La incapacidad temporal “flexible”, un ataque a los derechos básicos de los trabajadores
La incapacidad temporal “flexible” que plantea el Gobierno ataca los derechos básicos de los trabajadores. El gobierno, con esta medida, que permite el trabajo en situación de incapacidad temporal (IT), prioriza la vuelta al trabajo de los trabajadores de baja a la plena recuperación de la salud.
Los primeros días de octubre los trabajadores fuimos sorprendidos y cabreados por una propuesta que en nombre del Gobierno propuso la ministra de la Seguridad Social, Elma Sainz. La propuesta en esencia supone crear una nueva situación legal de baja laboral “que no sea estar de alta o estar de baja y que permita trabajar”.
Para empezar, supone un galimatías, una contradicción con la legislación vigente, articulo 169 de la Ley General de la Seguridad Social, que define la baja laboral como: “las situaciones debidas a enfermedad común o profesional y accidente sea o no de trabajo, mientras el trabajador recibe asistencia sanitaria de la Seguridad Social y esté impedido para el trabajo”. Supone por tanto un retroceso en un derecho básico conquistado con mucho esfuerzo en el pasado y que antepone la salud del trabajador, la mayoría de las veces enfermo por sus condiciones de trabajo, a las necesidades del empresario.
La incorporación del trabajador tras una baja médica puede ser “flexible”, afirma la ministra, y sigue con un ejemplo que demuestra una lejanía astral y cruel con la situación real de los trabajadores: “Hay procesos como el de que está saliendo de un tratamiento de cáncer que quizás, por supuesto desde la voluntariedad y desde la garantía de su salud, pueda incorporarse a trabajar, haciendo una IT que no sea estar de alta o de baja.”
La “necesidad de reformar la IT viene marcada por el incremento constante de las bajas laborales desde la pandemia”, justifica la ministra sin preguntarse cual es la causa del incremento de las bajas laborales ni la degradación de la salud de los trabajadores.
Según los datos de la agencia WTW publicados por El País en julio, “1 de cada 4 trabajadores padece ansiedad y depresión, y cerca de la mitad sufren de estrés, el 28% de los trabajadores están “quemados”, se sienten presionados a trabajar muchas horas y hacerlo a menudo durante el tiempo personal”.
La patronal lógicamente ha aplaudido estas medidas.
Esta propuesta de reforma de la IT ya estaba prevista en el último acuerdo de pensiones firmado en plenas vacaciones de verano. En ese acuerdo, que ya valoramos negativamente en el LdC n.º 107, se recoge la formación de un grupo de trabajo, en el que a partir de los seguimientos de los actuales procesos de bajas se aborden las soluciones pertinentes en una reforma posterior. El pacto, de hecho, ya incluye medidas, como permitir que los médicos de atención primaria puedan derivar a las mutuas las pruebas diagnósticas y la rehabilitación, incluidas las cirugías de los trabajadores afectados por bajas traumatológicas con el objetivo de acelerar la reintegración de los enfermos a sus puestos de trabajo.
A los trabajadores, cuando nos hablan de “flexibilidad” y de “reformas” ya sabemos por experiencia que se traman retrocesos en nuestras condiciones de vida y trabajo. Este gobierno es más sensible al capital que al trabajo, se pliega a las necesidades patronales y legisla fríamente contra su electorado, la clase trabajadora, sin analizar por qué se incrementan las bajas laborales ni cuál es la situación de explotación y presión en las empresas que conducen a la enfermedad a un porcentaje cada vez mayor de trabajadores.

La patronal lógicamente ha aplaudido estas medidas / UL
Los datos de la Seguridad Social referentes al año 2023 son meridianamente claros y explican los factores que empujan al alza las bajas laborales. La Incapacidad temporal por contingencias comunes, las no relacionadas con el trabajo, registran una prevalencia media de 47,3 por 1000 asalariados, la más alta desde 2007 cuando empieza la serie. Las plantillas se envejecen, los mayores de 50 años suponen el 35% del total de las plantillas, con las secuelas de mayor número de situaciones de enfermedad. El abandono y ruina de la Sanidad pública: 849.535 personas en lista de espera para una intervención quirúrgica en 12-2023, el doble que hace 20 años. Otro dato que ilustra y demuestra la dureza de la realidad cotidiana de acudir al trabajo para la mayoría de la población es la encuesta del instituto 40dB para El País. En ella, el 52% de los encuestados asocia el trabajo con el sentimiento de agotamiento y el 41% con la ansiedad.
Sobre las contingencias profesionales, aquellas situaciones de enfermedad o accidente derivadas del trabajo, la situación es más preocupante ya que aquí tienen plena competencia las mutuas patronales.
Para empezar hay una infradeclaración de enfermedades profesionales, muchos trabajadores con problemas de salud causados por el trabajo no aparecen como tales sino como enfermedad causada por contingencias comunes al no reconocerles las mutuas su enfermedad como profesional.
Ha habido durante décadas por parte de los distintos gobiernos una deliberada falta de regulación de las relaciones causa-efecto entre los procesos de producción y las enfermedades profesionales que estos producen, y cuya investigación y posterior regulación legal podría haber evitado muchísimas situaciones de enfermedad, invalidez, muerte y cuantiosos costos sanitarios pagados por la S. Social. La realidad de las enfermedades profesionales no está recogida en el listado actual de enfermedades.
Todo ello, para no entorpecer ni limitar a los empresarios en su capacidad de explotación, con la adopción de medidas protectoras de la salud de los trabajadores, prohibición de materiales tóxicos o cancerígenos etc… La explotación de la mano de obra y la obtención de beneficios sigue siendo para este gobierno más importante que la salud de los trabajadores.
