Huelga de alquileres ¿Cómo organizarla?
A raíz de la lucha por la vivienda, se está discutiendo cómo escalarla más allá de las manifestaciones. Una de estas ideas, que está teniendo eco, es la huelga de alquileres.
Sin duda alguna la implementación de este método de lucha incrementaría la intensidad de la misma y presionaría fuertemente a los rentistas y al gobierno. Además, expondría la naturaleza real del sistema capitalista y su aparato de Estado, como un sistema de explotación y opresión. Desde la OCR apoyamos esta consigna de batalla y, con la intención de aportar a la discusión y preparación, queremos plantear varios aspectos.
La historia de la lucha de clases internacional contiene episodios de huelgas de alquileres: Argentina 1907, Glasgow 1915, Barcelona 1931, o más recientemente en Toronto en 2017. En Barcelona la lucha fue tremenda, con 100.000 hogares sumándose a la huelga. Esta empezó en el barrio de la Barceloneta en mayo del 31, con varios centenares de familias, para que poco después se extendiera a otros barrios como Sants, El Clot, Poblenou, etc.
El contexto local era de una fuerte subida del paro, pero también de altos costes de alquiler. Hoy día sufrimos ambos problemas también, aunque los precios del alquiler suponen un peso mayor en los salarios: un 40% en la actualidad en comparación con el 25% en aquel entonces. Pero además de esto, hay igualmente paralelos con la situación mundial, de crisis orgánica del capitalismo, de ofensiva de la clase dominante contra la clase obrera, y de incremento de la lucha de clases y su intensidad.
¿Qué lecciones podemos sacar de esta experiencia histórica? En primer lugar, la necesidad de organizar seriamente la lucha. La CNT, una organización de masas y con autoridad en el movimiento, impulsó y dirigió la huelga de 1931. En el contexto actual, se han dado pasos necesarios en esta dirección, con asambleas abiertas y equipos de agitación en los barrios, y apelación a organizarse en los sindicatos de vivienda. Todo esto es muy positivo, pero pensamos que es necesario ir más allá, y trabajar para coordinar la lucha a nivel estatal, y así concentrar fuerzas, desarrollar un plan de lucha unido, y golpear juntos. Esto fortalecería enormemente al movimiento, que ahora se caracteriza por las luchas separadas por ciudades
Por ejemplo, se podría discutir un plan basado en golpear el mismo día y, en primer lugar, a todos los alquileres del país en manos de grandes propietarios, bancos, fondos de inversión, grandes empresas, con la intención de que este sea el pistoletazo de salida para agitar su extensión a todo el mercado de alquiler. Empezar la lucha por aquí, contra los grandes capitales, no sólo facilitaría la adhesión de inquilinos a la huelga agrupados en un mismo y único patrón, sino que además apuntaría a la raíz del problema, la gran burguesía. También se podrían lanzar y coordinar una caja de resistencia, la solidaridad mutua ante la represión, así como las manifestaciones y reivindicaciones.
Otra lección importantísima es el hecho de que, a pesar de que las huelgas mencionadas obtuvieron victorias, poco después subieron de nuevo los precios de alquiler. Es aquí donde reside el nudo de la cuestión: mientras continúe existiendo la propiedad privada de los medios de producción y viviendas, es inevitable que la clase obrera sea explotada y oprimida, más en nuestra época de crisis mundial del sistema. Lo que conquistemos hoy será arrebatado mañana, y con creces.
En este sentido, pensamos que es necesario agitar sobre la cuestión de la vivienda vinculándola a la lucha por la subida de salarios, mejores condiciones laborales, servicios públicos gratuitos y de calidad, defensa de los derechos democráticos, etc.; plantear la agitación en el marco de que todas estas luchas forman parte de la lucha entre las clases. La cuestión se resume en que no podemos regular lo que no controlamos, y no podemos controlar lo que no poseemos.
Para solucionar todos estos problemas, es necesaria la expropiación sin indemnización del IBEX 35 y las grandes empresas bajo control obrero, para que el motor de la producción sea cubrir las necesidades de la población y no los beneficios de un puñado. En definitiva, vincular la lucha y las demandas inmediatas con la necesidad de la revolución social. ¡Adelante, hacia la huelga de alquileres!
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