Gaza: un año de infierno en la tierra
Un año después del ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, la guerra subsiguiente ha provocado un desastre humanitario sin comparación para los palestinos que viven en la Franja de Gaza. Ahora Líbano se enfrenta a un escenario similar. Netanyahu advirtió a Hezbolá de que Israel podría «convertir Beirut y el sur de Líbano… en Gaza».
¿Qué significa convertir el sur de Líbano en una Gaza? Tras un año de incesantes bombardeos, la guerra genocida de Netanyahu contra Gaza ha provocado niveles de muerte y destrucción sin precedentes para el pueblo palestino. Casi 42.000 personas han muerto en impactos directos desde octubre del año pasado, mientras que otras 100.000 han resultado heridas, una cuarta parte de las cuales, según las estimaciones, quedarán discapacitadas permanentemente.
Estas cifras, sin embargo, no cuentan toda la historia de lo ocurrido. Los bombardeos no sólo han matado a personas con los impactos directos, sino que la destrucción masiva de la infraestructura de Gaza ha provocado muchas más muertes que no se contabilizan en las cifras oficiales. Se han destruido los suministros de agua y electricidad, así como gran parte de los servicios sanitarios, clínicas y hospitales, además de viviendas y escuelas. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), sólo un tercio de los hospitales de Gaza funcionan de alguna manera.
Contenido
Viviendas destruidas masivamente
En los cuatro primeros meses de bombardeos, el valor de las infraestructuras destruidas en Gaza se calculó en 18.500 millones de dólares, lo que equivale al 97% del PIB anual total de Gaza y Cisjordania juntas. Los bombardeos han producido más de 30 millones de toneladas de escombros, y se calcula que se tardará años en limpiarlos. En junio de este año, se habían arrojado 75.000 toneladas de bombas sobre Gaza. Esto es mucho más de lo que se arrojó sobre Dresde, Hamburgo y Londres juntos durante la Segunda Guerra Mundial.
En un artículo publicado por AP News, Destrucción sin precedentes de las viviendas en Gaza no vista desde la Segunda Guerra Mundial, según la ONU [The unprecedented destruction of housing in Gaza has not been seen since World War II, the UN says] (2 de mayo de 2024) se esbozaba el nivel de devastación infligido al parque de viviendas de Gaza en los primeros siete meses de la guerra. Señalaba que «al menos 370.000 viviendas de Gaza han resultado dañadas, 79.000 de ellas destruidas por completo».
Actualizaciones más recientes indican que más del 80% de los edificios de Gaza han sido destruidos. Así lo reveló el subsecretario general de la ONU, Dr. Abdallah Al-Dardari, en una entrevista con Al Qahera News.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): «…se calcula que casi 50.000 millones de dólares en inversiones en Gaza se han esfumado en el conflicto, y 1,8 millones de palestinos han caído en la pobreza». La población total antes de la guerra era de 2,3 millones.
Se ha calculado que se tardaría hasta 2040 en reconstruir las propiedades destruidas, y el coste total ascendería a unos 40.000-50.000 millones de dólares.
Destrucción del sistema educativo
Los edificios escolares han sufrido graves daños. Este verano, «al menos 354 personas murieron en ataques aéreos israelíes contra edificios escolares que albergaban a personas desplazadas entre el 1 de junio y el 1 de septiembre». En el último año han salido de Gaza numerosos vídeos y fotos de niños cubiertos de sangre que huyen de las escuelas bombardeadas, dejando atrás los cadáveres de los asesinados.
La guerra ha interrumpido la educación de más de 600.000 escolares en Gaza. Un artículo de ABC informa de que «al menos el 70% de todas las escuelas de Gaza -399 edificios escolares- han sido dañados o destruidos desde el 7 de octubre».
Hay un total de 567 edificios escolares en Gaza. ABC News recopiló imágenes por satélite, y vídeos y fotos, tomadas tanto por las FDI como por Hamás, y llegó a la conclusión de que «212 escuelas están parcial o totalmente destruidas, y otras 187 muestran signos de daños». Sin embargo, la ONU calcula que «hasta el 84% de las escuelas -477 edificios- tendrán que ser reparadas o reconstruidas».
