UCM: Goyache se enroca sobre un volcán de rabia e indignación

La Universidad Complutense de Madrid hizo la pasada semana un santo entierro del capítulo de su elección de rectorado, entre la polémica y la indignación.

Joaquín Goyache defendía el puesto frente a otros siete candidatos. La más destacada de ellos, que acabó enfrentándose a Goyache en la segunda vuelta, fue Esther del Campo, decana de la Facultad de Ciencias Políticas de Somosaguas y la llamada “candidata de Podemos”. María Castro, también con un perfil más progresista y hablando en su candidatura de “grandes transformaciones”, fue la tercera en primera vuelta, a poca distancia de Esther del Campo. Más adelante se uniría a ésta en segunda vuelta, junto con otros dos candidatos, en el “acuerdo por el cambio”, que finalmente recibió un 44,65% de apoyo, frente al 54,99% de Goyache. Todo esto, teniendo en cuenta que las ponderaciones de votos son totalmente injustas. Pues el sector más numeroso, que es el de los estudiantes (cerca de 80.000) sólo pondera un 25%, el del personal de administración y servicios (PAS) pondera un 12%, los profesores temporales otro 12% y los profesores con vinculación permanente ¡un 51%! Podemos notar aquí cómo hay un sesgo de clase desfavorable a favor de la derecha. Pues son los alumnos, el PAS y el PDI más precario quienes votan mayoritariamente candidaturas de carácter más progresista.

Además, la campaña de Goyache ha sido sucia por diversos hechos. La misma mañana de las elecciones, ya fuera del periodo de campaña, la policía identificó en Ciudad Universitaria al presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular, Ignacio Dancausa, acompañado de otros miembros de la organización, repartiendo papeletas de voto para Goyache y haciendo campaña contra el voto para Esther del Campo. Así mismo, Álvaro Crespo, miembro del gabinete de Almeida, fue descubierto infiltrándose en grupos de whatsapp de estudiantes para difundir bulos que desprestigiaban la candidatura de Del Campo. Todo esto, por supuesto, no fue considerado como suficiente por falte de las autoridades para invalidar el resultado de la votación.

Sin embargo, leyendo los programas y propuestas que los candidatos presentan, y viendo los debates, uno puede corroborar que, realmente, no hay grandes diferencias entre todos estos candidatos. Por ejemplo, todos ellos sin excepción reconocen que el gran problema de la universidad es la financiación. Y todos ellos evitan hablar sobre qué van a hacer cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, les cierre la puerta en las narices, ante una petición de mayor financiación. Y es que, en última instancia, los problemas de la Universidad pública más grande del país, como los de la última, tienen mucho más que ver con el sistema capitalista en el que se insertan que con el perfil de los burócratas que las gestionan. Es gracioso ver que incluso las candidatas más “progresistas” están contagiadas de la jerga capitalista, y lo demuestran al hablar, por ejemplo, de “liderazgo y competitividad” con respecto a otras universidades.

Incluso Goyache, que pasará a la historia de la Universidad como el tipo que dio el premio de alumna ilustre a alguien tan poco ilustre como Isabel Díaz Ayuso, reconoce que la Universidad está “ahogadísima” por el problema de la financiación. Y compara el hecho de que la Comunidad de Madrid sólo financie el 80% del sueldo de los profesores, con que el Ayuntamiento aprobara pagar sólo el 80% del salario de los policías y les pidiese sacar el resto poniendo multas. También en diversas entrevistas Goyache ha defendido la universidad pública frente a la privada, por la creación de centros educativos privados de una calidad formativa muy inferior a la de los públicos; y reivindica la intervención del Estado para asegurar la financiación y para “que aumenten las becas para financiar a los alumnos y paguen los ricos”. Escuchando estas afirmaciones, cabe pensar que, más que por ser un conservador o un liberal empedernido, el motivo por el que Goyache cedió a las peticiones del nombramiento de Ayuso a pocos meses de unas elecciones autonómicas, fue arrastrarse ante ésta en busca de una pizca más de financiación. Quizá tuviera que ver el hecho de que José Ignacio López, el vicerrector de política económica de Goyache y quien negoció con Ayuso un aumento de la financiación, ahora se presentaba contra el propio Goyache, por lo que uno y otro estaban compitiendo por ver quién tenía el apoyo del PP para las elecciones a rector. Una vez más, la cuestión material es la que explica lo troncal de los acontecimientos. Este es el problema de quien, supuestamente, pretende defender a los oprimidos sin cuestionar las bases del sistema capitalista, que finalmente termina adaptándose al sistema y convirtiéndose en el perro faldero de los opresores.

Otro de los temas importantes que han salido en esta campaña y en los que Goyache ha sacado la peor bajeza democrática, ha sido el incremento de la presencia policial, la vigilancia, el vallado de espacios, etc. en el campus y, sobre todo, la represión de la proliferación de asociaciones estudiantiles radicales y de carácter revolucionario. Este es seguramente el punto más oscuro del primer mandato de Goyache, lo cual ha provocado importantes protestas estudiantiles, como el encierro de los compañeros de filosofía del pasado 23 de marzo. Otra muestra más de lo que explicábamos desde este medio en nuestra última editorial 93: “El comunismo inspira a la juventud… y aterroriza a los poderosos”. La campaña sucia de la derecha para mantener el control de la universidad durante los próximos seis años (por la nueva ley de universidades), con miembros del PP implicándose de un modo muy directo, viene fundamentalmente dada por este motivo. La burguesía no necesita un rector de su cuerda ideológica para mantener explotados a los profesores asociados, las limpiadoras o el personal administrativo. Le basta con mantener el control de la Comunidad de Madrid y no dar financiación a la Universidad. Pero sí que lo necesita para hacer de muro de contención de las organizaciones radicales de izquierdas en la juventud universitaria.

Sin embargo, como decía Neruda, “podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. La derecha se ha puesto nerviosa y ha recurrido, para variar, a todo lo legal e ilegal que le ha hecho falta para mantener el control del campus. Pero esto no nos para. Porque nosotros tenemos razones mucho más poderosas que sus miserables argucias. El mundo sigue cada día peor, con más miseria, más guerra, más contaminación… y los jóvenes estamos llamados a transformarlo, tumbando el régimen capitalista y construyendo la alternativa socialista. ¡Únete a los Círculos Marxistas Universitarios!

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