27 de septiembre: ¡Por una jornada de lucha en contra del genocidio en Gaza!

La carnicería que el ejército israelí ha estado llevando a cabo en Gaza con el apoyo de sus alcahuetas belicistas en EEUU y la UE está dirigiendo al bando imperialista al borde del abismo de una guerra regional. El alzamiento continuo de las masas en contra de estos criminales de guerra llegó a un punto álgido en primavera de este año con el movimiento internacional de las acampadas.

Si bien algunas de las acampadas en el Estado español obtuvieron concesiones de sus respectivas universidades, el movimiento no acabó de lograr una base amplia de masas, ni siquiera en el propio movimiento estudiantil, sino que se apoyó sobre todo en una capa más avanzada que luchó de forma abnegada. Esto limitó el impacto del movimiento a nivel estatal: hasta la fecha, el Gobierno, mientras reivindica de manera hipócrita un cese al fuego para apaciguar a las masas, sigue siendo uno de los mayores proveedores de armas a Israel.

En vista de esto, el sindicato CGT y las direcciones de las acampadas han convocado una huelga general para el 27 de septiembre, con el objetivo de presionar al Gobierno a romper por completo sus relaciones diplomáticas y comerciales con Israel e invertir el dinero destinado a la defensa en servicios públicos.

Los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, por su parte, no se han sumado a la huelga. Su inacción no ha de sorprendernos: sus dirigentes, que nunca han sido una representación real de sus bases, no han convocado una huelga general en 12 años. En esta época de crisis constante, lo único que le han ofrecido a sus bases es un ejemplo del papel reaccionario de sus burocracias, que son poco más que una herramienta de control y redirección de las masas.

En vez de enfocarse en conseguir la cooperación de estas direcciones, el movimiento por la huelga general se fortalecerá más si puede ganarse a sus bases y organizarlas desde abajo. Una huelga general debería ser el punto culminante de un trabajo continuado para extender el movimiento, que no se ha realizado en la mayoría de las zonas. Si el mismo ya se hubiera encontrado extendido a todos los sectores de la sociedad, su éxito no dependería desmedidamente de las direcciones sindicales, que no tendrían más remedio que rendirse a la presión de sus bases.

Ahora, para poder asegurar el éxito de esta jornada, debemos lanzar una campaña de difusión, agitación y organización en centros de estudio, trabajo y en los barrios. Este trabajo de agitación ha de agudizarse donde más fuertemente conectará, es decir en las empresas e instituciones más estrechamente vinculadas a Israel y en los entornos laborales con la implicación más directa en el comercio de armas, como los puertos. Cabe resaltar la resistencia autogestionada de los estibadores ante los envíos de armas a Israel, en el Estado español y varios otros países.

Este trabajo de agitación debe enfocarse en el vínculo natural entre la lucha anti-imperialista en solidaridad con el pueblo palestino y la lucha social por mejorar las condiciones de vida en el Estado español. La clase capitalista que hace envíos de armas a esa pandilla de genocidas es la misma que ataca continuamente a la clase trabajadora con recortes a la sanidad, la educación, las pensiones, salarios y demás para enriquecerse. Esto debe formularse sobre la base de demandas sociales concretas: mejores salarios y condiciones laborales, viviendas dignas y asequibles, precios reducidos y pensiones blindadas.

La guerra es una consecuencia inevitable del capitalismo. Solo un programa revolucionario nos puede ofrecer una salida de ese sangriento sistema. Por tanto, debemos reivindicar un programa revolucionario que enlace la lucha en contra del genocidio en Gaza con la lucha contra nuestro enemigo en casa, nuestra propia clase dominante: ¡Sanidad, no guerra! ¡Libros, no bombas!