Yo soy Podemos, nosotros somos Podemos
Publicamos a continuación la carta que nos ha llegado de un militante de Podemos en Sevilla, que consideramos de interés.
Las elecciones del 26J, significaron la entrada en un estado de confusión para las masas dentro de la pulsión de cambio que significa UNIDOS PODEMOS. Podemos es el resultante de un movimiento que se reclama heredero de todas las movilizaciones surgidas como respuesta a los recortes sociales y privatizaciones surgidos de la crisis que estalla en el mundo en 2008. La expresión más violenta de esta crisis sistémica dentro de los países desarrollados, se da en España, Grecia o Portugal.
En este contexto, en 2014, un grupo de profesores universitarios de origen variopinto ideológicamente hablando, crean podemos como una alternativa parlamentaria. Obteniendo según la posición ideológica en que la gente les ubicaba un resultado histórico, nunca un partido visto tan extremamente ‘’radical de izquierdas’’ había concitado tanto respaldo social en las urnas.
De esta forma, las masas, que llevaban en un proceso de continua movilización desde 2012, llegan a un momento de máxima concienciación donde entienden en su conjunto que no solo con la vía de la movilización continua extraparlamentaria no es suficiente, que hace falta una fusión de ambas vías. Es PODEMOS quien engancha con ese sentir general, y quien se convierte en el elemento catalizador del movimiento.
Estos resultados ponen alerta a la burguesía ante el avance de su enemigo natural, la clase obrera. Comienza paralelamente a la construcción de una estructura de partido una batería brutal de calumnias, mentiras y difamaciones de todo tipo para desprestigiar y caricaturizar a los dirigentes del movimientos como unos «soñadores más, unos lunáticos que no conseguirán cambiar nada, todo palabras». Ante esto los dirigentes se enfrenta a una inmediatez de comicios electorales que les obliga a trazar una línea política que combata esta batería de ataques. No obstante se desarrollan dos líneas dentro de la organización diferenciadas: la de los compañeros Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón.
Paulatinamente, y conforme el grupo dirigente cosecha triunfos (elecciones al parlamento europeo, sondeos demoscópicos, elecciones municipales), y el entusiasmo general crece, a la par que la burguesía lanza sus furibundos ataques toma cuerpo en su seno una interpretación del éxito basado en la creencia de que el secreto está en el carácter “populista” (ni derecha ni izquierdas) de sus mensajes.
Este proceso se concreta en la salida de Monedero del CC, dando lugar a un nuevo fortalecimiento orgánico de estas tesis que ganan fuerza, generando ideas complementarias basadas en el uso “inteligente” de los mensajes cuyo pilar central se sustentará en el objetivo de “no asustar a las capas medias”.
A partir de ahí se incorporan otros elementos, como el rechazo a las herramientas y consignas clásicas de la movilización (lo cual es la negación de la etapa anterior) y el uso prácticamente exclusivo de las instituciones. Este último aspecto llega al momento de mayor expresión con la alabanza a la altura de hombre de estado, ante “momentos difíciles”, de Tsipras que volvió la espalda al clamor popular (62% de las masas, esto es según algunos cálculos de extrapolación el 80% del proletariado, respaldando en el referéndum griego el enfrentamiento con las instituciones de la burguesía europea).
Conceptos como las puertas giratorias, la casta, la renta básica, los desahucios, la nacionalización de empresas clave, etc, fueron progresivamente relegados a un segundo o tercer plano frente a los planteamientos más “realistas”, ligados a posturas socialdemócratas.
Esto supone a efectos prácticos que la línea «errejonista» prevalece, la cual pretende tomar el poder mediante el no posicionamiento político, la ambigüedad en muchos campos ideológicos del partido y la negación del conflicto de clase. Además, no sin cierta paradoja, cristaliza una estructura de partido vertical muy acentuada, donde la participación real, efectiva y democrática de las bases mediante los círculos brilla por su ausencia.
Llegados a este punto, es el momento de recobrar por parte de PODEMOS el protagonismo del cambio político y corregir mediante la movilización social la posición política a la que UN SECTOR DE los dirigentes está derivando. Para ello, todas las instituciones que toman la representación de los intereses de las clases populares deben acordar, dialogar y trabajar conjuntamente en convocar una nueva movilización donde se reclamen derechos y libertades perdidos en estos 10 últimos años.
Es el momento de que el pueblo tome la palabra en la calle, dentro de este largo y tedioso proceso de formación de gobierno parlamentario, para tomar la palabra. En cuanto a la idoneidad de que se manifieste el pueblo en este momento, quiero recordar lo que el compañero Pablo Iglesias explicaba justo antes de las elecciones andaluzas y asturianas del 2012, en el Programa de «La Tuerka», del 3 de marzo de 2012:
«…ya que en Andalucía y Asturias va a haber elecciones quizás tendría sentido que la huelga fuese antes de las elecciones. Los sindicalistas seguro que lo tienen claro pero nos gustaría recordarles que una huelga no es una forma de medir un estado de opinión , es un pulso político con todas las consecuencias, no es una guerrita para medir si el consumo eléctrico ha subido o bajado respecto a la anterior, es una manera de hacer pagar el precio político y económico a los responsables de la crisis…».
Este extracto de Pablo Iglesias es un llamamiento a las masas, a que sus actuaciones vayan encaminadas de manera seria en un doble plano: el institucional y el de la calle, por tanto, lo que estoy sugiriendo no es más que lo que Pablo Iglesias como militante sugirió en su pasado.
Desde mi punto de vista, creo que hay 5 puntos de consenso común entre la base social de la izquierda política para reclamar.
- Derogación de las leyes emblemáticas del gobierno de Mariano Rajoy; reforma laboral, Ley Wert, Ley Mordaza.
- Establecimiento de un SMI de 1.000 euros a la vez que se establece una ley por la cual hombres y mujeres tengan un mismo salario, por el mismo trabajo y la misma cantidad de horas trabajadas.
- Dación en Pago.
- Aprobar un ingreso vital mínimo a todos aquellos parados que no tengan ningún tipo de prestación, sin necesidad a que hayan tenido oportunidad de cotizar o a que previamente hayan tenido que agotar las prestaciones existentes.
- Bajar a 65 años de nuevo la edad de jubilación.
Estas reivindicaciones son matizables o mejorables. Pero sin duda hace falta que las organizaciones populares y sindicales de la izquierda encabecen un frente de lucha en defensa de sus derechos, y creo que Pablo Iglesias y Podemos deberían tomar la iniciativa en este sentido.
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