Crisis de la vivienda: ¡Expropiar a los rentistas y especuladores!
Los pasados 13 y 19 de octubre se manifestaron más de 100.000 personas en Madrid y 15.000 en València, respectivamente, ante la crisis de la vivienda. Una demostración de fuerza masiva y espectacular, que pronto está extendiéndose a Málaga, Sevilla y Barcelona, a la espera de más movilizaciones. La situación es crítica, y jóvenes y trabajadores han salido a las calles para exigir soluciones, y no promesas vacías.
La crisis de la vivienda está agravándose no solo aquí, sino en todo el mundo. Estamos presenciando una “crisis masiva de vivienda” en la que 1 de cada 5 habitantes del planeta (1600 millones) vive sin un hogar adecuado, y la cifra podría duplicarse hasta los 3000 millones para 2030 (La Nación, 21/10/2024). Entre 2015 y 2024, los precios han aumentado un 54% en EEUU, un 32% en China (El País, 15/09/2024) y un 47% de media en la UE (“El aumento del coste de la vivienda en la Unión Europea”, Parlamento Europeo 21/10/2024). Dicen que la subida de precios se debe al “aumento de los costes de construcción y de las tasas hipotecarias, al descenso en la construcción que limitó la oferta y al aumento en la compra de propiedades como inversión para generar ingresos adicionales”. Veamos cuáles son las causas reales de esta crisis.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
- Los salarios no han subido tanto como la vivienda
La razón más inmediata de la dificultad para pagar los alquileres parece ser la desproporción entre la subida de precios de la vivienda (desde 2015 es un 47% más caro comprar y un 58% más caro alquilar) respecto a la subida de los salarios (tan solo un 23% en el caso de los jóvenes de entre 25-34 años) (El País, 29/09/2024). Sin embargo, esto solo explica una parte de la ecuación, la del consumidor, que cada vez está obligado a entregar un porcentaje más alto de su sueldo al pago de la vivienda: se calcula una media del 40% del salario bruto en 2021 (“Relación de salarios y vivienda en alquiler en 2021”, Fotocasa 2022), una cifra que probablemente haya aumentado. En realidad, estos datos aún no explican por qué se han disparado los precios.
- Hay menos oferta, o eso dicen
Otro argumento muy sonado es que el sector de la construcción está disminuyendo su actividad y, por tanto, también disminuye la oferta de viviendas. Esto podría parecer cierto, ya que la construcción cayó en picado en momentos como la crisis de 2008 o la pandemia, pero los datos más recientes de Eurostat indican lo contrario: en el Estado español y en la UE en general, la producción en construcción está en aumento (Eurostat, 20/02/2024). Debemos preguntarnos por qué no hay suficiente oferta.
Cuando miramos más de cerca, vemos que faltan alquileres asequibles, pero sobran viviendas turísticas por doquier. Actualmente, hay 351.389 de ellas registradas según el INE (Viviendas turísticas en España, INE 2024). Esto supone prácticamente el 10% del tamaño del mercado de alquiler. A esto hay que sumarle los casi 4 millones de viviendas vacías que se identificaron en 2021 (RTVE, 30/06/2023). La “buena noticia” es que el Banco de España calcula que se necesitan 600.000 viviendas hasta 2025 para suplir el déficit de inmuebles en el país (RTVE, 23/04/2024) y sabemos que esto podría hacerse con un buen plan estatal de redistribución, inversión y construcción donde sea necesario. La mala noticia es que les sale más rentable seguir con sus planes.
Para rematar, no solo la vivienda turística ha acaparado gran parte de la oferta, sino que el limitado alquiler social no alcanza ni mínimos decentes, apenas se invierte un 0,2% del PIB. Algunos expertos reconocen que la inversión pública es totalmente necesaria para hacer frente al problema, pero alegan que “la inversión sería tan alta que no podría asumirlo solo el Estado” y que haría falta “la ayuda del sector privado” (Cincodias.elpais.com, 21/10/24). Pronto veremos qué puede y qué hace el Estado.
- Los capitalistas exprimen beneficios con la vivienda-mercancía
Todas las causas apuntan a una sola: la vivienda es una mercancía muy rentable para los propietarios y rentistas como para apelar a su “solidaridad” y “empatía”. Muchos se lamentan ahora de que la vivienda se haya convertido en un negocio, y no un derecho, que la vivienda sea una mercancía, y no un bien social. Estamos de acuerdo, pero no nos sorprende: bajo el capitalismo, la vivienda ha sido, es y será una mera mercancía. Poco le importa al vendedor el valor de uso de lo que vende, puesto que busca la máxima rentabilidad en el intercambio.