Rachael Cummins, directora de Save the Children en Gaza, comentó que «los niños no han podido acceder a la educación formal, por lo que han perdido todo un año de aprendizaje. Pero, aparte de eso, no se puede subestimar lo que están viendo, lo que están viviendo y las consecuencias para su salud mental. Toda una generación, toda una población, en realidad, de niños y sus padres y cuidadores, en términos del impacto de la guerra en su salud mental es absolutamente extraordinario».
En estas condiciones, el desarrollo psicológico de los niños se ha visto gravemente afectado. Muchos sufren ataques de ansiedad y son incapaces de concentrarse. Además de la muerte y la devastación a su alrededor, estos niños también sufren enfermedades, como consecuencia del colapso del sistema sanitario, y malnutrición.
No sólo las escuelas han quedado prácticamente destruidas. Las universidades también se han visto afectadas. Los casi 90.000 estudiantes universitarios de Gaza han visto interrumpidos sus estudios. La Universidad Islámica de Gaza quedó completamente destruida en un bombardeo en octubre del año pasado. La Universidad de Al-Azhar quedó completamente arrasada. La Universidad de Israa, la Universidad de Palestina, la Universidad de Gaza, la Universidad Abierta de Al-Quds, la Universidad de Al-Aqsa y muchas más han sufrido graves daños.
Según un informe publicado por el BRICUP (Comité Británico para las Universidades de Palestina), «las 19 universidades de Gaza han sufrido graves daños o yacen en ruinas, con más del 80% de los edificios universitarios destruidos».
Más de 100 académicos palestinos y más de 600 estudiantes universitarios han muerto en Gaza desde el comienzo de la guerra de Israel, según cifras facilitadas por el Ministerio de Educación palestino. Cerca de 9.000 escolares han muerto, así como 400 profesores.
Los efectos de todo esto van a ser duraderos, y llevará muchos años reconstruir lo que ha sido destruido.
Número real de muertos a causa de la guerra
Un informe de Médicos Sin Fronteras del 29 de mayo de 2024 señala que,
«En los últimos siete meses se ha desmantelado sistemáticamente el sistema sanitario de Gaza. Según la OCHA [Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios], 24 hospitales de Gaza están ahora fuera de servicio, mientras que 493 trabajadores sanitarios han muerto. Cada centro médico o sistema de entrega humanitaria ha sido o está siendo destruido, para ser sustituido por opciones menos eficaces e improvisadas. No se sabe cuál será el coste humano indirecto en muertes y lesiones a largo plazo como consecuencia de la denegación de asistencia y tratamiento».
Los servicios sanitarios están colapsados precisamente cuando más se necesitan. Basten algunos ejemplos para ponerlo de manifiesto. El número de menores de 5 años tratados por diarrea se ha multiplicado por 25 desde el año 2022. En junio de este año, 8.000 menores de 5 años recibieron tratamiento por desnutrición. Hay unas 50.000 mujeres embarazadas, que corren un riesgo mucho mayor en caso de complicaciones debido a la falta de servicios hospitalarios. Los pacientes de diálisis se ven abocados a la muerte. Por ejemplo, el Hospital Al-Shifa trata actualmente a unos 40 pacientes con insuficiencia renal, mientras que antes de la guerra trataba a 450 pacientes.
Como muestra el informe citado, han muerto unos 500 trabajadores sanitarios. Según la Organización Mundial de la Salud, esta cifra es de un total de unos 20.000. Como afirma The New York Times:
«Eso equivale a una media de dos trabajadores sanitarios muertos cada día, con uno de cada 40 trabajadores sanitarios, o el 2,5% del personal sanitario de Gaza, ahora muerto».
Según un estudio publicado en julio en The Lancet, prestigiosa revista médica británica, esta situación significa que hay muchas más muertes causadas por la guerra actual que las que se producen en los bombardeos directos. Algunos se han referido a ellos como «asesinatos silenciosos».
