Un obstáculo claro, una única respuesta: luchar contra el reaccionarismo en las aulas
No sorprenderíamos a nadie si dijésemos que está habiendo un auge por parte de movimientos ultraderechistas y reaccionarios que vulneran de mil formas nuestra integridad como personas a través de sus expresiones ideológicas, ya sean de tipo machista, homófoba, racista o directamente fascista. Pero tal vez sí sorprendería el hecho de que se estén destapando casos de violencia y abuso en entornos que se acreditan a sí mismos como espacios seguros. Y es que durante estas últimas semanas hemos sido testigos de la inefectividad de la burocracia de la UPV/EHU ante actitudes reaccionarias por parte del profesorado. En este caso concreto, nosotras, como alumnas de Filología Hispánica, daremos cuenta de nuestra experiencia basada en hechos que tuvieron lugar en nuestra carrera.
Cabría destacar que esta no ha sido una situación aislada: gracias a las confesiones anónimas de la cuenta de Instagram @denuncias_euskalherria pudimos conocer casi una docena de testimonios de antiguos estudiantes de dicho profesor que relataban desde comentarios y comportamientos que no tienen cabida en un aula hasta situaciones en las que el profesor pedía el número de teléfono de sus alumnas e incluso invitaba a una de estas a pasar un fin de semana en su casa.
Aunque la mayoría no fechados, iban atrás en el tiempo hasta 15 años. A pesar de que la aparición de estos testimonios pudo parecer una sorpresa, no lo fue para todos aquellos que han sido o son alumnos de dicho profesor; y es que, en sus clases, según testimonios recogidos de los propios alumnos, este se dedicaba a insultar al estudiantado con comentarios del tipo “sois unos inútiles / imbéciles”, diciendo que iban a morir de sida o sífilis y señalando que entre las salidas de la carrera de Filología estaban la prostitución o la prisión.
Para salir inmune de este comportamiento y asegurarse de que los alumnos no denunciarían esta situación, como señalan estas declaraciones, el docente creaba un ambiente de confianza en el que les hacía prometer que las cosas que se decían en el aula no podían salir de ahí, o hacía referencia a que ya lo habían intentado despedir varias veces sin resultado. Así, creaba una clase en la que podía decir todo tipo de barbaridades y obligarlos a secundarle.
Entre otros comentarios que hacía este profesor se encuentran, por lo que han relatado los allí presentes, unos como “Lolita es un libro para leer con una sola mano” o “el que quiera hacer este trabajo que lo haga teórico eh, que ninguna intente venir a mi despacho a intentar hacerlo práctico” refiriéndose a un libro llamado Arte de putas.
De acuerdo con los testimonios recogidos en Instagram @denuncias_euskalherria, esta actitud no se daba solo en el aula, sino que, en su despacho, donde se hacen las tutorías para resolver las dudas o problemas de la asignatura, su actitud era incluso peor. Se dedicaba a hacer preguntas indebidas a los alumnos sobre su vida sexual o problemas personales y así aprovecharse de aquellas (pues las víctimas eran y son mayoritariamente mujeres) que estuvieran en una situación sensible.

Han salido a la luz tweets de un profesor de Farmacia con mensajes reaccionarios y fascistas, que pronto movilizaron a grupos universitarios grandes que focalizaron más la atención / Leioatik!
Ante esta situación de injusticia y abuso de poder era necesario actuar. El hecho de que los anteriores intentos de denuncia y cambio se viesen entorpecidos por la propia estructura burocrática de la universidad y la falta de rigurosidad en el procedimiento debidas, según se atestigua, a las dificultades de gestión postpandemia, dejaron claro que solo una respuesta organizada y contundente por parte del alumnado podría resolver esta cuestión. El protocolo, como ya se había visto en otros casos de abuso sexual o violencia machista en el seno de otras facultades, no daba una verdadera protección a las víctimas y resultaba más bien otra muralla burocrática que permitía (y a día de hoy permite) estos abusos por parte de individuos que constituyen una figura de poder innegable.
Dicho protocolo no acepta testimonios de más de cinco años, tiempo en el que la violencia puede ser ejercida, perpetuada y la víctima silenciada por las posibles consecuencias de denunciar unos hechos de un profesor que probablemente seguirá impartiendo clases; o seguirá caminando impunemente por los mismos pasillos que la víctima frecuenta; o será su tutor de trabajo de fin de grado. Podría incluso encontrarse con él, como parte del tribunal, cuando tenga que defenderlo. Resulta evidente que la víctima está desamparada y ante una situación que no le favorece en absoluto. Cinco años pueden ser los que a una persona le toma asumir, sobrellevar, sanar y aunar las fuerzas para denunciar esos hechos.
De modo que el caso de este profesor no es solamente muestrario de la violencia latente en la sociedad y en estructuras como la universidad, en específico, sino que, además, era muestra de la necesidad de un profundo cambio protocolario que no permitiese de tal manera la violencia ejercida por estos individuos. El foco no era solamente, pues, la propia difamación (pues tendría efectos contraproducentes a largo plazo) y denuncia de este caso concreto, sino la exigencia de un cambio en las bases burocráticas de la UPV/EHU, de manera que no se volviese a incurrir en lo mismo.
Pues bien, las organizaciones estudiantiles han fallado en promover una campaña organizada y sólida que supiera dirigirse a la totalidad del campus (y no solo a la Facultad de Letras) o que tuviera una línea de actuación clara. El sectarismo partidista por parte del Movimiento Socialista y, sobre todo, de algunos grupos provenientes de Ernai, juventudes de EH Bildu, han echado por tierra cualquier intento de una lucha unificada. Cierto es que estas semanas han salido a la luz tweets de un profesor de Farmacia con mensajes reaccionarios y fascistas, que pronto movilizaron a grupos universitarios grandes que focalizaron más la atención a este segundo caso. De ahí que también se critique la rapidez de actuación con un caso, a nuestro juicio, menos grave (no se trata de abusos ni comentarios dirigidos a los alumnos, aunque sea denunciable) haciendo un despliegue de carteles, avisos y convocatoria de concentraciones que han brillado por su ausencia en el caso que nos atañe.
La campaña en contra del profesor de Filología Hispánica fue llevada a cabo por un grupo minoritario del Movimiento Socialista, GUET (Gasteizko Unibertsitateko Emakume Taldea, Grupo de Mujeres de la Universidad de Vitoria-Gasteiz) más dirigido a estos casos de violencia machista. Lo que se critica no es el hecho de que existan especializaciones a nivel universitario, sino que supongan un atraso a la hora de dar una respuesta contundente.

