Ucrania, Líbano y la farsa de la soberanía nacional

Cuando las tropas rusas entraron en Ucrania en febrero de 2022, se alzó un coro de justa furia por parte de políticos y expertos de Occidente. Un frente unido de países «democráticos» ofreció sus arsenales y abrió sus chequeras para castigar los «crímenes de guerra rusos» y resistir la invasión de una nación soberana. Dos años después, nuestros ilustrados gobernantes democráticos vuelven a ofrecer sus arsenales y a abrir sus chequeras… para ayudar a Israel en sus bárbaros crímenes de guerra y en la invasión de una nación soberana.

Incluso antes del último ataque de Israel, la hipocresía de las damas y caballeros de Washington, Londres, Bruselas y otros era asombrosa. Consideremos las observaciones finales del primer discurso del presidente estadounidense Joe Biden tras la invasión rusa de Ucrania:

«La libertad, la democracia, la dignidad humana son fuerzas mucho más poderosas que el miedo y la opresión. No pueden ser extinguidas por tiranos como Putin y sus ejércitos… Y en la contienda entre democracia y autocracia, entre soberanía y sometimiento, no se equivoquen: La libertad prevalecerá«.

Bonitas palabras. Pero, ¿cómo encajan con la historia? Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, ha habido más de 250 conflictos armados en 150 regiones del mundo. Más de tres cuartas partes de ellos fueron iniciados por Estados Unidos. La absoluta hipocresía de la política estadounidense fue encapsulada por el Consejo de Relaciones Exteriores, que escribió que Rusia «muestra poco respeto por la integridad territorial y la autonomía política de los estados en su periferia«. Es probable que el pueblo cubano tuviera palabras muy duras para el CFR en relación con el comportamiento de Washington en su «periferia».

Los hechos son obstinados. El hecho es que, entre las invasiones directas, el apoyo a golpes militares asesinos contra gobiernos elegidos democráticamente y el fomento de conflictos proxy, el imperialismo estadounidense ha sido la mayor amenaza a la libertad, la dignidad y la soberanía en el escenario mundial.

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el resto se desvivieron en promesas de apoyo al «derecho a la autodeterminación» de Ucrania: sin importarles el legado de sus propias naciones de invadir, robar y subyugar a países más débiles. Mientras tanto, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, acusó a Putin de ordenar «atroces actos de agresión contra un país soberano e independiente, y contra personas inocentes». ¿Dónde estaban estos escrúpulos cuando las fuerzas de la OTAN bombardeaban e invadían Yugoslavia, Afganistán e Irak?

Boris Johnson, Emmanuel Macron, y el resto se desvivieron en promesas de apoyo al «derecho a la autodeterminación» de Ucrania / Number 10, Flickr

El apoyo de Occidente a Ucrania no tiene nada en absoluto que ver con la defensa de la soberanía nacional. En 2014, Washington apoyó un golpe de Estado que instaló a una camarilla de oligarcas favorable a sus intereses. Luego empujó a Ucrania a un conflicto que no podía ganar para asestar golpes a Rusia y reafirmar el dominio estadounidense tras humillantes retiradas en Siria y Afganistán. La preocupación por la «pobrecita Ucrania» fue una cortina de humo para ocultar este desnudo interés propio. Las clases dominantes de Europa trotaron obedientemente detrás de sus amos estadounidenses en este pantano sangriento.

Esto no es nada nuevo. Como explicó Lenin durante la Primera Guerra Mundial, los imperialistas siempre buscarán alguna cobertura democrática para sus intereses depredadores y para movilizar a sus propios trabajadores en su esfuerzo bélico. En la Primera Guerra Mundial, los regímenes británico, francés, alemán y ruso utilizaron la excusa de defender a las naciones pequeñas: La «pobrecita Serbia» por un lado y la «pobrecita Bélgica» por otro.

«Ninguno de los grupos beligerantes es inferior al otro en el expolio, las atrocidades y la brutalidad sin límites de la guerra; sin embargo, para engañar al proletariado y distraer su atención de la única verdadera guerra de liberación, a saber, una guerra civil contra la burguesía tanto de su ‘propio’ país como de los países ‘extranjeros’… la burguesía de cada país trata, con la ayuda de falsas frases sobre el patriotismo, de exaltar la importancia de su «propia» guerra nacional, afirmando que sale a derrotar al enemigo, no para el saqueo y la toma de territorio, sino para la «liberación» de todos los demás pueblos excepto el suyo».

En la Primera Guerra Mundial, los regímenes británico, francés, alemán y ruso utilizaron la excusa de defender a las naciones pequeñas / Dominio público

A pesar de defender de boquilla el «derecho democrático universal» a la autodeterminación nacional, las grandes potencias imperialistas siempre han tratado a las pequeñas naciones como activos desechables: para explotarlas, comerciar con ellas y deshacerse de ellas según las necesidades. La esclavitud y el colonialismo en África, Asia y Oriente Medio se justificaron como «misiones civilizadoras». Los barones del robo imperialista se apresuraron a dividir el mundo en mercados y esferas de influencia, sumiendo a la humanidad en el caos de la guerra una y otra vez mientras luchaban por el dominio.