El informe de The Lancet se basa en escenarios bélicos anteriores que demuestran que el número de muertes de este tipo puede ser entre tres y quince veces superior al número de personas muertas en muertes directas. Por ello, afirma que «no es inverosímil estimar que hasta 186.000 o incluso más muertes podrían ser atribuibles» a la guerra en curso.
Otras 10.000, aproximadamente, se dan por desaparecidas, aún sepultadas bajo los escombros. En un artículo más reciente publicado en The Guardian, Científicos están más cerca de la verdadera, terrorífica escala de muertes y enfermedades en Gaza [Scientists are closer in the true, horrifying scale of death and disease in Gaza], se estima que el número de muertes podría ser muy superior al estimado por The Lancet:
«El descubrimiento de polio en Gaza nos recuerda que cada vez es más difícil evaluar el verdadero coste de la guerra. No tenemos una idea de lo extendidas que están las enfermedades y el hambre -las llamadas «muertes indirectas»- y estamos a oscuras en cuanto al número total de muertes».
Y explica que si las muertes continúan al ritmo calculado por The Lancet de unas 23.000 al mes, «habría 149.500 muertos más para finales de año, unos seis meses y medio desde la estimación inicial de mediados de junio. Utilizando este método, el total de muertes desde que comenzó el conflicto se estimaría en unas 335.500 en total».
De confirmarse estas cifras, esto representaría bastante más del 10% de la población de Gaza. Para acercarnos más a la realidad, equivaldría a la muerte de unos 6-7 millones de personas en Gran Bretaña, o más de 30 millones en Estados Unidos. Se trata, con diferencia, del mayor número de personas asesinadas en la larga lista de conflictos entre Israel y el pueblo palestino.
En el Antiguo Testamento, Deuteronomio 19:21, leemos que el Dios de los antiguos judíos decretó que el castigo por los crímenes debía ser «vida por vida, ojo por ojo, diente por diente…». Su significado era que el castigo por un daño sufrido debía corresponder al crimen.
Los sionistas de hoy, sin embargo, van mucho más allá de lo que su propio Dios ordenó. Si tomamos las cifras de muertos durante el ataque del 7 de octubre en el sur de Israel, y las calculamos en proporción a las cifras de muertos en Gaza según la estimación de The Guardian, obtenemos la cifra de 250 a uno. Pero esto no debería sorprender a nadie con un mínimo conocimiento de la historia del conflicto. Entre 2008 y 2020 vemos cifras similares, con 5.590 palestinos muertos frente a 251 israelíes, una proporción de 22 a uno. Y esto mucho antes del atentado de Hamás del 7 de octubre del año pasado. Los sionistas justifican la carnicería de este último año refiriéndose constantemente a ese ataque. Hay que preguntarse: ¿qué justificó todas las anteriores campañas de bombardeos y matanzas llevadas a cabo por el ejército israelí?
Para colmo de males: la expansión de los asentamientos
Lo que hay que recordar aquí es que la parte perjudicada históricamente son los palestinos. Son ellos los que sufrieron el crimen histórico de la Nakba, en la que más de 700.000 palestinos fueron expulsados violentamente de su tierra natal en 1948, con un gran número de muertos en el proceso. Ese crimen supuso arrebatar a todo un pueblo su patria.
Los sionistas siempre han visto la guerra como una oportunidad para expulsar a más palestinos de su patria y enviar colonos. Lo vimos a gran escala en Cisjordania cuando otros 400.000 fueron expulsados tras la Guerra de los Seis Días en 1967.
Según la Fundación para la Paz en Oriente Próximo, en 1972 había 10.608 colonos judíos en los territorios ocupados por Israel en 1967, Cisjordania, la Franja de Gaza, Jerusalén Este y los Altos del Golán. En 2005, esta cifra había aumentado a casi medio millón; y hoy son más de 700.000, y los sionistas de extrema derecha pretenden llevar esa cifra a un millón, e incluso a dos millones.
Se trata de una sustitución étnica a gran escala. Los principales medios de comunicación oficiales, como la BBC en el Reino Unido, intentan restar importancia a la Nakba, e incluso cuando la reconocen, insisten en que fue hace mucho tiempo y que ahora debemos concentrarnos en el presente y el futuro. Esta es una forma cómoda de ignorar el hecho de que el robo de tierras palestinas continúa mientras escribo estas palabras.