GUET propuso asambleas abiertas para discutir cuestiones que concernían al proceso que se quería desarrollar, pero resultaron insuficientes para dar una verdadera respuesta / GUET, Twitter
GUET propuso asambleas abiertas para discutir cuestiones que concernían al proceso que se quería desarrollar, pero resultaron insuficientes para dar una verdadera respuesta. Así como el caso del profesor fascista fue muy sonado y conocido por la gran mayoría de los alumnos del campus debido a la campaña masiva llevada a cabo, esta se vio minorizada y relegada a un grupo que, si bien es parte del MS, no cuenta con tantos recursos.
El primer error fue separar las dos campañas, y el segundo fue que, habiéndolas separado, una fuese perceptiblemente más débil que la otra tratándose de algo más grave. Y si el poco seguimiento y sensibilización no era suficiente, los dos grandes grupos ya mencionados, Movimiento Socialista (GUET en este caso) y Ernai (con su correspondiente grupo feminista, ERROTIK) entraron en conflicto. Las asambleas han sido abiertas y se había invitado a todo el mundo a participar, pero desde el otro grupo feminista no hubo atisbo de interés en aunar fuerzas. Por tanto, a pesar de no hacer una campaña abierta, convocaron una concentración el lunes 17 de febrero. GUET, por su parte, decidió convocarla ese mismo día para que no hubiese dos concentraciones sobre lo mismo dos días distintos. Sin embargo, hubo dos concentraciones (nada multitudinarias) sobre lo mismo a una puerta de distancia, exactamente a cinco metros una de otra, lo que resultó denigrante y vergonzoso en vista de la gravedad del asunto.
Mientras se distraían con quién tenía la voz cantante en este caso, hubo una campaña sin terminar, una falta de difusión de lo que había ocurrido, un desaprovechamiento de recursos tanto por parte del Movimiento Socialista como de Ernai y, sobre todo, una clara victoria de la UPV/EHU porque mientras se entretenían peleando se olvidaron de reivindicar el cambio del protocolo. Desde luego, el profesor también salió victorioso, pues aun habiendo sido suspendido y no poder dar clases todavía, la campaña, entre lo lenta y débil que ha sido, ni le ha rozado.

El Sistema en el que estamos presenta indudablemente agujeros que siempre permitirán la vulneración de nuestros derechos como personas / Dominio público
De manera que se ha visto que el sectarismo siempre será la excusa para no unirse y reivindicar algo que no atañe solo a los militantes de distintas organizaciones, sino que afecta al cómputo global del estudiantado. Desde nuestra organización, la OCR, hemos asistido a las asambleas y hemos tenido una participación activa como militantes y alumnas de Filología Hispánica y ante todo ha primado el interés genuino de querer hacer un cambio a mejor y pavimentar el camino para que, ante todo, no se permitan este tipo de agravios en la universidad pública. Esta experiencia nos ha dejado claro que no se deben confundir las diferencias políticas entre las distintas organizaciones con el verdadero enemigo, en este caso la propia burocracia de la universidad. El Sistema en el que estamos presenta indudablemente agujeros que siempre permitirán la vulneración de nuestros derechos como personas, y las instituciones, como se ha podido observar, reproducen exactamente estas deficiencias, aunque pretendan ocultarlo. Ante esto, debemos despertar, organizarnos y reaccionar; ser conscientes que solo conjuntamente lograremos un verdadero cambio. Y, ante todo, que juntos, unidos, siempre seremos más.
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