La larga crisis iniciada en 2008 está despertando todos los viejos fantasmas de la historia española. El mitin multitudinario del partido franquista Vox en Madrid a principios de octubre ha puesto de relieve, para muchos, el peligro del fascismo, si bien sería prematuro calificar a este partido de fascista ya que su programa no aspira abiertamente por el momento a un régimen de este tipo. Berreando contra la memoria histórica, la inmigración, las autonomías, los derechos LGTB, el laicismo, los derechos de las mujeres, y, en definitiva, todo lo que hay de progresista y avanzado en la sociedad, su programa es la reacción nacional-católica destilada en su estado puro.