Desde el 7 de octubre de 2023, el gobierno israelí ha acelerado la expansión de los asentamientos, aprobando en julio 5.295 nuevas viviendas en los asentamientos existentes, así como la aprobación de cinco nuevos asentamientos. El ministro de Finanzas de extrema derecha, Smotrich, también ha concedido financiación pública a 70 puestos de avanzada -formalmente ilegales incluso según la legislación israelí- proporcionándoles agua, electricidad y carreteras. Los puestos de avanzada reciben defensa de las FDI y acaban convirtiéndose en asentamientos.
Y mientras todo esto ocurre, unos 1.000 palestinos han sido expulsados de sus tierras en 18 comunidades de Cisjordania. Merece la pena dedicar unas palabras a la forma en que se consigue esto. Se crea un puesto de avanzada y sus miembros acosan sistemáticamente a los palestinos de la zona. Los amenazan físicamente, les impiden trabajar sus tierras, les cortan el agua y la electricidad, haciéndoles imposible quedarse.
Una vez conseguido todo esto, la tierra queda sin cultivar y puede clasificarse como abandonada. El siguiente paso es designarla como tierra estatal, quedando bajo el control directo de Israel. Después de eso se puede entregar a los colonos. Se trata de un robo flagrante de tierras, apenas cubierto con una hoja de parra de la legalidad israelí.
Todo esto se ha intensificado en el último año y, sin embargo, no aparece en los titulares de los principales medios de comunicación. La razón es que todos los gobiernos occidentales respaldan a Israel incluso mientras continúa con la expropiación ilegal de tierras palestinas. Piden a Hezbolá que acate las resoluciones de la ONU, pero ignoran el hecho de que Israel ha ignorado sistemáticamente las resoluciones de la ONU que se ha aplicado a sí mismo.
Antes de 2005, en la Franja de Gaza había 21 asentamientos israelíes con unos 9.000 colonos judíos. Como parte de los Acuerdos de Oslo, que dieron lugar a la creación de la Autoridad Palestina, se llegó a un acuerdo por el que todos los asentamientos judíos se retirarían de Gaza en 2005. La mayoría se fueron cuando se les ordenó, mientras que algunos se resistieron y las FDI tuvieron que expulsarlos por la fuerza.
Ahora los sionistas hablan de volver a su antiguo plan de colonizar la Franja de Gaza. Una vez más, la guerra es el medio para conseguirlo. Un artículo en The Guardian, Benjamin Netanyahu considera despejar en masa el norte de Gaza [Benjamin Netanyahu considering mass clearance of northern Gaza] (23 de septiembre de 2024), esboza los planes que tiene el gobierno de Netanyahu para expulsar a la población civil del norte de Gaza. La idea es expulsar por la fuerza a todos los civiles y luego declarar que cualquiera que quede es un militante de Hamás y, por lo tanto, puede ser fusilado en el acto.
El diputado del Likud Avichai Boaron ha declarado que el plan «está siendo evaluado actualmente por el gobierno». Al parecer, Netanyahu cree que el plan «tiene sentido». La razón es que a pesar de todos los bombardeos, a pesar de toda la muerte y la destrucción, las FDI no han conseguido eliminar a Hamás. Así que ahora están considerando este plan desesperado. Consistiría en declarar la zona «territorio militar», lo que significaría que no se permitiría la entrada de suministros, expulsando así por la fuerza a los entre 300.000 y 500.000 palestinos que aún permanecen en el norte.
Ya en diciembre empezaron a aparecer noticias sobre el regreso a Gaza de los colonos expulsados en 2005. Un ejemplo es un artículo, Ex colonos Israelíes ansiosos por regresar a Gaza después de la guerra, publicado en Al Monitor, que cita a Hannah Picard, una franco-israelí que vivió durante 16 años en la Franja de Gaza, diciendo que «es obvio que vamos a volver». El plan de limpiar de civiles la parte norte de Gaza facilitaría este regreso.