Y para controlar este aspecto tan sensible para los trabajadores y su salud, las enfermedades profesionales y accidentes de trabajo, están las mutuas patronales, que son las encargadas de diagnosticar y pagar las prestaciones correspondientes al trabajador enfermo, superiores a las derivadas de contingencias comunes.
Es como meter a la zorra a controlar el gallinero. Como afirma M. Sanz de Salud Laboral de CCOO: “Quien es el encargado de pagar la prestación (la mutua) no puede ser quien declare la enfermedad profesional”. De ahí que sea muy común la renuencia de los médicos de las mutuas patronales a reconocer problemas de salud derivados del trabajo salvo la evidencia, y sea habitual para esos médicos afirmar que los problemas del hombro, del codo , de la rodilla, ansiedad etc.. son problemas ajenos al trabajo derivados de la infancia, de tus actividades extra-laborales etc…
Y así los trabajadores con una lesión importante y no reconocida como profesional son obligados a incorporarse al trabajo sin curarse o a seguir de baja, no por contingencias profesionales, con una mayor prestación (75% del salario desde el primer día) , sino forzados a acudir a la Seguridad Social y seguir de baja médica por contingencias comunes, con peor prestación (el enfermo no cobra nada los tres primeros días, del cuarto al 20 el 60% de su salario, y el 75% a partir del 21 día de baja). Este es un problema generalizado.
Un elemento clave para entender la discrepancia entre el criterio de los médicos de la Seguridad Social y los de la Mutuas es que las Mutuas “tienen un interés económico directo” en que las bajas sean mas cortas , ya que así en las bajas de origen laboral recortan el periodo de pago de las prestaciones que deben hacer al trabajador enfermo. También es muy importante que los médicos son asalariados de las mutuas patronales, están sujetos a este tipo de criterios económicos de la dirección, en vez de criterios de la plena recuperación de la salud, como tienen los médicos de la Seguridad Social, si no lo hacen sus puestos de trabajo están en peligro.
Un ejemplo de la conducta de las mutuas, de no reconocer las enfermedades causadas por el trabajo, lo aporta el informe divulgado por la UGT de Euskadi sobre los datos aportados por las propias mutuas patronales sobre las bajas reales emitidas por cuadros psicosociales de origen profesional en 2023 en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV). El exiguo número de bajas reconocidas, 21, el 0,01%, choca frontalmente con la realidad en la que una de cada cuatro bajas reconocidas por contingencias comunes son por salud mental (el 24%, concretamente la mayoría por depresiones y cuadros de ansiedad) en la CAV. Además, con los datos del Instituto de Seguridad e Higiene en el Trabajo, basado en la EPA del 2022, el 16% de los trabajadores dice tener algún tipo de afectación psicológica debido a un origen laboral. Es evidente que la falta de correlación entre las bajas por salud mental con las incapacidades profesionales que se reconocen no puede ser casual, es evidente la práctica negacionista e interesada de las mutuas patronales sufrida por muchos trabajadores de ver negadas las causas de sus enfermedades provocadas por el trabajo, que les fuerza a acogerse a bajas por enfermedad por contingencias comunes con la menor protección que ello supone y la dificultad de probar, en caso de que progrese la enfermedad y sea incapacitante, que esa sea la causa de su enfermedad, que la mutua ha negado expresamente.

La explotación de la mano de obra y la obtención de beneficios sigue siendo para este gobierno más importante que la salud de los trabajadores / UL
El trabajador, ante esta negativa de la mutua, se verá obligado a emprender un procedimiento de reclamación de contingencias exigiendo que la causa de su enfermedad es derivada de su trabajo, y puede obtener el reconocimiento en los tribunales de la causa real de su enfermedad.
Muchos trabajadores han sido y siguen siendo víctimas de estas presiones para reincorporarse al trabajo sin haber recuperado la salud. Relatamos dos que publicó El País, pero que cualquier trabajador ha podido experimentar en su vida laboral en la actualidad.
Patricia, 44 años, operadora telefónica con crisis de ansiedad, relata: “Durante la baja, el psiquiatra de la mutua me hacia sentir como si fuera culpable, si los compañeros podían con ello, porque yo no. Al final me dijeron que el problema lo tenia yo y que tenia que reincorporarme. Cuando le conté esto a mi médica de cabecera me dijo: Ya sé cual es tu empresa, si pudiera la cerraría, no sé cuántas bajas he firmado por ansiedad y depresión de ahí. Ni se te ocurra volver en estas condiciones”
Otro caso que ilustra el papel de las mutuas es el de Loren de la Oliva, charcutero de 45 años. “Tenía un problema en un dedo, un tema de tendones que me obligaba a trabajar infiltrado a menudo. Siempre cumplí, trabajé muchísimas horas sin cobrarlas y estaba bien considerado. Al fin se abrió un hueco en la lista de espera y pude operarme para solucionar el problema. Pero cuando volví todo era diferente, el que decidía no me dirigía la palabra. No me sorprendió porque vi como se lo hacían a otros compañeros que se habían visto obligados a coger una baja. A los pocos días me despidieron.”
Esta es la realidad que cotidianamente sufrimos los trabajadores, nuestra salud, nuestros derechos al trabajo estable, a la conciliación… a pesar de estar algunos de ellos recogidos en leyes, son sacrificados en el altar de la explotación y de la obtención del máximo beneficio. Esta medida que ha propuesto el gobierno y que ha tenido una débil contestación por parte de los sindicatos del dialogo social, así como de los otros partidos como Sumar que están en el gobierno, sigue agravando, no resolviendo esa situación.
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