Un balance crítico de la huelga general (A30): el gran potencial que no se ha realizado
El pasado 30 de noviembre miles de personas se manifestaron en Euskadi y Navarra por la huelga general de los cuidados convocada por el Movimiento Feminista de Euskal Herria y seguido por diversos sindicatos. En este sentido, ha quedado demostrado el grandísimo potencial y la urgente necesidad de luchar ante la privatización y la precarización de este sector muchas veces olvidado. Las mujeres trabajadoras han tomado las calles y, como ya han declarado, “esto acaba de empezar”.
Sin embargo, a pesar de que los convocantes lo hayan calificado de “jornada histórica”[1], está claro que la huelga ha sido secundada de manera desigual y, por tanto, hay mucho margen de mejora. Los servicios mínimos abusivos impuestos en los servicios públicos lastran, de hecho, anulan el derecho de huelga, especialmente en Osakidetza, residencias, etc. Según algunos datos, el paro ha sido secundado sobre todo por los docentes de Educación (39,1%), seguido por otros departamentos (15%) y, tristemente, un 5% de Osakidetza, aunque algunos sindicatos aportan números más elevados[2]. En otros sectores, como el transporte, se ha cumplido el 30% de servicios mínimos con total normalidad. En términos generales, ha habido un seguimiento dispar entre el sector público y privado. Ante todo, debemos recordar el significado real de la huelga general, la cual concebimos como instrumento fundamental de la lucha del movimiento obrero en la historia. Una huelga general es una demostración de fuerza que muestra quién crea la riqueza y hace que la sociedad funcione. No se enciende una lámpara ni funciona un teléfono sin el permiso e intervención de la clase obrera. Por ello, no solo importa el valor cuantitativo de las masas en la calle, sino el carácter cualitativo de esta huelga.
Sabemos que las tareas de cuidados (limpieza, residencias, etc.) recaen enormemente sobre las mujeres y, especialmente, sobre las capas más vulnerables de la sociedad. Por su propia situación objetiva, estas trabajadoras tienen grandes dificultades para sindicalizarse e, incluso, para secundar esta huelga tan necesaria. Por eso, es esencial que el conjunto de la clase obrera tome sus reivindicaciones y lleve a cabo una lucha organizada para presionar y obtener mejoras. Es decir, ante su impotencia, organizar la enorme fuerza de la clase en una misma dirección.
Como ya hemos mencionado, una huelga parcial no puede considerarse una huelga general exitosa. En este caso, no se ha conseguido paralizar la producción para hacer temblar a la clase dominante, por tanto, la presión ha sido puntual y algo efímera, cuando en realidad existía el potencial para ejercer una presión mucho mayor, a gran escala. Es verdad que han conseguido la adhesión de más de 1500 comités de empresa[3], pero el llamamiento a la huelga se ha hecho o transmitido de manera individual y no tanto colectiva. En este sentido, la campaña se ha centrado en decidir “si voy o no voy a la huelga”, como si se tratara de una elección personal. Esto desvirtúa totalmente el significado de una huelga general. Asimismo, se ha hecho un llamamiento a participar también a los hombres (en abstracto), cuando habría sido más efectivo apelar a la clase obrera en su totalidad. La división en líneas de clase es fundamental: a un hombre burgués no le interesa ni le va a interesar mejorar las condiciones laborales de ningún trabajador. Hombres y mujeres trabajadores, en cambio, unidos pueden llevar la lucha hasta las últimas consecuencias. En definitiva, la unión de la clase trabajadora es y ha sido históricamente nuestra fuerza más efectiva para la transformación.
En conclusión, tal y como han dicho las manifestantes, “esto acaba de empezar”, por lo que debemos seguir dando pasos para (re)construir un movimiento obrero fuerte, unido, que se organice para exigir una mejora inmediata de las condiciones laborales y de vida del sector de los cuidados, así como del resto de sectores también. Si no golpeamos juntos, es imposible poner fin a la miseria de los cuidados que recae fundamentalmente sobre la mujer trabajadora. Si nos organizamos, podremos convertir todo este potencial en algo real: un sistema de servicios sociales 100% público, universal y de calidad.
¡Por el fin de la opresión de las mujeres!
¡Viva la lucha de la clase obrera!
[1] https://www.lab.eus/es/tras-el-exito-de-la-jornada-de-ayer-fruto-de-un-proceso-historico-llega-la-hora-de-las-responsabilidades-por-un-sistema-publico-de-cuidados-ahora/
[2] https://www.lab.eus/es/huelga-feminista-general-datos-de-seguimiento-actualizados-al-mediodia/
[3] https://www.ela.eus/es/politica-de-genero/noticias/la-convocatoria-del-30-de-noviembre-logra-la-adhesion-de-mas-de-1-500-comites-de-empresa
Portada: LAB Nafarroa, Twitter
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