De hecho, entre los sionistas se habla mucho de la necesidad de reiniciar el programa de asentamientos en Gaza. En junio de este año, dos MK (miembros de la Knesset) de extrema derecha anunciaron que estaban formando un «Grupo de la Knesset para la Renovación de los Asentamientos en la Franja de Gaza». Se les citó diciendo que «sólo mediante una densa presencia de asentamientos judíos en toda Gaza será posible impedir que continúen las amenazas terroristas y disuadir al enemigo».
Sin embargo, para que esto funcione, los nuevos asentamientos tendrían que estar fuertemente armados y respaldados por las FDI. De hecho, se convertirían en guardias de prisión en lo que a menudo se denomina «la mayor cárcel al aire libre del mundo». Sin embargo, es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pueden seguir adelante con este plan, pero se convertirá en una fuente de enorme resentimiento entre una nueva generación de palestinos que han tenido que sufrir las pesadillas ya esbozadas en este artículo, y que buscarán una manera de recuperar sus tierras robadas.
Combatir a todos los belicistas
Los principales medios de comunicación -es decir, los medios que pertenecen a capitalistas ricos cuyo trabajo consiste en defender los intereses de la clase dominante- ignorando la historia, siguen lanzando el mantra de que «Israel tiene derecho a defenderse». ¿Cómo puede alguien en su sano juicio afirmar que lo que se ha descrito anteriormente es «legítima defensa»? No. Forma parte de un plan de décadas de los sionistas para apoderarse de todo lo que una vez fue Palestina. Está claro que en el pensamiento de los sionistas, el ataque del 7 de octubre del año pasado por parte de Hamás vino como una excusa conveniente para aumentar aún más la presión sobre el pueblo palestino.
Cuando líderes políticos como Biden, Starmer, Macron y Scholz, junto con todos los demás criminales belicistas -sentados en la comodidad de sus edificios gubernamentales, viviendo en sus lujosas residencias, ganando mucho dinero mientras sirven a los intereses de la rica y poderosa clase capitalista- pronuncian discursos sobre el «derecho de Israel a defenderse», recuerden lo que se ha esbozado anteriormente.
Lo que realmente están diciendo es que la clase dirigente sionista de Israel tiene derecho a matar a decenas de miles de palestinos, a matar a sus mujeres y niños, a destruir sus casas, escuelas y hospitales, y a amenazar a toda la región con la guerra. Eso es lo que llevamos un año desde el 7 de octubre. Eso es lo que apoyan todos los dirigentes occidentales.
La ironía de todo esto es que, un año después, lejos de garantizar la seguridad de las personas que viven en Israel -se suponía que se convertiría en un refugio seguro para los judíos- los sionistas han hecho de Israel un lugar mucho más peligroso para vivir, de hecho el lugar más peligroso del planeta para los judíos. Ahora han empujado a toda la región al borde de una guerra regional, creando una situación en la que podrían perderse muchas más vidas en ambos bandos.
¿Por qué ocurre todo esto? Porque los sionistas han bloqueado sistemáticamente todos los intentos de avanzar en la dirección de conceder a los palestinos un Estado propio, y seguirán haciéndolo. Todo lo que ha hecho Netanyahu ha ido en esta dirección. No sólo se niegan a conceder a los palestinos la condición de Estado, sino que trabajan sin descanso para apretujarlos en enclaves cada vez más pequeños, arrebatarles más tierras y aumentar la población de colonos.
Por este camino no puede haber paz. Mientras la clase dirigente sionista de Israel siga en el poder, con su Estado fuertemente armado, respaldado por el país imperialista más poderoso del mundo, Estados Unidos, no habrá ningún avance hacia la concesión de plenos derechos a los palestinos.
La clase dominante sionista debe ser derrocada, así como todos los regímenes burgueses despóticos de la región, desde Arabia Saudí hasta Jordania y Egipto, y todos los demás. Y en los países capitalistas avanzados debemos organizarnos y luchar contra nuestros propios gobiernos imperialistas, esos mismos gobiernos que han apoyado la pesadilla desatada sobre el pueblo palestino.
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