar su fuerza y que, sin su trabajo, el astillero se para y no se bota submarino alguno. También pudieron sentir cómo su ejemplo de dignidad y lucha obrera se estaba convirtiendo en un ejemplo a seguir por otros muchos trabajadores que sufren condiciones de explotación similares.

Cada día que pasaba, crecía el aliento de apoyo solidario en toda la ciudad, con una amplia respuesta a la recogida de alimentos y de donaciones a la caja de resistencia. O, como gráficamente se expresó el lunes 14 de julio, donde centenares de hinchas del Efesé-F.C Cartagena, que se manifestaban protestando por la situación del club, detuvieron su marcha frente a la carpa donde estaban los huelguistas de hambre aplaudiéndoles y afirmando: “Vuestra lucha es más importante que la nuestra, es por la dignidad de la clase trabajadora, de sus familias y por el futuro industrial de Cartagena”. “Cartago está con la lucha del metal, Cartagena nunca se rinde”.

Al mismo tiempo, y en agudo contraste con el apoyo popular a la huelga, desde el primer momento la patronal dispuso del respaldo pleno de los “medios” que ellos financian y controlan, y de las “instituciones” que desde el minuto uno se posicionaron en pro de la vuelta a la normalidad y por la reanudación del trabajo.

Desde el primer día, con la excusa de garantizar “el orden público”, en agudo contraste con la postura de exquisita suavidad y complacencia con los fascistas que protagonizaron los altercados de Torre Pacheco, las “autoridades” ordenaron un amplio despliegue de fuerzas anti disturbios para afrontar la huelga, que no cesaron de intimidar, provocar y reprimir con la máxima contundencia la movilización obrera.

Las espadas siguen en alto y todo apunta al endurecimiento de la lucha de clases

Al igual que los trabajadores, los empresarios del sector también son conscientes de que el resultado de esta lucha va a ser visto como un referente por el conjunto de los trabajadores de la región, empezando por los 30.000 metalúrgicos cuyo convenio vence en diciembre. Es por ello que todo apunta a que no harán concesiones significativas, aun sabiendo que el coste de las reivindicaciones obreras –en torno a 17 millones de euros año– más que probablemente sería absorbido por la empresa pública Navantia y que no les afectaría en sus cuentas de resultados, y aun contando con el riesgo que supondría para el cumplimiento de los plazos del programa de submarinos S-80 la reanudación del conflicto.

Ellos, con todos sus recursos, contando con pleno apoyo institucional y con el de esos líderes sindicales -en este caso los de la federación de industria de CC.OO- que en lugar de respaldar la lucha obrera, actúan como lugartenientes de la burguesía en el seno de la clase trabajadora, sin duda pretenden dar una lección a quienes han osado exigir lo que por justicia les corresponde.

Todo apunta a que la próxima y más que previsible batalla está servida. Como dirigiéndose a la asamblea expresó un trabajador: “Esto no ha terminado. Pero hoy sabemos que cuando nos unimos ,hacemos temblar hasta a Voldemort”.

 

ÚLTIMA HORA

Agotadas las negociaciones con la patronal del metal y la dirección de NAVANTIA, que hemos mencionado en este artículo, los trabajadores agrupados en la Unión de Empresas Auxiliares han declarado que si en la fecha límite del 10 de septiembre no hay aceptación de sus reivindicaciones, volverán a la lucha.

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