La pesadilla actual en Palestina es producto directo de la intromisión imperialista. La Declaración Balfour de 1917 vio cómo los británicos cedían territorio palestino con el objetivo de «formar para Inglaterra un pequeño Ulster judío leal en un mar de arabismo potencialmente hostil», en palabras de Ronald Storrs, Gobernador Militar de Jerusalén. La soberanía palestina quedaba así revocada de un plumazo en Westminster. El plan de partición de la ONU de 1947 fue el pistoletazo de salida de la primera Nakba: la expulsión masiva y violenta de los árabes palestinos para facilitar la creación del Estado de Israel.

Hoy, la guerra genocida de Israel que ha matado y mutilado al menos a 150.000 personas se justifica en términos del derecho de los judíos a la autodeterminación nacional. Pero, ¿quién defiende el derecho de los palestinos a la autodeterminación? Mientras la maquinaria de guerra israelí avanza sobre Gaza, mientras se anexiona más y más territorio de la Palestina histórica, mientras ministros de extrema derecha del gobierno israelí como Ben-Gvir y Smotrich prometen una segunda Nakba, ¿qué tienen que decir nuestros «democráticos» líderes occidentales?

Sólo que Israel tiene derecho a defenderse. Tiene este derecho, respaldado por un suministro prácticamente ilimitado de armas y ayuda, por la única razón de que es el único aliado fiable de Occidente en Oriente Medio. Por lo tanto, sutilezas como el derecho internacional y el respeto a la soberanía nacional no se aplican cuando se trata de Israel.

Con la invasión israelí del Líbano (en contra de los deseos de sus benefactores imperialistas), el doble rasero occidental se ha vuelto vergonzosamente descarnado. Desde febrero de 2022, Occidente ha impuesto a Rusia más de 16.500 sanciones, mientras que Ucrania ha recibido más de 380.000 millones de dólares en ayudas, incluidos casi 118.000 millones en ayuda militar directa. Zelensky ha sido invitado a pronunciar discursos en la ONU y en parlamentos de todo el mundo, recibiendo aplausos entusiastas. Ucrania incluso ganó el Festival de Eurovisión.

Por el contrario, una conferencia internacional de ayuda celebrada en París prometió reunir alrededor de 1.000 millones de euros en ayuda humanitaria para el Líbano. Esta suma no sólo es mucho menor de lo que se ha enviado a Ucrania, sino que es una mera fracción de lo que los imperialistas han enviado para apoyar a Israel en su esfuerzo de guerra, ¡que es la razón por la que se necesita ayuda para empezar!

Además, tanto Estados Unidos como Gran Bretaña han movilizado activos militares en preparación para apoyar a Israel en caso de que estalle la guerra con Irán. Este es precisamente el objetivo de Netanyahu: iniciar una guerra más amplia y arrastrar a Occidente a la contienda, manteniendo así la lucha y aferrándose a su posición política.

La pesadilla actual en Palestina es producto directo de la intromisión imperialista / WAFA, Wikimedia Commons

Irán respondió al bombardeo israelí de embajadas y al asesinato del principal negociador de Hamás en su territorio con el lanzamiento de una flota de drones que fueron interceptados por la Cúpula de Hierro. Respondió al asesinato del líder de Hezbolá, Nasralá, y a la invasión de Líbano con una andanada de cohetes. Estas acciones han causado pocas víctimas. Mientras tanto, Israel ya ha matado a más personas en Líbano que las que murieron en toda la guerra de 2006, además de su carnicería en Gaza. ¿Y cómo han respondido los imperialistas? Condenando a Irán por la «escalada».

¿No tiene Irán derecho a la autodefensa y a la integridad territorial? ¿No tiene este derecho el Líbano? ¿No lo tienen los palestinos? Parece que los llamados derechos democráticos universales están en realidad totalmente supeditados a las necesidades e intereses de las grandes potencias. Los imperialistas y sus portavoces ni siquiera pueden llamar a las cosas por su verdadero nombre. El cómico estadounidense George Carlin dijo una vez que los gobiernos y los ricos inventan un lenguaje especial para ocultar sus pecados:

«La CIA ya no mata a nadie, neutraliza a la gente… El gobierno no miente, se dedica a desinformar… Los asesinos israelíes se llaman comandos, los comandos árabes se llaman terroristas«.

Cuando Putin describió la invasión de Ucrania como una mera «operación militar especial», su sofisma fue condenado en Occidente. Pero el eufemismo israelí de una «ofensiva terrestre limitada» fue adoptado con entusiasmo por la mayoría de los políticos y medios de prensa occidentales, incluso mientras miles de tropas de las FDI entraban en Líbano.

A diferencia de los imperialistas y sus asesinos apoderados, los comunistas no tenemos ningún problema en decir la verdad. Israel está llevando a cabo una guerra genocida en Gaza; y ahora ha invadido una nación soberana, en un intento de provocar una guerra desastrosa con Irán, que nuestras propias clases dominantes en Occidente están facilitando.

Comparar la respuesta de nuestros líderes «ilustrados» y «democráticos» a la invasión rusa de Ucrania y a la sangrienta campaña de Israel en Oriente Próximo pone de manifiesto la farsa que se ha hecho de los principios de soberanía nacional y autodeterminación bajo el capitalismo. Estos elevados ideales se desechan en cuanto interfieren con la búsqueda de beneficios y objetivos políticos de los capitalistas. Lejos de defender los derechos democráticos de las naciones pequeñas, el imperialismo occidental es el mayor obstáculo para la libertad de los pobres y oprimidos de todo el mundo. El sistema capitalista que estos gángsters imponen debe ser derribado si la humanidad quiere vivir en paz, libertad y seguridad.

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