En España, los grandes tenedores son CaixaBank, Blackstone y SAREB. Estas macroempresas se concentran en las grandes ciudades y monopolizan la oferta de inmuebles, muy por encima de los pequeños propietarios individuales: según un informe de Atlas Real Estate Analytics, el 62% de inmuebles de Madrid son de empresas, en Barcelona el 55%, en Valencia el 56% y en Sevilla el 61% (El País, 02/02/2021). Esta es una consecuencia inevitable de la lógica capitalista del mercado, incluido el inmobiliario.
Ayudas que no ayudan
Poco tardó el gobierno en reaccionar tras la manifestación del 13O en Madrid: justo al día siguiente, Sánchez anunció una nueva convocatoria del Bono Alquiler Joven para calmar la situación. Pero esto no es ninguna victoria para el movimiento, pues estas ayudas solo se aplican en los alquileres inferiores a 600€. Resulta que solo el 6% de los pisos en alquiler cumplen ya este requisito, y en las grandes ciudades, menos del 1% o directamente ninguno (La Gaceta, 21/10/2024).
Además, aunque el dinero no llegue a más del 0,6% de los jóvenes (Onda Cero, 15/10/2024), sabemos perfectamente a quiénes sí alcanzará: a los rentistas y propietarios. Es un hecho que estos parásitos se aprovechan de las ayudas para elevar los precios: simplemente pueden bajar el precio oficial por debajo del umbral de 600 y exigir la cantidad restante en negro.
No obstante, esto de las ayudas es solo la cara amable del gobierno. La otra cara, de la mano de las fuerzas represivas del Estado, se encarga de ejecutar desahucios a diario, de aplicar la ley mordaza sin reparos y de atacar cualquier espacio u organización fuera de la órbita de los rentistas. Por ejemplo, las multas y penas a la PAH en Zaragoza, el intento de desalojo de l’Antiga Massana en Barcelona, y un sinfín de ejemplos más. Cuando es necesario, vemos que la clase dominante no duda en poner toda su artillería en defensa de la propiedad privada.
¿Qué necesitamos?
No nos podemos conformar con las migajas y soluciones parciales. Nosotros lo tenemos claro, exigimos una subida salarial al nivel de la subida de precios, que el alquiler no suponga más del 10% de nuestros ingresos, la nacionalización de las viviendas vacías existentes, la expropiación de los bancos, constructoras y fondos buitre, la eliminación del gasto militar para reorientarlo a cubrir necesidades sociales como la vivienda, la sanidad, la educación…, la prohibición de los pisos turísticos, la desarticulación de Desokupa, y mucho más. ¡Todas estas medidas son factibles y urgentes!
Para lograr nuestros objetivos, debemos unificar y coordinar la lucha mucho más allá de las movilizaciones en tal o cual ciudad. Si golpeamos juntos, en la misma dirección, pondremos en jaque el sistema. Organicemos una ofensiva a nivel estatal: la vivienda está directamente relacionada con nuestras condiciones laborales y la precariedad, el turismo y la masificación de las ciudades, los recortes en los servicios básicos, la concentración de la riqueza en unas pocas manos… Es decir, la lucha por la vivienda es parte de la lucha contra el sistema en su conjunto, pues no podemos resolver la crisis de la vivienda dentro de este sistema de propietarios y desposeídos. Todas las organizaciones vecinales, políticas y sindicales deberían implicarse en esta lucha. Especialmente, exigimos a todos los sindicatos que organicen a los trabajadores, vinculando este problema con otras demandas. Los sindicatos tienen una gran responsabilidad, ya que podrían agrupar a una capa muy amplia de nuestra clase e impulsarla a luchar. Hay que seguir dando pasos, ¡la lucha acaba de empezar!
Mientras el sistema siga en pie, la vivienda seguirá siendo una mercancía sujeta a las leyes del capitalismo. Mientras la vivienda siga en sus manos, no dejará de ser un negocio. ¡Expropiemos a los grandes propietarios y pongamos la vivienda bajo control de los vecinos y trabajadores! ¡Luchemos hasta acabar con el sistema!
Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]
Para conocer más de la OCR, entra en este enlace
Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí