Desde que se celebraron las elecciones generales de Pakistán el 11 de mayo, las fuerzas de la reacción han estado maniobrando para tratar de negarle a un candidato elegido democráticamente el lugar que le corresponde como representante electo del pueblo de Pakistán. Mañana es un día importante en este proceso, ya que será testigo de cómo estas fuerzas reaccionarias harán todo lo que puedan para robarle la victoria a los marxistas.

Un sol acuoso proyecta su débil luz sobre Nueva York esta mañana, después de una semana de desesperación, oscuridad y frío. Los habitantes de esta gran ciudad están despertando como en una mañana después de una pesadilla. Sin embargo, los rayos del sol no traen ningún alivio real. Las noches claras, sin nubes, anuncian la llegada del frío. Y dos millones y medio de personas aún carecen de medios apropiados para cocinar, calentarse o iluminarse. Muchos se han quedado sin alimentos. Todo el mundo está sin gasolina.

El sufrimiento del pueblo de Pakistán es enormemente desconocido en Occidente. Un velo de silencio ha sido cuidadosamente tendido sobre el número de personas asesinadas todos los días por los drones americanos y los asesinos talibanes. Pero recientemente una pequeña esquina de la cortina se había levantado como resultado de un evento particularmente espantoso.

Nuevamente la atención del mundo esta centrada en Corea del Norte. Esta vez, no se debe a nuevos ensayos nucleares, a la agitación imperialista, o a un enfrentamiento militar con Corea del Sur a lo largo de la frontera más militarizada del mundo. Esta vez, la razón es potencialmente más explosiva: la muerte de Kim Jong-Il.